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Playas solitarias, la opción más buscada por los turistas

Guiados por algún local, los turistas buscan  disfrutar de playas escondidas y con poca gente.  La "Aguada de burro" es una de ellas.
20/01/2016
Playas solitarias, la opción más buscada por los turistas

“La playa para nosotros solos… esto no tiene precio”, asegura Javier Ciuffo, turista, mientras observa como cae la tarde en un perfecto lago Espejo que hace honor a su nombre. La postal parece pintada. El sol necesario, la temperatura adecuada y el agua “más cálida que en la costa atlántica”, asegura el visitante oriundo de Azul, Pcia. de Buenos Aires.

Las playas solitarias, escondidas y fuera del “circuito tradicional” son las más preciadas por los turistas y residentes. La mayoría de los accesos no están marcados y desde la ruta a veces es difícil llegar si no hay ningún local que indique el lugar.

En la ruta 40 y la 231 (continuación de la 40 desde el Cruce con la ruta Siete Lagos hasta el paso fronterizo) hay muchas bajadas y senderos al Lago Nahuel Huapi y el Lago Espejo. Un indicador de que hay un sendero marcado o bajada a la playa es la presencia de autos estacionados sobre la banquina.

La “Aguada de Burro” se encuentra a unos 12km del centro de la localidad en dirección al paso Cardenal Samoré, a 3,4 km del cruce con la ruta Siete Lagos por la ruta 231.

Ubicación de la "Aguada de Burro" en el Google Maps
El acceso no está señalizado. Como dato para saber que estamos muy cerca, en una curva nos queda a la derecha una gran roca tipo peñasco, después de ahí una pequeña curva poco acentuada a la izquierda y después del guardarail se encuentra la banquina amplia donde hay que estacionar el auto.

Hacia la derecha se desciende por una picada en medio del bosque. El sendero es de unos 800 metros y de dificultad baja, apta para hacer con chicos. Dependiendo del ritmo, es de una duración de 20 minutos.

Si bien hay algunas pendientes, no son muy largas. La senda está bien marcada y es difícil perderse: sólo hay que seguir la huella y las señales rojas en algunos árboles que indican que vamos por el camino correcto. El sendero desemboca en una amplia playa de arenas blancas y una excepcional vista al lago Espejo y la cordillera. Si se camina algunos metros hacia la izquierda se encuentra un pequeño arroyo. Siguiendo una estrecha y corta senda que bordea el arroyo, aparece una pequeña y bucólica cascada.

El lugar es ideal para pasar el día en familia y almorzar allí, a la sombra generosa de un coihue centenario. Para los que prefieren un turismo más activo y menos contemplativo, el agua es más cálida que el Nahuel Huapi y es una invitación obligada para el chapuzón prolongado. También hay una roca preferencial para el fly casting.

En familia y con amigos Es la segunda vez en dos años que la familia Ciuffo, oriunda de Azul, viaja a Villa La Angostura. La anterior fue en invierno, y enamorados de la belleza del lugar, prometieron volver en verano. Y lo hicieron, pero esta vez junto a con otra familia amiga.

“Esto me encanta. El hecho de estar solos en medio de este entorno, es único. La paz es increíble”, cuenta Carolina Zamora. “Y la tranquilidad de que los chicos pueden jugar, ir y venir sin tener que preocuparte por si se pierde, eso no lo tenés en ningún lado”, agrega su amiga, Guillermina Suhurt. Como otros turistas, a ellos un angosturense les marcó la playa y el acceso.

Fuente: rionegro.com.ar

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