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Los celos: "Una consecuencia de la sexualidad femenina”

En esta entrega, la psicóloga Violeta Paolini explica por qué los celos son vistos y analizados desde el psicoanálisis de manera diferente en el hombre y en la mujer. Ver video:Amor, deseo y celos - Guy Briole
01/12/2016
Los celos: "Una consecuencia de la sexualidad femenina”

El tema pedido el programa anterior tiene varias vertientes, esta vez vamos a plantear sólo dos, a manera de disparadores para conversar en la radio: los celos en las parejas, en cierto tipo de funcionamiento, dado que hay otras modalidades de relación, desde el Psicoanálisis.

Del lado del hombre, con Freud se podrían ubicar los celos como una proyección de la propia infidelidad, y dentro de las neurosis, en general.

Pero hay algo más allá de eso como lo más conocido.

Para Lacan es una consecuencia de la sexuación, es decir, la implicación subjetiva del sexo, así lo dice Graciela Brodsky: “los celos masculinos no sólo son el resultado de la duplicidad del objeto de amor y de deseo en la mujer, sino que se deducen del desdoblamiento de ésta en lo que respecta a su goce. Allí donde el hombre la quiere toda para él, la cree toda, ella tiene un goce que no comparte con él y que la vincula con el Otro. No se trata de otro hombre, se trata de otro goce.

Del lado de las mujeres, en la enseñanza de Lacan fechada en los años 70, ya no se trata de ser el falo, sino de ser la única.

¿Para qué le sirve a una no-toda la fidelidad del hombre? Sigamos el comentario que hace Jacques-Alain Miller en Los signos del goce de El atolondradicho. Si de boca de Tiresias obtenemos que una mujer es la única cuyo goce sobrepasa al que surge del coito -es decir, el goce fálico-, el paso de Lacan es trasladar la posición femenina en el goce a una exigencia de reconocimiento: "Por eso mismo quiere ser reconocida como la única por la otra parte". De esta manera, volviendo a echar mano al reconocimiento -que ya había explorado en el informe de Roma bajo la célebre fórmula Tú eres mi mujer-, Lacan deduce la exigencia de amor de la estructura del goce femenino.

Tanto para Freud como para Lacan los celos femeninos se derivan de la propia femineidad y no de la naturaleza de la masculinidad. Los celos en la mujer -al igual que los celos masculinos- son una consecuencia de la sexualidad femenina: confrontarse con la existencia de otra relación con la castración, otra posición en el deseo, otro estilo en el amor, y Otro goce, distinto del de Uno”.

Entonces, si no se trata de una relación estrago, es decir, dar todo por el otro, en el que cae la histeria, exigir la respuesta sobre el propio ser, por lo demás imposible por estructura; en la posición femenina se preserva el vacío, se da a entender la falta, pero no se demanda nada, lo que abre el espacio al deseo.

Violeta Paolini. Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.

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