¿Qué perdemos y qué ganamos en un duelo? Redistribuciones

En programas anteriores surgió la pregunta de cómo se produce la salida de un duelo, por separación del partenaire, por ejemplo, con el agregado del corte que se genera al menos en la cercanía por convivencia en algunos casos, con los hijos de uno de los miembros de la pareja, o de ambos. Cuando la cuestión que se plantea es cómo volver a ocuparse de la propia vida, sin el otro.

En las familias ensambladas de hoy, se generan nuevos vínculos que luego, al cesar una relación se ven coartados o al menos modificados tal como venían realizándose.

Siempre recordamos que se trata de caso por caso, en singular, pero intentaremos dar una idea de los mecanismos que aparecen en relación a la pulsión, al afecto que se pone en juego en los enlaces y desenlaces entre los seres hablantes.

En los casos de pérdida de un ser querido, nos encontramos con ese agujero de la angustia, que genera la ausencia , que hay que poder procesar y que no se trata de taponar inmediatamente,  sino que es por medio de un trabajo de duelo que se redistribuye la libido y vuelve al yo, parafraseando a Freud. En la dinámica de la economía de los goces, en términos lacanianos, lo que se había depositado en un lugar, hay que volverlo a recuperar, y el camino es el duelo por eso que se perdió. En los casos más graves, melancolías, donde el sujeto queda fijado a la identificación con el objeto perdido, en el lugar de un resto, habrá que ver de qué manera se revitaliza eso que está un lugar mortificante. Para eso está el análisis.

Ante la pérdida de alguien para hablar en términos de la vida cotidiana, de lo que escuchamos en la clínica, lo que más cuesta es operar la separación real no solo de esa persona con la que el sujeto no está más en una relación, si no de lo que fue para esa persona.  Qué lugar ocupaba el sujeto para el otro. Y en qué se adecuaba esa relación a lo que nosotros podemos llamar el programa de goce, el modo de relacionarnos con el Otro simbólico en cada uno, y con los otros semejantes, por ende.  En qué lugar esa relación le permitía, para bien o para mal, ubicarse según la singularidad.

Qué se pierde en las separaciones? De qué nos separamos? Hay una parte de uno mismo que el ser hablante a veces cede al terminar una relación, en tanto ya le resulta poco útil para la vida, por lo que hay un cambio en la modalidad y articulación entre amor, deseo y goce. O bien, en otros casos, ese objeto amoroso que se fue para el otro, esa parte de afecto que se había depositado en el otro, es lo que hay que volver a restituír al yo, porque en última instancia, eso era del propio sujeto. No se pierde todo, y la libido se puede recuperar o  transformar para volver a la vida.

Continuaremos conversando en la Radio, los esperamos hoy a las 12 hs.

Violeta Paolini. Miembro de la EOL y AMP.