viernes 19 de abril de 2024    | Nubes 5.8ºc | Villa la Angostura

"Los celos juegan en la vida psíquica de las mujeres un papel aún mas grande que en los hombres"

En esta entrega, la psicóloga Violeta Paolini comparte una entrevista a Eric Laurent quien reflexiona sobre los celos femeninos. Escuchá su columna hoy a las 12:00 por Fm Andina. 97.3.
19/09/2018
"Los celos juegan en la vida psíquica de las mujeres un papel aún mas grande que en los hombres"

Entrevista a Eric Laurent

En este número del Newsletter les acercamos una entrevista, breve e imperdible, realizada a Eric Laurent.

 

Destacando la oposición entre la mujer y la madre que asoma en la enseñanza de Lacan, a diferencia del intento de reconciliación freudiano, y situando de que manera y con qué consecuencias las mujeres irrumpen en la civilización; Eric Laurent rebasa los interrogantes que le hemos planteado y nos acerca a un problema crucial de nuestro tiempo bajo las coordenadas de la "violencia de género" y la armadura de los "buenos sentimientos".

¡Los invitamos a la lectura!

NL Hay una consonancia entre los temas de las últimas jornadas de las Escuelas de la AMP. En las de la ECF, la NEL, las nuestras; lo femenino, sus bordes, su actualidad, la maternidad, son temas que insisten. También se podría incluir en la serie a las jornadas de la ELP. ¿Qué similitudes y que diferencias podría señalar entre ellas en relación al modo en que cada una aborda el vivir la pulsión en nuestros días?

Eric Laurent La enseñanza de Lacan nos ha permitido tematizar la oposición entre la mujer y la madre, mientras que Freud quería reconciliarlas. Partiendo del penisneid, Freud desarrolla su posición "No podemos dudar de ningún modo de la importancia de la envidia del pene. Tomen como un ejemplo de la injusticia masculina la afirmación que la envidia y los celos juegan en la vida psíquica de las mujeres un papel aun mas grande que en los hombres. No es que estos caracteres se encuentren ausentes en los hombres o que en las mujeres no tengan otras raíces además de la envidia del pene, pero nos inclinamos a atribuir la parte suplementaria de envidia que encontramos en las mujeres a la influencia de la envidia del pene."[1]

 

La única manera para una mujer, según Freud, de encontrar un lazo liberado de toda envidia con su objeto de amor, es poder identificarlo perfectamente a la posición del niño varón.

 

"Solo la relación con el hijo aporta a la madre una satisfacción ilimitada. Es por otra parte la más perfecta, la más fácilmente libre de ambivalencia de todas las relaciones humanas. La madre puede trasferir al hijo la ambición que debió reprimir en ella, esperar de él la satisfacción de todo lo que le restó de su complejo de masculinidad. Incluso un matrimonio no está asegurado antes que la mujer haya logrado hacer del marido también su hijo, y comportarse frente a él como una madre. "[2]

Lo que una mujer querría, como satisfacción, sería entonces ser madre.

Es precisamente este impasse el que Lacan quiere superar. En lugar de resolver la cuestión femenina por la vía de la madre, se trata de considerar la posición femenina en su especificidad, más allá de la madre. Lacan señala primeramente lo que es verdaderamente original en la invención freudiana de "la envidia del pene". "¿...qué es lo que la mujer pide al comienzo, y que es por lo cual nos dice Freud que ella entra en el Edipo? No es tener una satisfacción, es tener lo que no tiene. Se trata, ustedes lo saben, del falo (...) Sin duda llegará a tenerlo, a este falo que es un significante - digo bien, un significante- a tenerlo realmente, en el hombre. Es incluso lo que hace que la mujer esté en una posición muy privilegiada, y que sus problemas afectivos tengan una relativa simplicidad en relación con los del hombre, pero esta relativa simplicidad no debe cegarnos. Este falo que ella puede tener, real, no está solo en el principio, se introduce en su dialéctica, en su evolución, como un significante. Por esto lo tendrá siempre, en un cierto nivel de su experiencia, en menos. "[3]

Lacan prosigue señalando que esa particularidad, ese en menos, no es ipso facto fuente de envidia o de celos. Introduce más bien, para Lacan, a la paradoja de la relación de la posición femenina con el falo. Son estas paradojas las que no cesan de ser exploradas en las nuevas configuraciones que permiten el que las mujeres tomen la palabra en la civilización.

NL De esa serie se recorta el tema del próximo EBCF, "Trauma en los cuerpos, violencia en las ciudades". Suponemos que guarda relación con la temática de las otras jornadas, aunque no resulta tan evidente. ¿Podría explicitarla?

E.L. El discurso femenino introduce en todas las tentativas de uniformización, en los "empujes a la identificación" a las etiquetas del discurso del amo, una objeción de la particularidad que no puede reducirse al individualismo de masa en la medida en que una mujer puede ser el síntoma de otro cuerpo. En cuanto a los hombres, son más bien el estrago de un cuerpo de otro sexo diferente al de ellos. Todo lo que ahora se nombra como "violencia de género" o "femicidio" testimonia del hecho que, efectivamente los hombres golpean, maltratan, matan los cuerpos de las mujeres. En la medida que las mujeres irrumpen en el discurso de la civilización, cambian las reglas del juego. Estamos en otra generación de los derechos de las mujeres, luego de los derechos cívicos, luego de los derechos económicos y sociales de los años setenta y ochenta.

La pedagogía encontrará sus límites para domesticar el inconsciente, pero la ley que ha dado el derecho al voto a las mujeres permitirá que ellas se defiendan. Los derechos fundamentales de las mujeres forman ahora parte del discurso del inconsciente, como el discurso común ha podido acoger a Freud y hacer entrar el psicoanálisis en la armadura de los "buenos sentimientos"[4].

 

Traducción: Silvia Baudini

Entrevista realizada por: Nicolás Bousoño y Nilda Hermann

Te puede interesar
Últimas noticias