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Las salidas recreativas, la actividad física y quiénes la necesitan

El Prof. de Educación Física, Marcelo Garrido, reflexiona sobre la polémica suscitada respecto de las restricciones en el marco del aislamiento obligatorio.
17/05/2020
Las salidas recreativas, la actividad física y quiénes la necesitan

LA ACTIVIDAD FÍSICA EN VILLA LA ANGOSTURA Y QUIÉN LA NECESITA

En las últimas semanas se instaló el debate acerca de las salidas recreativas en Villa la Angostura. Luego de casi dos meses de cuarentena obligatoria y teniendo en cuenta los bajos índices de contagios de COVID-19 provinciales y regionales la discusión vox populi acerca de la posibilidad de realizar actividad física en salidas recreativas fue creciendo. 

Pero también es cierto que hay quienes consideran que la posibilidad de estas salidas es un beneficio solo para algunos: por un lado para los niños y las niñas de la localidad que comienzan a sufrir el encierro, y, por otro lado, para quienes practican deportes con regularidad; es decir,  que van al gimnasio, que compiten en carreras de montaña, etc.

Sin embargo, considero que esta discusión es una buena oportunidad para reflexionar sobre qué es “actividad física” en sí misma, sobre quiénes la realizan, acerca de si realmente las salidas recreativas son un beneficio para pocos, y además, en relación a las nuevas medidas tomadas por el gobierno provincial y municipal.

Para empezar deberíamos cuestionar qué es la actividad física en el marco de esta cuarentena: ¿son los deportes?;  ¿son las actividades motrices codificadas y competitivas?, ¿son las sesiones de gimnasio?, ¿es el ciclismo?

De seguro estos lo son, pero tendríamos también que pensar que el distanciamiento social y obligatorio que se impone como método de profilaxis para evitar contagios se instrumenta pura y exclusivamente en los cuerpos. En este sentido se ha suprimido todo quehacer cotidiano que representaba movimiento fuera de casa e indirectamente dentro. Esto es ir a trabajar, llevar a los hijos a la escuela, ir a buscarlos, juntarse con amigos, ir al jugar al futbol o cualquier otro deporte de equipo e individual, etc.  Sin importar que se hagan caminando o en vehículos, estas actividades diarias también representan un gasto energético e involucran el cuerpo. En otras palabras: son actividades físicas.

El ASPO y las medidas de profilaxis también incluyen a niños y niñas, aunque en ellos la situación se torna más severa, ya que se suspendieron todas sus actividades tanto escolares como extra escolares. Esto quiere decir que desde que se hizo obligatoria la medida de quedarnos en casa no solo se nos imposibilitó realizar deportes si no que se nos sometió –por una buena razón- a un sedentarismo forzoso sin precedentes. 

También es cierto que nuestros hábitos alimenticios permanecieron iguales e inclusive hemos comenzado a ingerir más cantidad (el tiempo nos ha transformado a todos en expertos pasteleros, cocineros, panadero, etc.). Ahora bien, ¿a dónde va la energía que los alimentos nos brindan si no tenemos actividades físicas que la consuman? De la misma forma en la que si recibimos un sueldo y no lo gastamos este se ahorra, esta energía no utilizada se acumula. 

Si no hay gasto energético acorde a la ingesta, la energía ingresada a través de los alimentos a nuestro cuerpo comienza a acumularse. ¿Cómo lo hace? En resumidas cuentas es algo así: convirtiéndose, a través de procesos químicos, en tejido adiposo, en grasa corporal (y ya todos sabemos los inconvenientes que esto puede traer aparejado).

Pero lo que quiero decir con lo antes escrito es que todos necesitamos de la actividad física. No solo aquellos que antes de este evento excepcional eran grandes deportistas. No. Todos la necesitamos. Familias enteras, individuos por igual cuya salud se está poniendo en riesgo ante la inactividad física. Sin ir más lejos hace unos días la Sociedad Argentina de Nutrición publicó a través de los medios un informe en el que brinda datos estadísticos en relación a la obesidad o su aumento en el período de cuarentena que llevamos transcurrido, según el estudio realizado: “seis de cada diez argentinos (56,9%) admitieron haber subido de peso durante este período” (Diario Infobae 16 de mayo; 2020) aumentando de uno a tres y cinco kilos. El problema es evidente; qué hacemos al respecto será el problema a dilucidar.

Mientras escribía este texto el gobernador de la provincia confirmó la posibilidad de salidas recreativas los días domingos en ciertos márgenes horarios y etarios en un radio no mayor a quinientos metros. ¿Alcanzará esto para suplir el gasto enérgico del quehacer cotidiano antes mencionado? Probablemente no, porque así nos dejasen correr, andar en bicicleta, remar, o salir todo el día domingo el estímulo que representaría sería muy distante uno de otro, es decir, de domingo a domingo. ¿Alguna vez (los no profesores de educación física) se preguntaron por qué los entrenamientos, sesiones de gimnasio, e inclusive las clases de educación física escolar se dan con intervalos máximos de un día por medio? Esto es porque (otra vez en resumidas cuentas) el cuerpo reacciona frente al estrés que el ejercicio supone y produce cambios temporales, y para que esos cambios sean permanentes y significativos el próximo estimulo debe darse antes de que el sistema vuelva a su estado inicial, lo que sucede en un lapso de cuarenta y ocho horas aproximadamente (principio de supercompensación). En otras palabras si lo que se intenta con esta medida es mitigar los efectos del sedentarismo forzoso de la cuarentena, esta no va a ser para nada efectiva porque la distancia de una semana entre salidas hace imposible generar adaptaciones fisiológicas de ningún nivel. 

Me gustaría que se entienda, para ir concluyendo, que estas líneas no tienen intencionalidad de reclamo o crítica sino de reflexión, creo que tenemos que pensar y darnos cuenta que somos todos los que, ante la inhibición de este “cuerpo instrumento” que la cuarentena obligatoria implica, vamos a sufrir tarde o temprano, directa o indirectamente dolencias de algún tipo, y que es necesario tenerlo en cuenta para sumarnos TODOS a la demanda de salidas recreativas acordes a la situación exclusiva de nuestra micro región. Entiendo que salidas más frecuentes impliquen en nosotros –los agosturenses- una cuota más de responsabilidad civil y empatía ciudadana, pero elijo creer que somos capaces de hacerlo, que somos capaces de cuidarnos y que, fundamentalmente, somos una comunidad responsable.

 

                                                                                           Pablo Marcelo Garrido

                                                                                        Profesor en Educación Física

                                                                                          UNLP

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