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Historias de pueblo: "Piojo `E Turco"

Otro relato del vecino y escritor Conrad Meier, cuyo libro “Cuentos que no son cuento”, fue declarado de interés municipal por el Concejo Deliberante el jueves pasado. El libro, que está en la imprenta, es un compilado de cuentos regionales como éste.
03/07/2010
Historias de pueblo: "Piojo `E Turco"

El jueves pasado, el Concejo Deliberante declaró  de interés municipal el libro "Cuentos que no son cuento", un compilado de 22 relatos  y cuentos, como los que venimos publicando en este diario. Uno de los relatos fue ganador del Concurso Literario de Villa La Angostura- Chateaubriand.

"Este libro hace un aporte a la cultura de nuestra localidad conservando nuestra historia, preservando nuestra identidad como pueblo y dando a conocer a las nuevas generaciones las historias de vida de los primeros pobladores de la región", dice el texto de la declaración.

Como está en plena edición para imprimir, los concejales esperan que pueda  incluir la declaración.

Piojo `E Turco
Criollo viejo Don Lagos de la "Media Luna", una suerte de estancia ya  centenaria enclavada en plena cordillera, en tierras de Parques Nacionales,  cerca de Villa Trafúl. Bromista incorregible, nunca se estaba seguro si  hablaba en serio o si lo tomaba a uno "pal churrete".
Estaba un día afilando su machete en el molejón cuando apareció un  guardabosque de los nuevos, recién destacado en la Villa. Se presentó, muy  formal, a entregar las planillas de pago del canon anual de pastaje  correspondiente. Don Lagos dejó su trabajo y se le acercó machete en mano. 

-¡Guenas, Guenas!...así que anda cobrando el derecho `e pastaje...-de  una ojeada ya lo había "semblanteado".
-Así es, señor.
El viejo levantó el largo cuchillón y lo pasó en lentos mandobles y  fintas a centímetros de la cara del funcionario, quien entre sorprendido y  asustado no atinaba a que santo encomendarse...
-¿Qué le parece amigo...habrá quedao bien afilao?
-Este s... sí, seguro que sí señor...
La mirada de don Lagos era inescrutable. El otro, cada vez más  inquieto.
-Bueno amigo, pase   ¿gusta `e tomar unos mates? dentre nomás a la  matera, ya guelvo, via traer yerba.
Desapareció en camino hacia la casa principal no sin mirar de reojo si los perros estaban ahí. Se regocijó por anticipado.
Ni bien asomó a la entrada de la matera el guardaparque lo recibieron  los feroces gruñidos de tres perrazos que, erizados los pelos de lomo  mostraban amenazantes sus largos colmillos. Paralizado de miedo, el pobre ni se atrevía a respirar.
Una eternidad después Don Lagos regresó.
-Pero...me había olvidado q´ estaban los perros ¡tranquilos, salgan pa` juera!-se echaron cerca sin dejar de gruñir. Eran bravos de veras.
El guardaparque volvió a respirar, pero no dejaba de mirar hacia donde estaban los mastines.
El viejo la gozaba de lo lindo. Le ofreció mate.
-Así q` es nuevo por acá... ¿de ande viene, de Güenos Aires?
-Si señor, soy de la capital.
-Entonce´, un hombre estudiao...
-Sí, hice el curso y las prácticas en la escuela de Guardaparques.
-Claro, claro...en cambió yo soy hombre `e campo, criao a la que m`
importa nomás...pero por ai uno va aprendiendo cosas `e la vida, y de la gente, y los bichos.
-Sí, entiendo...
-Sin ir más lejos, vea, puedo contarle algo que aprendí l´ otro día,  cuando juí al boliche `l turco Creide en la Lipela. Don Elías me invitó a pasar a la cocina, colgué mi gorra `e vasco `n el perchero, dentré y tomamos mate. Güeno,  terminamo` de hablar, salí y me puse la gorra. Ai mesmo sentí un puntazo en la frente que me hizo caer como atontao...pucha que dolía juerte. Entonce` me dí cuenta que equivocao me había puesto la boina `e don Creide, y me picó un piojo d` él...así aprendí que no hay bicho más malo q` el piojo `e turco...
Rato después el guardaparque se despidió y se fue, con una confusa sensación de sentimientos encontrados.
Don Lagos lo siguió con su inescrutable mirada hasta que se perdió tras  de una curva del camino.

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