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Algunos cuentos "que no son cuento"

Aquí, tres relatos de Conrad Meier, algunos de los cuales integrarían el libro. "El Ahumadero", "Comprando Chivos" y "Banco Provincia". Imperdibles.
01/12/2010
Algunos cuentos "que no son cuento"

Conrad Meier  es constructor, historiador aficionado, escritor y miembro de la Comisión Municipal de Patrimonio Histórico. El año pasado ganó el 1er. Concurso Literario de Villa La Angostura-Chateaubriand con el cuento “Una sombra se afirmaba a la rueda”.  Tiene 67 años, es nacido y criado en la localidad y su familia fue propietaria de la histórica Hostería del Lago Espejo.Los cuentos están basados en historias y protagonistas verdaderos de la localidad y parajes vecinos, cuentos que próximamente formarán parte de un libro.


Comprando Chivos
Don Humberto el carpintero debió viajar a Neuquén con su camioncito Ford 350 por cuestiones de trabajo. Como regresaba vacío se le ocrrió comprar chivos y venderlos aquí en La Angostura con una bueba ganancia, pues faltaba poco para la fiesta de navida y año nuevo. Así, tomó hacia la cordillera y encontró la estepa, dirigiéndose al puesto de un criancero.

Llegó y se presentó, y como es costumbre en el campo, el hombre lo hizo pasar. Tomaron mate y charlaron de temas generales para luego hablar del negocio. Para terminar de impresionar al otro y ya cerrar el trato Humberto señaló:
-Vea mi amigo, que le voy a pagar en dólares, ¿eh?
-Mmm…-contestó el paisano-entonce´va a tener que golver después las cuatro ´e la tarde, q´es cuando pasan la cotización por la radio ´e Zapala

 
El Ahumadero
Don Alvarado, antiguo poblador, tenía un ahumadero en el fondo de su casa. Nada del otro mundo, una construcción de un metro por un metro, algo artesanal. Una de las tantas maneras de sumar unos pesos más al ingreso familiar en invierno, cuando el trabajo escaseaba.

Todo Iba bien hasta que un día llegó a la Villa,  entoinces somnolienta aldea, un guardaparque de los de la nueva camada. Con escuela, impecable y de relucientes botas.Un lujo de guardaparque.

Enterado del asunto se presentó en el domicilio de Don Alvarado. Corría julio, época de estricta veda de pesca. Todos lo saben.
-¡ Buenas Tardes!
-Buenas tardes, señor
-¡Tengo información de que aquí funciona un ahumadero clandestino!
-¿?ah, este, sí, sí, señor,pase.
-¡Ábralo!
Dentro colgaban seis o siete soberbias truchas.

Banco Provincia
Hace ya unos cuarenta años fue inaugurada la sucursal del Banco Provincia del Neuquén en Villa La Angostura. En los comienzos, abrían cuentas corrientes y otorgaban chequeras con pocos requisitos y menos garantías aún a casi todo el mundo, literalmente hablando.

Cierto es que muchos vecinos se manejaban con criterio y seriedad, pero otros, que poco sabían o quizás no les interesaba saber acerca de reglas y normas bancarias, por ahí imaginaban con ingenuidad, o con picardía, que se trataba de algo como créditos abiertos del tipo “canilla libre”.

Así, y en corto tiempo, llegaron a empapelar el pueblo con cheques sin fondos. El pobre gerente en tanto, a las corridas, tratando de atajarla como podía. De las cosas que entonces sucedieron quedan varias en el recuerdo.
Se rescata aquí el asunto de Don Liberio, criollo de la zona, a quien se le había ido la mano con las libranzas.  El gerente logró convocarlo al banco, le hizo pasar a su oficina, y según élñ mismo contó después, se dio allí esta desopilante situación:
-¡Don Liberio, aquí llegó una pila ´así ´de cheques suyos y Ud. no tiene fondos para cubrirlos! ¡ya no los puedo pisar más!
-¡Paaaajarito!.. ¿tan jodida es la cosa?-
-Sí, el banco tiene normas, esto me compromete, comprenda Ud. por favor…-quien rogaba era el gerente.
-Bueno, bueno…¿cuánto es lo que se debe?.
Sumó y se lo dijo. Don Liberio sacó su libreta ajada por tanto uso, con cierta dificultad libró la cantidad, firmó y extendió el nuevo cheque al funcionario, quien no podía creer lo que estaba sucediendo.
-¿Vio, Don, que todo tiene arreglo? Cóbrese de aquí nomás.
-¿Y como explica esto?
-Bueno la primera es del jefe de Gendarmería, las dos que siguen del Juez de Paz, esa gorda del comisario, otra del jefe de correo, y.
-Bien, cierre nomás…hasta luego.
Claro, inútil su celo, aún no conocía los códigos ni la realidad local.

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