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OPINIÓN

"El Caso Vialidad: Crónica inconclusa de una Resistencia"

El abogado Luis Virgilio Sánchez, representante de la comunidad Paichil Antriao, escribe sobre el reclamo de la comunidad y la disputa judicial con Vialidad Nacional.
18/05/2019
"El Caso Vialidad: Crónica inconclusa de una Resistencia"

Por Luis Virgilio Sánchez

Este proceso se inicia en principio contra los Ocupantes de un Lote afincado en los bosques nativos de Villa La Angostura, una bella localidad asentada en lo que fuera históricamente  el Lote Pastoril 9 de la Colonia Nahuel Huapi, que en el año 1902 el Estado Nacional entregó a las Comunidades Mapuches que habitaban el lugar, representadas en aquél entonces por José María Paicil e Ignacio Antriao,  en pago a los servicios prestados por los mapuches como baqueanos cuando se realizó el amojonamiento de toda la zona fronteriza, antes de que el Estado Argentino existiera como tal.

Muchas cosas pasaron desde aquél entonces para que los ocupantes originarios de las tierras, se encuentren hoy en el bosque nativo, resistiendo un Desalojo llevado adelante por el propio Estado Nacional que en 1902, les entregó definitivamente sus tierras, con un Decreto firmado por el entonces presidente Gral. Julio A. Roca. Pero ello es una historia de despojo que ya contaré y que, de todos modos, muchos se podrán imaginar.

Regresemos al año 2016. El Estado Nacional, a través de la Dirección Nacional de Vialidad, decide realizar una obra vial en Villa la Angostura, denominada “Camino de Circunvalación”, con el objetivo de desviar los camiones por una traza que se proyecta sobre el bosque nativo. Comienza un polémico proceso de expropiación, donde los titulares de dominio, personas que viven en Buenos Aires y que quizás no conozcan el lugar, suscriben Convenios de Advenimiento, transfiriendo la titularidad de dominio al Estado Nacional, a cambio de sumas millonarias.

El Estado Nacional, muñido de dichos convenios, se presenta ante el Juez Federal de Zapala para solicitar una Orden de “Desalojo” y “Derribo” de viviendas asentadas en el bosque nativo donde debía pasar la traza.

Las siete familias de la Comunidad Mapuche “Lof Paicil Antriao” que viven en sus rucas en el bosque nativo, se vieron sorprendidas un día a la mañana, cuando encontraron Clavada en Un Pino una Cédula de Notificación con la firma de un Juez Federal, que les corría traslado de un Juicio de  “Desalojo” y “Derribo” de sus hogares. Cuando llegó la foto borrosa a mi WhatsApp de aquella notificación, supe que el tiempo apremiaba.

No necesitaba leer la demanda para saber de qué se trataba. Inmediatamente me empezaron a llegar otras fotos de las Máquinas Topadoras y poderosos colosos mecánicos que avanzaban con sus pesadas orugas haciendo crujir el bosque e irrumpiendo la calma del lugar con el ruidoso estertor de sus motores diéseles. Los enormes bólidos mecánicos que deberían llevar adelante el derribo de las viviendas, permanecían agazapados y temerarios, rodeando las rucas, esperando la orden.

Una reunión urgente se daba en el bosque a la luz de una fogata que duraría encendida la noche entera. Les habían informado que, cuando venciera el plazo, aquellas máquinas que los estaban rodeando, avanzarían sobre sus rucas y las derribarían. El Werken de la Comunidad Mapuche, Lorenzo Lonkon, tenía una misión importante esa noche. Había ido a la estación de ómnibus a retirar un paquete que le envió de manera urgente el abogado. Era el escrito de contestación de Demanda y  Pedido de una Medida Cautelar para frenar el desalojo. Debía viajar esa misma noche a Zapala y presentarlo, antes de las nueve de la mañana. Ni un minuto después, ya que vencía dos primeras horas. Al Lonko le pareció increíble, cosa de mandinga, que ese escrito que tenía el Werken en la mano, con la firma del abogado, pudiera salvarlos sólo si se presentaba antes de las nueve. Lorenzo Lonkon se fue esa misma noche tratando de conseguir un transporte que lo lleve a Zapala, para llegar antes de las 9:00 hs al Juzgado y presentar el escrito que los salvaría, pues luego de esa hora, se acababa la magia.

El escrito fue presentado dentro de las dos primeras horas y la magia funcionó. El Juez nos tuvo por presentados en legal tiempo y forma, se trabó la Litis y el desalojo fue suspendido. La empresa Vial aún permanecía allí, incrédula, con sus máquinas, esperando que alguien diera alguna explicación o corrigiera el error. La Dirección Nacional de Vialidad solicitó a la empresa Vial que permaneciera allí con sus máquinas, que esto lo solucionaría de inmediato. Presentó un Escrito señalando que el Desalojo fue Iniciado contra los individuos Ocupantes de las viviendas y no contra la Comunidad Mapuche Paicil Antreao, que no tenía legitimación para estar en ese juicio.

Nosotros decidimos redoblar la apuesta y nos presentamos, además, por otra Comunidad Mapuche como Tercero Interesado: El Lof Kinquikew (Quintriqueo). El Juez nos hizo lugar y admitió a la Comunidad Quintriqueo como tercero interesado en la causa. Los muros de defensa que empezamos a levantar alrededor de la Comunidad Mapuce se tornaban cada vez más sólidos y arduo le sería a la Dirección Nacional de Vialidad derribarlos.

El Organismo estatal apeló, y la Cámara de Apelaciones confirmó la decisión del Juez de primera Instancia, por lo que, el escrito que perdía su magia luego de las 9:00 hs., funcionó, la Comunidad Mapuche ahora tenía solidas herramientas para esgrimir su legítima resistencia, lo que hizo que lentamente, con desgana y trajín de derrota, las máquinas de la empresa Vial debieran emprender la retirada.

Las Siete Familias continúan hoy en el bosque, en sus rucas, con sus hogares y su amada vida comunitaria.

He tenido varias veces la oportunidad de participar en esas reuniones, luego de estos eventos, abrigado por el calor de la fogata, aunque ya sin urgencias, compartiendo con los peñis lo que ellos llaman el KVME FELEN (buen vivir).



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