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Todo lo que daña al ambiente también daña al individuo en igual medida

Agenda Verde explica y reflexiona sobre la relación entre la alimentación y el medioambiente. Además, proponen un experimiento para hacer en casa. Escuchá su columna a las 12.15 por FM Andina.
13/10/2020
Todo lo que daña al ambiente también daña al individuo en igual medida

“Como es arriba, es abajo; como es adentro, es afuera”, afirma el principio de correspondencia según las leyes que Hermes Trismegisto enunció en el antiguo Egipto, hace un buen puñado de siglos atrás.

 Cuando lo llevamos al nivel humano, todo lo que sucede alrededor de una persona refleja lo que le está ocurriendo por dentro.

 Si desmenuzamos ese adentro humano, nos damos cuenta de la complejidad de lo que pasa fuera y viceversa. No resulta tan descabellado pensar, entonces, que esta barrera de aparente separación física que es nuestro cuerpo con el entorno mantiene una estrecha y dinámica relación. Ya que “como adentro es afuera; como afuera es adentro” parece clave mejorar la calidad de vida en su más amplio significado.

 Todo lo que daña al ambiente también daña al individuo en igual medida y, por el contrario, todas acciones que se tomen para mejorar la calidad de vida individual, repercutirán positivamente en el medio ambiente. 

Veámoslo en un hecho concreto. Hace algunas décadas el estudio de la microbiota se volvió clave en la salud para explicar y resolver estados de desequilibrio traducido en enfermedades.

 Se pudo observar a través del microscopio que nuestro cuerpo físico se encuentra relacionado simbióticamente con más de mil especies distintas de microorganismos (bacterias, levaduras, hongos, virus) en un número de millones de millones, lo que supone una cantidad diez veces mayor que el número total de nuestras células.

 El peso de toda esa vida microscópica intestinal se calcula en cerca de 1 kg[1]. La simbiosis establece una relación de codependencia en un ecosistema. En nuestro ecosistema humano dependemos del correcto equilibrio de dichas comunidades microscópicas para desarrollar importantísimas funciones fisiológicas, incluyendo la respuesta inmunológica, el metabolismo celular, la regulación hormonal, y la comunicación a través de neurotransmisores en el eje intestino-cerebro. A su vez, estas comunidades dependen de nuestro accionar cotidiano.

 Un correcto equilibrio resulta cuando se ven beneficiadas aquellas comunidades bacterianas acidolácticas que cumplen roles fundamentales en el metabolismo celular y que, en consecuencia, su desarrollo mantiene a raya a bacterias, hongos y virus causantes de enfermedades.

Así, volver a la comida real, esa que nos nutre y alimenta tanto a nosotros como a los pequeños habitantes de nuestro cuerpo genera un impacto positivo en el adentro.

 Alimentarnos con frutas y verduras frescas y variadas, semillas, granos y legumbres es fundamental para darle las fibras y nutrientes que nuestra microbiota necesita para desarrollarse en forma abundante y diversa.

Si observamos hacia afuera, un mayor consumo de vegetales, frutas y productos a granel acompañado de la utilización de bolsas de tela, reutilización de plásticos, reducción de desechos compostando orgánicos y produciendo ecoladrillos en casa, trae aparejado un gran beneficio para nuestra querida madre Tierra y nuestro entorno cercano.

La composición básica de la microbiota la recibimos al nacer de nuestras madres, pero después vamos incorporando microbios con nuestra alimentación, del ambiente y de las demás personas y animales con los que convivimos.

 Los alimentos llamados probióticos aumentan directamente las cantidades de ciertos microorganismos que son beneficiosos, como los Lactobacilus y Streptococus de los yogures (aunque acá son solamente unas 5 especies).

 Por otro lado, a los alimentos que promueven el crecimiento de la población de microbiota benéfica se les llama prebióticos. Las fibras en las verduras, harinas integrales y legumbres son prebióticas por su efecto de favorecer el crecimiento de las bacterias, principalmente las que habitan el colon

. Por el contrario, los conservantes y los bactericidas que se usan para preservar alimentos, los nitratos y nitritos en la conservación de fiambres, los sulfitos que se usan para preservar vinos, afectan negativamente a la microbiota. Y los antibióticos, son anti-microbiota; los desinfectantes, detergentes y productos de limpieza en general hay que usarlos con moderación y cuidado, ya que también son anti-microbiota.

Más allá de nuestra alimentación, otra forma muy importante de adquirir microorganismos benéficos es a través del contacto con un ambiente sano y natural.

 El ir con frecuencia a lugares donde hay tierra, plantas, insectos, animales, e interactuar directamente con este ambiente, favorece la adquisición de microorganismos benéficos. Por ejemplo, tener una huerta o hacer compost son actividades que no sólo nos benefician emocionalmente, sino también a nivel de nuestra salud microbiana, y no solo la intestinal, sino también la que habita en la piel, los pulmones y la nariz[2].

Hoy tenemos la posibilidad de decidir, de esforzarnos un poquito más, de asumir nuestra responsabilidad como consumidores y como soberanos de nuestra propia salud y estilo de vida.

 En este contexto, le proponemos al lector un experimento: jugar durante un día completo, desde que se levanta hasta que se acuesta, a escribir en una hoja cada acción que ejecuta o la mayor cantidad posible. Seguramente comience por abrir una canilla o tirar la cadena del inodoro, por prepararse un desayuno, y lavar lo que usó. Cada una de esas acciones genera un impacto en el ambiente. Parece exagerado, pero ¿cuántas cadenas se tiran por hora en el planeta?,  ¿cuántos desechos mal tratados contaminan los cursos de agua?, ¿cuánto papel y detergente se desecha?. Y si hablamos de alimentación, ¿cuántos plásticos se necesitan para que lleve la comida a mi boca?, ¿cuántos de ellos terminan en la basura, es decir, en nuestro ambiente?, ¿cuántas veces ingiero comida al día y cuántas me estoy alimentando realmente?

 Estas preguntas surgen desde una desjuiciada manera de autobservar hábitos normalizados, salir del piloto automático y volver a decidir el accionar cotidiano de forma consciente, transformando y mejorando día a día dichos hábitos.

Hoy estaremos en la radio hablando sobre esto. Si querés saber más sobre Agenda Verde, visitá nuestro Facebook o Instagram @agendaverdeangostura, la página web https://agendaverdeangostura.blogspot.com/ donde están recopiladas nuestras notas sobre la reducción de residuos y cuidado del ambiente, o escribinos al email: [email protected].

 

Autora de la nota: Camila Salas

 

[1] Gonzalez A. Microbiota intestinal, esencial para el sistema inmune. 9/10/2020. https://cienciayconcienciasiglo21.blogspot.com/2020/10/microbiota-intestinal-esencial-para-el.html

[2] Gonzalez A. Microbiota intestinal, esencial para el sistema inmune. 9/10/2020. https://cienciayconcienciasiglo21.blogspot.com/2020/10/microbiota-intestinal-esencial-para-el.html

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