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La historia de Jean Pierre: la temporada invernal de 1984, los viajes familiares y el espionaje industrial

En esta entrega, compartimos el capítulo 20 de las memorias del pionero Raemdonck.
08/05/2021
La historia de Jean Pierre: la temporada invernal de 1984, los viajes familiares y el espionaje industrial

La dictadura militar había dejado el país en un estado lamentable con una gran deuda externa y una inflación superior al 400% anual. El Presidente Raúl Alfonsín, elegido democráticamente se enfrentaba a numerosos problemas. Le exigían informaciones sobre los desaparecidos y de juzgar severamente a los culpables de las violaciones de los derechos humanos, tanto del lado de los militares como del lado de los guerrilleros. De los cuales, dos millones y medio se habían escapado del país para salvarse de la represión militar. También el pueblo le pedía reajustar los salarios.

Bernadette escribe: “Acá llueve mucho mientras está empezando a nevar sobre el Cerro Bayo. Jean-Pierre está probando el pisanieve que anda muy bien después de los últimos arreglos que le ha hecho. Esperamos mucha gente para la temporada y sin duda iré a dar una mano a Jean-Marie durante los 15 días de vacaciones, a condición de poder dejar Hélène con la señora chilena”.

 

Hélène y Nicolás festejando su primer cumpleaños.

El 14 de junio, Bernadette continúa su carta: “Cayeron toneladas de nieve sobre Bariloche y acá, ni un copito de nieve. Esta tarde llegaron nuestros cuidadores chilenos”.

Se trataba de Ricardo y Humi Sánchez con sus dos hijas Marcia de 16 años y Soledad de 8 años. Ellos iban a ser los profesores de español (con “tonada” chilena) de Paul y Hélène. Por el momento los alojamos en casa mientras terminamos de construir su casa.

Esta carta de Bernadette,  tardó mucho en llegar a Bélgica  porque  nevó mucho sobre Villa La Angostura, lo que nos dificultó salir al pueblo. Y además la huelga del correo que atrasó la salida de la correspondencia.

 

Andalué bajo la nieve.

 

Humi en Andalué. 

Como lo habíamos esperado, el cielo nos ayudó una vez más. La nieve había caída quince días antes de las vacaciones y los socios de la Asociación Cerro Bayo, muy contentos, nos avisaban su llegada. Fue una excelente temporada.

 

 El Poma grande y el Pomita 18, a principio de la temporada 1984

 

El Estacionamiento en el invierno 1984.

 

Temporada 1984. El refugio base y el alquiler.

El 27 de julio de 1984, Bernadette escribía: … “Ahora aquí estamos más tranquilos, pero no podemos aflojar. Con Jean-Marie nos arreglamos para venir un día uno y el otro día el otro. Durante 15 días tuvimos mucha gente”.

 El exceso de nieve sobre las rutas había complicado las llegadas de nuestros esquiadores. En Piedra del Águila se había cortado la ruta, obligando a los viajeros a pernoctar allí. A Vialidad le faltaba una mejor organización. Este problema nos ocurrió varias veces, o estábamos sin nieve y no podíamos abrir o teníamos nieve y nuestros clientes no podían llegar. También existía el problema del abastecimiento de combustible, para el cual, bien antes de la temporada almacenábamos una buena cantidad, visto que no teníamos energía eléctrica y que los medios de elevaciones y pisanieve necesitaban bastante combustible.

Continua Bernadette: “La ruta de Angostura estuvo también en muy malas condiciones y la semana pasada, estuvo cortada durante tres a cuatro días. La gente que tenía que tomar su avión, iba hasta el lugar crítico y seguían con un taxi después de haber cruzado a pie el lugar cortado”.

 

Jean-Marie esperando sus clientes.

En el momento del deshielo, la ruta Bariloche - Neuquén se cortó, porque una parte de cuatrocientos metros fue arrastrada por la corriente de agua, dejando un montón de barro y aluviones de más de un metro de alto. Pero no nos podíamos quejar, tuvimos nuestra fiel clientela de socios y numerosos amigos que poco a poco se convencían a asociarse.

Por suerte aterrizaban los aviones, la pista del aeropuerto de  Bariloche había sido limpiada y los pilotos no estaban en huelga como ocurrió algunas veces. Bariloche había trabajado solamente al 60% del año anterior por el problema de las rutas.  

 

 Pablo Calderón,  Evaldo Bosse e Isaías Barría

 

Paul con sus primeros esquíes.

Esta séptima temporada con su abundante nieve y buen tiempo fue un éxito para el Cerro Bayo y una excelente publicidad para el pueblo. El nuevo edificio con sus sanitarios en la planta baja y el alquiler de equipos en la planta alta había sido apreciado por todos. Eso hacía un conjunto bien proporcionado para la cantidad de esquiadores. No pensábamos que lo que parecía suficiente en 1984 iba a tener que ser ampliado pocos años después. El clima nos ayudó durante estos tres años consecutivos y no nos podíamos imaginar que durante la próxima temporada no iba a nevar. Para mí, era prioritario colocar una estación motor más potente al Pomita 18. No podíamos pensar en importar una estación motor con su precio inalcanzable. Pero hablando del problema al amigo Jorge Chiatelino, veraneante de Villa La Angostura en su pequeño chalet en el Centro del Cruce, fabricante de chinches en Buenos Aires, se ofreció de fabricar una motriz de 80 caballos de potencia.

 

 Con Jorge y Carlos en Chapelco en tarea de espionaje industrial.

Me preguntarán: ¿Qué relación existe entre una minúscula chinche y una potenta estación motor de telesquí? El secreto se encontraba en la ingeniosidad de Jorge y de su socio Carlos. Ellos mismos fabricaban sus máquinas para fabricar los chinches, porque importar estas máquinas de Alemania les hubiera costado demasiado. Carlos era un técnico industrial de primer nivel. Además de fabricar la motriz, se ofreció a fabricar las perchas telescópicas necesarias. Bastaba mandarle una percha de modelo que él iba a desarmar y copiar todas las piezas.  Necesitábamos un motor de 80 HP enfriado si posible por aire para evitar el problema de las heladas. Nuestro amigo Teddy Furlong se ofreció a buscar el motor adecuado y nos propuso un motor Deutz Diesel de cuatro cilindros. Perico Elizalde ofreció  aportar de su bolsillo el 25% del costo del motor, nuestro amigo Juan Carlos Firpo ofreció otro 25%, Teddy también un 25% y por mi parte, muy contento, aporté los 25% restantes. Éramos así socios a razón de un cilindro cada uno. Algunas familias, que habían sido entusiasmados durante esta última temporada, entraron como socios fundadores y aportaron con su cuota de entrada, el dinero necesario para la compra del reductor y otros materiales. Con esta motriz íbamos a triplicar la capacidad de arrastre del Pomita 18. Para el futuro, teníamos previsto cambiar las torres de madera por torres metálicas, pero las torres de madera quedaron durante 7 años.

En aquel entonces, mucho antes del asfalto de la ruta a Bariloche y mucho antes de la instalación del gas, (dos elementos que cambiaron totalmente la vida de nuestra pequeña población), la realización de nuestro Centro de Esquí, era un verdadero logro.

Villa la Angostura era todavía un rincón perdido en la Cordillera, pero situado sobre un paso internacional importante. La doble temporada, verano-invierno, iba a permitir la rentabilidad de nuevos hoteles. Nuestro pequeño Centro de Esquí en desarrollo se estaba transformando en una locomotora importante para el desarrollo del pueblo.

En estos años, cuando en invierno, un viaje a Bariloche parecía una expedición, sobre todo cuando la nieve y el viento hacía caer los árboles a través de la ruta, y que no teníamos que olvidar el hacha y la pala para abrir el camino, era normal que todo costaba más en Villa La Angostura que en Bariloche. Es así que hoy en nuestro siglo 21, diría que la historia de Villa La Angostura tiene un antes y un después de la ruta y del gas.

 En ese fin del año 1984 nos ocupábamos del amueblamiento de mi primera casa en el Cruce, esperando alquilarla por semana a unos turistas. Al final, la alquilamos por varios años a la familia Garciarena, llegados para hacer inspecciones de las obras de pavimentación de la ruta. Ellos se convirtieron en buenos amigos, especialmente con sus vecinos, Jean-Marie y Mirta.

Con el atraso de la llegada del buen tiempo aparecían numerosas enfermedades contagiosas en el pueblo, como gripes, anginas, otitis, etc., tanto para los adultos como para los niños, para las cuales los médicos nos recetaban antibióticos. La devaluación del peso seguía. En  los 15 meses de gestión del ministro de economía, Bernardo Grinspun, la inflación alcanzó 627% con la quiebra de siete Bancos Nacionales, el desempleo de 1500 empleados y 200.000 clientes que perdieron un total de 350 millones de sus ahorros. La pobreza había llegado a tal punto que el Gobierno implantó una distribución de alimentos “Las Cajas PAN” (Plan Alimentario Nacional). Eso en un país exportador de alimentos. Lo que originó una asistencia exagerada, en gran parte para ganar votos en las elecciones. Para distraer el pueblo, el Gobierno llamó a un plebiscito el 25 de noviembre, sobre la validez de un acuerdo firmado en Roma, entre Argentina y Chile, en el cual Argentina había entregado a Chile algunas islas en el Estrecho de Magallanes. La radio hablaba solamente de eso.

En su carta del 12 de diciembre de 1984, Bernadette escribe: “Bru…, que frío!! Si sigue así, no iremos mucho a la playa este verano y no veremos crecer nuestras verduras. No tuvimos primavera. Los pescadores están felices por la gran cantidad de truchas”.

En ese fin de año 1984, en su carta del 27 de diciembre, Bernadette escribía: “Que suerte haber podido escucharlos por teléfono ese día de Navidad.

Ahora ya es muy tarde y mi marido no volvió todavía de la montaña. Desde el 21 de diciembre está aprovechando una máquina topadora alquilada a la empresa de construcción de la ruta, para terminar el camino de la base hasta el nivel 1.200 y mejorar el acceso provisorio para vehículos hasta el nivel 1.500”.

 

 

Estos caminos de acceso a diversas partes del Cerro nos iban a ayudar muchísimo. Otra ayuda, fue la adquisición de un pequeño jeep doble tracción Suzuki que me permitía los transportes que no podía hacer con la moto.

 

Con Jorge Tanoira, fundador de Cumelén y de la Asociación Cerro Bayo, y con su querida esposa Susana.

A pesar de no tener experiencia en la construcción de caminos, había decidido que las pendientes no sean mayores al 15%. Ideal para subir con vehículos, también ideal para nuestros esquiadores debutantes en invierno y para peatones en verano. El otro problema que tuvimos que enfrentar fue el de los desagües que solucionamos con canaletas y alcantarillas para evitar las erosiones, lo que ocurría a menudo y nos exigía mucho trabajo de reparaciones de caminos y de mantenimiento. Es evidente que esta obra nos iba a facilitar nuestros trabajos en la montaña. Napoleón en su estrategia de guerra decía que: “En primer lugar hay que asegurar los transportes”. Bernadette escribía a sus padres: “Gracias a ese nuevo camino, cuando vendrán, podrán admirar el paisaje de arriba de la montaña. Ahora falta terminar la nueva motriz del Pomita 18, en fabricación en Buenos Aires en el taller de fabricación de chinches de nuestros amigos Jorge y Carlos”.

En ese principio de año de 1985, la vida se presentaba de otra manera. Ya estábamos bien instalados en nuestra casa, con la ferretería y nuestra carpintería, así como en la montaña. Jean-Marie quería comprar nuestro fondo de comercio de la ferretería.

En el verano de 1984/1985, con Paul de ayudante, aprovechaba algunos momentos libres para instalar bombas de agua en los chalets de Cumelén.

 

 Con mi papá, plomero de Cumelén….

En su carta del 7 de marzo 1985, Bernadette sigue contando nuestra vida: …“Paul se fue a la montaña con su padre lo que le gusta mucho. Por un lado viene bien que todavía no entró en el pre-escolar, porque seguramente aprende más acompañándolo.  El camino de acceso al Cerro Bayo mejoró mucho. El Gobierno de la Provincia confía en nosotros y hacía lo necesario para mejorarlo.

 En cuanto a la ruta de Bariloche, no se ve mucho todavía, la empresa empezó la construcción de un inmenso puente de 220 metros de largo, a una altura de 70m arriba del Rio Correntoso. Guillermo Garciarena, hijo de nuestros amigos inquilinos, se ocupó del control de calidad del hormigón de este puente. Fue el primer trabajo de su carrera en la Dirección de Controles de las Grandes Obras Públicas.

Se calcula que el precio del puente será de 8 millones de dólares y el presupuesto de la ruta de 600.000 dólares el km. Como pueden constatar, el país está  en crisis, pero Villa La  Angostura progresa”.

Esta nueva ruta pavimentada iba a dar un valor agregado incalculable al pueblo.

Jean-Marie viajó con Bernadette y los chicos para festejar los 80 años de su padre.

 

Lo que fue una gran alegría para ellos.

 

 Paul y Hélène con su bisabuela.

 Después pasaron algunos días en Duinbergen, bien recibidos por sus otros abuelos.

 

Manejando los típicos “Cuistax” en la costa belga.

De regreso a Villa La Angostura, Bernadette escribe: “Me costó  volver a acostumbrarme a la vida angosturense. Un clima insoportable con los caminos destruidos, por la lluvia”.

Mayo, junio y julio fueron siempre los tres peores meses en Angostura, es así que muchos, venidos a vivir en la zona, no aguantaron más de tres años estas inclemencias del clima y fueron a establecerse en otro lugar.

“Para reencontrarme con mis actividades caseras, me carnearon uno de nuestros terneros y coloqué más o menos 120 kg de carne en el congelador. Cuando todo estaba adentro, tuvimos un corte de luz durante la noche. Por suerte, Jean-Pierre había armado un grupo electrógeno con un viejo motor del aserradero durante nuestra ausencia, lo que salvó todo lo que había en el congelador. Desde entonces, tuvimos varios cortes de luz y este grupo home-made nos salvó”.

El problema era lo difícil para arrancar el motor por medio de una manivela, especialmente los días de mucho frío cuando el aceite se ponía espeso. Arriesgábamos de rompernos la espalda para salvar nuestra comida.

 

Hélène festeja sus dos años.

 

Hélène con su muñeca Bécassine.

En la montaña estábamos en plenos preparativos para la temporada. Nuestros amigos Jorge y Carlos terminaban en su fábrica de chinches en Buenos Aires la fabricación de la motriz del Pomita 18. Las piezas, motor, reductor, estructura metálica, etc. nos llegaban poco a poco en la base del Cerro y las subíamos con nuestros bueyes, antes que llegue la nieve. Allí en el nivel 1500, bajo la lluvia y el viento hacíamos el armado de estas pesadas piezas con pocos medios, improvisados, esperando que todo coincida. Una vez armado, había que  colocar el cable, probar el telesquí y hacer los ajustes y puesta a punto. Todo un desafío en estas intemperies de la peor época del año, para que funcione ese primer telesquí “Made in Argentine”. Seguíamos nuestro aprendizaje en el oficio de los medios de elevaciones por cable con la preocupación de terminar a tiempo la instalación.

Lo único que no habíamos previsto, es que durante este próximo invierno de 1985, no iba a nevar y que todo ese trabajo, lo hubiéramos hecho cómodamente durante el próximo verano.

Terminando el montaje con la puesta del botón de stop para el operador del telesquí en caso necesario.

 

Bernadette, Paul y Hélène vienen a conocer el nuevo Pomita 18 pocos días antes de las vacaciones invernales 1985.

 

 

Todo listo, pero la nieve no llegaba.

Fuente:https://jpraemdonck.blogspot.com/

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