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ARCHIVOS DEL SUR

Historias de vida: Francisca Ojeda de Martin (Doña Panchita)

En esta entrega, Mercedes "Mechi" Palavecino escribe sobre la vida de la reconocida pobladora.
29/08/2021
Historias de vida: Francisca Ojeda de Martin (Doña Panchita)
Doña Panchita, foto Mechi Palavecino
Doña Panchita, foto Mechi Palavecino

Doña Panchita Martin, nombre como la conocimos toda la vida los vecinos de la vieja Angostura, y que  personalmente después supe que en realidad se llamaba Francisca Ojeda, nació en El Colorado, del otro lado del lago Nahuel Huapi, para Navidad de 1925. Ella nos cuenta que su papá la pudo anotar unos meses después, como sucedia por aquellos años en que los registros civiles quedaban lejos y no habia ni caminos ni medios de locomoción. Cobraban multas elevadas por la demora en anotar los hijos,según nos narra Panchita, en mi opinión eso sería para evitar que los pobladores estuviesen mucho tiempo sin cumplir este requisito ciudadano. En el caso nuestro, en ese tiempo el Juzgado de Paz que oficiaba también de Registro Civil, quedaba en el nacimiento del Rio Limay, lugar denominado “Nahuel Huapi”. Su padre tuvo que ir en bote a remo hasta allí y fue anotada un 27 de abril del año siguiente, pero ella recuerda que todos decían que había nacido en la noche de  Navidad.

 El Juzgado-Registro Civil comienza a funcionar  en V.L.A. en mayo de 1942, en el actual edificio construido por Parques Nacionales que es el mismo de la actualidad,. Estaba a cargo  del mismo el Sr. Cornelio Ravena., esto como dato ilustrativo, hasta ese momento funcionaba en el Nahuel Huapi como nos die Panchita.

Panchita narra que su padre, Ramón Ojeda, era del sur del vecino país, cree que quizás de la zona del lago Rupanco, no sabe bien, y cree que su madre, Alejandrina Chabol, era de la zona de Osorno. En 1887 vinieron a la región su abuelo materno, don Anastasio Chabol, junto con Conrado Eggers (cuyos descendientes aun viven en La Estanzuela, en el perilago). Habían sido parte de una expedición que partió desde Valdivia, Chile, y llegó hasta el rio Colorado, ellos decidieron quedarse en la  zona.

Ramón y Alejandrina tuvieron cinco hijos, Beatriz, Eduardo, Guillermo, Isolina y Francisca , pero a su vez Alejandrina tenia otros tres hijos con don Eggers, Lucía, Adán y Celinda.

Según nos narra, el Chucao quedaba “del Machete, un poquito para acá”, y esas tierras  pertenecían a Perovano, no sabe de quién será eso ahora, quizas se haya vendido. Ahí vivia su papá y luego con su familia, al fallecer él, quedaron solitas.  En ese momento, su madre y dos hermanas, Celinda Eggers, que en el tiempo que ella narra, vivía en Bariloche, y Beatriz, viuda de Guananja, que en el tiempo de la entrevista vivia en El Rincón. Panchita era la menor de las tres hermanas.

Doña Beatriz Ojeda, viuda de Guananja, en su casa de El Rincón, foto Mechi Palavecino, año 2004 aprox.

Panchita nos narra que en una oportunidad, siendo ella aun una niña, cree que puede haber sido alrededor del año 30, habia muchos problemas económicos por la falta de trabajo. Recordemos que esta es la fecha de la crisis del 30, el crack financiero global que afectó a la mayoria de los países y nuestra región tambien lo sufrió. Su padre decidió regresar a su país a buscar mejor fortuna, por lo que toda la familia se trasladó  con sus animales y algunas pertenencias un poco a caballo y otro poco a pie, por el paso Rincón, cuesta del Diablo, pernoctando en la laguna Las Mellizas. Su primer destino fue a orillas del rio Gol-Gol, luego fueron a la zona del lago Rupanco, donde don Ramón se  empleó como  peón de campo en un fundo.

Panchita nos dice que allí asistió solamente tres meses a la escuela ya que le quedaba  muy lejos y la debió abandonar y que aquí en Argentina tampoco asistió nunca,  que sola aprendió a leer y escribir un poco, y a hacer algunas cuentas  para defenderse en la vida, pero que no le fue tan mal. Después de unos nueve años aproximadamente, no recuerda bien, como también estaban mas o menos mal en Chile, decidieron regresar a la Argentina. Se establecieron  en El Rincón, donde vivia una de sus hermanas, Beatriz, quien se habia casado con don Lupercio Guananja, (que son los padres de Fidelia, su sobrina). Panchita recuerda que fue don Lupercio quien los habia ido a esperar con mas caballos para que no tuvieran que caminar tanto, y asi se les hizo mas liviano el viaje de regreso.

Don Ramón Ojeda se quedó trabajando por aquí con los Barbagelata. Él hacia trabajos en madera para cercos, tranquilla, tranqueras, era especialista en hacer las tejuelas de ciprés, coihue y alerce  que tanto se usaban en esos tiempos. Doña Alejandrina se enfermó y debió ser trasladada a Buenos Aires. Panchita comenzó a trabajar a los 14 años en el hotel Ruca Malen, construído por la recién creada Dirección de Parques Nacionales, como niñera de la familia Creznarik hasta los 17 años, y luego fue empleada por doña Ema y don Francisco Capraro en el Hotel Correntoso, como niñera de sus tres hijos, Ricardo, Marta y Silvia, recién nacida.

 

Hotel Correntoso-colección Familia Meier

A la pregunta de cómo era la vida social antes, Panchita comenta que trabajando de niñera en el hotel Correntoso, todos los empleados concurrían a las fiestas que se hacian en la Villa (asi denominábamos antes al actual Puerto), en la vieja “Flecha” de los Barbagelata (donde funcionaba el restaurant de don Benito Bianchi y en ese mismo local se realizaban fiestas, también el cine en los sesenta, habia billares, se celebraban cumpleaños de quince, yo personalmente recuerdo el de Jobita Brondo). Cuenta que los empleados de Correntoso eran un grupito y “bailaban hasta que aclaraba el dia nomas, y despues nos volvíamos otra vez y al otro dia ….a trabajar.”  También recuerda  “los 25 de mayo, los actos en la placita”, que era la Plaza Perito Moreno, hoy denominada Expedicionarios del Desierto, donde se hizaba la bandera nacional en el mástil, se cantaba el Himno Nacional, participaban las autoridades y los chicos de la escuela, donde estaba Maria Luisa Alemán y antes el maestro Pérez. Se hacían carreras, se hacia un gran asado popular y particiaban los vecinos. Era la fiesta más importante esa, ya que en ese tiempo no sabiamos que nuestra fundación había sido un 15 de mayo de 1932.

Acto en la plaza Perito Moreno, en el actual Puerto, foto libro Histórico Escuela Nº 104.

Panchita recuerda que no habia mucha gente antes y que todos se visitaban, comenta que ella conoció a Norberto Martin, quien fue su compañero de vida, y que decidio casarse con mucha tristeza de dejar a “ sus” chicos Capraro, sobre todo a Silvia, que era su preferida, ya que en el hotel ella lo pasaba realmente bien porque lo único que hacia era cuidar a los chicos, no tenia que hacer mas nada, ni cocinar, ni lavar ni planchar, que ella se sentía parte de la familia y jugaba todo el dia, y cuando volvia a la casa, si habian salido con los chicos,  tenia todo hecho y la mesa  servida. Cuando Silvia tuvo que estudiar, se trasladaron a Bariloche y Panchita también. Alli habia una señora en la casa y a ella le tocaba  hacerles el desayuno, además de jugar con ellos. Comenta que los chicos la querían mucho y la obedecían, y que en la actualidad (esto en la entrevista de 1999) Silvia todavia la visita y recuerdan juntas las travesuras que hacían y cómo doña Ema las retaba (se refiere  a la mamá de Silvia).

Panchita tenia una prima en Bariloche que le decía que se tenia que casar, para no quedarse soltera, y ella en ese tiempo habia conocido a Norberto, “que era un buen hombre y que se yo, un montón de cosas me hecharon en la cabeza, sino capaz que ni me hubiera casado con él, porque yo no queria salir de esa casa por los chicos, que una se encariña con los chicos, para mí éramos todos una sola familia, así que yo, cuando me salí esa mañana, para que no me vean porque sino la Silvia se me prende y no me larga, lloraba, yo no podia salir, porque ella me buscaba y yo salía para acá cuando tenía licencia, me daban vacaciones, y los otros a los gritos para allá, para que vuelva”.

Silvia Capraro con su padre Francisco, su esposa Heidi y otros-acto plaza Primo Capraro año 2000, foto Mechi Palavecino

Al preguntar como era su vida antes, con sus padres, nos dice:” que se levantaba temprano, hacía fuego, ponía la pava para tomar mate, le cebaba a su padre si él estaba en la casa, hacían las cosas de la casa, lavar los platos, ayudar a lavar la ropa, acarrear leña, acarrear el agua, porque se hacia todo a mano, con un tacho arriba de la cocina y listo”, que asi estuvieron un tiempo en El Rincón y luego se fueron al Chucao, donde fallecieron sus padres, pero nos narra que su padre falleció primero, se le cayó el techo del galpón encima y lo aplastó, en el aserradero alli donde él trabajaba, en agosto de 1948. No le pregunté si recordaba que tuviesen algún tipo de indemnización por ese lamentable suceso y ahora ya no puedo.

Comenta que ella estaba en Bariloche viviendo, porque como ya dijimos, trabajaba para los Capraro, y Norberto fue en lancha a buscarla para su casamiento, que fue en El Machete,  porque Norberto estaba encargado de las lanchas en el country club alli y además era quien hacia el mantenimiento de los motores de la usina eléctrica. Comenta que el juez y los testigos fueron hasta alli a casarlos y que ellos vivieron un tiempo mas en ese lugar, aproximadamente un año y medio en total. Allí ella hacia las cosas de su casa, tejía y bordaba, (se lamenta que ya no puede hacerlo), y que se visitaba con la familia Cayún y con otra señora a orilla del rio, que se llamaba Isabel. No tenia posibilidad de hacer huerta ni jardín en ese tiempo, ya que eso le correspondia al encargado del club, que era el señor Juan. Los Cayún la proveían de las frutas y verduras que nesesitaba para su consumo y también leche, manteca y queso, ella queria pagarles pero en general no querian cobrarle. Cosas de buenos vecinos, nomás.

 En 1954 nació Alicia Ester, su primer hija, y luego de unos meses se vinieron para la Villa, donde Norberto trabajó primero en la Usina, al lado de Parques Nacionales, donde ahora se ubica el Museo Histórico Regional. Él estaba como mecánico de los motores de la Usina, y el encargado era el señor Zuclin. Trabajó alli como tres años hasta que después entró en Correos y Telecomunicaciones, también como mecánico de los motores de la usina propia que tenía el correo, aunque mi padre, que era el jefe, hacia que  los empleados realizaran todas las tareas, cosa que en aquellos tiempos estaba bien visto porque les permitia saber otros oficios y en caso de  enfermedad de alguno, el trabajo no se resentía. Todos podian encender los motores de la usina en caso de cortes de luz, todos sabían trasmitir por radio los telegramas, todos sabian atender al público y hacer las tareas administrativas. Hoy sería muy criticado mi padre por hacer eso!!!!! Pero como ya dijimos…..eran otros tiempos.

Vamos a dejar aquí esta historia, hasta la semana que viene.

 

A Doña Panchita y su hija Ester, Alejandra y Aldo Silva Grecchi, Encuentro de Pobladores, dic.2006-foto Mechi Palavecino

-Entrevistas, charlas y recuerdos personales de Mechi Palavecino en distintas oportunidades

-Entrevista de Marcela Varangot 30-09-1999

- Natalia Belenguer, libro “El paraíso tembló”, Ed. La Grieta, 2020

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*Escribe Mechi Palavecino, museóloga, Prof. Historia U. N. Comahue para Archivos del Sur, Subcomisión de la Biblioteca Popular Osvaldo Bayer.

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