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ESPECIAL PARA DIARIOANDINO

“¿A qué llamamos lazo social en Psicoanálisis?”

Aún a pesar de la imposibilidad de encuentros multitudinarios, hacemos lazos mediante los recursos con los que disponemos. Por Violeta Paolini.
08/09/2021
“¿A qué llamamos lazo social en Psicoanálisis?”

Freud habló de lazo social en el malestar en la cultura ubicando la pulsión de muerte, de manera que la civilización pueda conducir a una ilusión de felicidad.

Con Lacan tomando la idea de la imposibilidad de la sociedad como un Uno, es necesario pensar de qué modo puede hacerse lazo y es allí que aparece el concepto de sinthoma.

El síntoma no se dirige a nadie, goza solo, en cambio el sinthome es un funcionamiento.

El nuevo lazo social que propone el Psicoanálisis entonces es vía el síntoma: en el caso de que se dirija al Otro el síntoma hace lazo. Es decir que siempre es singular. No existen entonces para nosotros clasificaciones.

En la clínica encontramos la vertiente del sentido del síntoma, en tanto se cree que quiere decir algo, pero también la vertiente real, del goce encerrado allí, que se repite. Eso exige satisfacción.

Lo real del vínculo social es la inexistencia de la relación sexual. Lo real del inconsciente es el cuerpo hablante.

Los seres sexuados hacen pareja a nivel del goce, siempre de manera sintomática.  Entre los sexos solo hay encuentros contingentes.  El encuentro determina la modalidad de goce que para cada uno es singular.

En un análisis  se circunscribe esa singularidad permitiendo una nueva manera de enlazarse a los otros.

¿Qué hay de nuevo hoy, en relación al lazo social?

El síntoma reúne lo hetero-erótico y lo auto erótico, lo que pasa por el Otro y la satisfacción autística que no se entrega al vínculo. El síntoma  posibilita el lazo y lo impide al mismo tiempo.

Es la época de la igualdad entre los sexos, de todos con su objeto, sin Otro. Lo real del goce domina los encuentros cada vez más reducidos a contactos. Más narcicismo disfrazado de autoestima. Así los lazos sociales son cada vez más “reales” y con menos semblantes, menos poéticos. Síntomas mudos que no demandan nada. Clínica de la pulsión, que hay que redireccionar al Otro, sin dejar de estar orientados por lo real.

Por suerte, no es así en todos los casos, y en tanto el síntoma molesta, no queda aplastado por el mandato del mercado, abre lugar al trabajo analítico.

En estas circunstancias, aún a pesar de la imposibilidad de encuentros multitudinarios, hacemos lazos mediante los recursos con los que disponemos, con sujetos dispuestos a compartir sus respuestas singulares, quienes se las arreglan de la buena manera.

Violeta Paolini, Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana y la Asociación Mundial de Psicoanálisis

 

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