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MEMORIAS

La historia de Jean Pierre: El Primer Esquí Cross en el Cerro Bayo

En el capitulo 42, el nuevo cañón de nieve y la visita a la comunidad de Batea Mahuida.
09/10/2021
La historia de Jean Pierre: El Primer Esquí Cross en el Cerro Bayo

Desde octubre del 2002 hasta junio 2003, habíamos realizado muchas mejoras que iban a sorprender a nuestros clientes, amigos y promotores del Cerro Bayo.

Junio 2003,  llegada de los cañones para producir nieve. De izq. a der. : Pedro, Moneda, Carlitos y Darío.
Reconstrucción del techo del Refugio Base después del incendio y construcción de la sala de primer auxilio.
Ampliación del Refugio “Los Copitos” y construcción de dos estaciones eléctricas con sus transformadores y grupo electrógeno.
La Estación Motor del Pomita 18 en su nueva transformación.

Un nuevo prototipo producido en nuestros talleres, bajo la dirección Técnica Paul Glassey.

Y el cielo nos mandó la nieve para recompensarnos.

Además de terminar todas estas mejoras, habíamos agregado unas “Girondas” en el borde de la pista del T-BAR que dieron buenos resultados.

 

En la base, bajo la dirección de Carlitos, los dos cañones producían los primeros copos artificiales angosturenses.

 

Gracias al dique y un tanque que habíamos construido de hormigón armado con una capacidad de 80.000 litros, para el consumo de los edificios, los sanitarios, los cañones de nieve y algunas bocas de incendio, producíamos en 2003 la primera nieve artificial del Cerro Bayo. Como no arrancaban automáticamente  según las condiciones de humedad del aire y de temperatura ideal, Carlitos que vivía con su familia en la base, tenía que despertarse varias veces de noche para aprovechar los momentos ideales para poner en marcha los cañones.

Los dos cañones en “Full Production”.

Este primer resultado de producción de nieve nos aseguraba que en el nivel 1500, con más frio y menos humedad de los bosques, íbamos a tener excelentes resultados. Especialmente en nuestras tres pistas para debutantes, donde la nieve no podía faltar.

Nuestros clientes amigos habitués, no podían creer encontrar tantas novedades. La Telesilla Lenga, recientemente inaugurada, hacía la felicidad de los buenos esquiadores. Todas las pistas se encontraban perfectamente pisadas gracias a nuestros pisanieves “Pisten Bully” bien manejados por Luis Vergara y Blaise Zufferey, quién llegó  de Suiza por segunda vez, para ayudarnos en este trabajo nocturno.

Blaise  en Andalué.

Para evitar posibles problemas eléctricos nuestro maestro eléctrico, Jorge Cotos, alojaba con su esposa Zuny en uno de los departamentos de la Telesilla Lenga.

Almorzando con Jorge Cotos y Zuny en Refugio Chaltén.

Todos los días aparecían más esquiadores y Jean-Marie, después de sus días de cajero, temía ser atacado cuando bajaba al pueblo con la pesada receta del día.

Medidas de seguridad preventivas.

Habíamos lamentado algunas caídas de clientes en el momento de sus llegadas. Para evitar estos accidentes decidimos colocar aserrín en el camino.

Durante el mes de agosto, recibimos para realizar una pasantía, un grupo de jóvenes que trabajaban en el Centro de Esquí de Villa Pehuenia. Ellos hacían parte de la agrupación BATEA MAHUIDA. Su Cacique nos había pedido de darles una formación técnica sobre los medios de elevaciones, preparación de las pistas y auxilio a los esquiadores.

Los invitamos a vivir en el Cerro durante una semana con pensión completa, sabiendo que en tan poco tiempo no les íbamos a enseñar mucho, pero por lo menos que se dieran cuenta de los problemas de la actividad.

J-Pierre con el Cacique Manuel Calfuqueo y unos miembros de la agrupación Batea Mahuida
 

El Cacique Manuel Calfuqueo me agradeció, entregándome un recordatorio, tallado por el artista de su tribu y me invitaba a conocer su Centro de Esquí en Villa Pehuenia en el norte de la Provincia. Blaise me acompañó. Manuel Calfuqueo nos llevó al único hotel del pueblo, a donde nos iba a venir a buscar a la mañana siguiente. Pero hasta las 10:00 am no había aparecido nadie, ni para servirnos el desayuno y decidimos irnos al Centro de Esquí, sin saber por dónde ir. El primer inconveniente era que no encontrábamos a nadie para indicarnos el camino. Nos pusimos a la búsqueda de un habitante sin darnos cuenta que los caminos estaban congelados, a tal punto que después de una bajada, nuestra camioneta no podía ni avanzar ni regresar. Entendimos porque todo el pueblo se quedaba en cama, lo que presentaba menos riesgos. Después de numerosas tentativas (sin doble tracción, ni peso en la caja de la camioneta), por fin encontramos el puesto de policía y nos dijo que no íbamos a llegar al Centro de Esquí sin un vehículo adecuado y que el personal, todavía no había pasado. Nos quedamos esperando, ya eran las 12 horas y nos preguntábamos a qué hora abrían el Centro, cuando apareció Manuel con un vehículo doble tracción. Había ido a conseguir la carne para el asado, lo que parecía lo más importante, visto que los esquiadores no llegaban antes de las 15 horas. Blaise no lo podía creer y se preguntaba si esta cultura no era mejor que la nuestra. Para qué preocuparse cuando uno tiene buenos corderos y tiempo para comerlos.

Manuel, mantenía buenas relaciones con el Gobierno de la Provincia que lo ayudaba. Obras Públicas de la Provincia había construido un gran refugio comedor que se había quemado y que había sido reemplazado por una inmensa carpa calefaccionada, donde pensábamos comer, pero nos hicieron el honor de invitarnos en su refugio más cerca del asado.

Blaise, feliz invitado en Batea Mahuida.
 

Después del asado, nos invitaron a esquiar. Como no arrancaba el motor del Telesquí, lo que no parecía molestar a nadie, Manuel nos  remolcó con una potente moto de nieve a plena velocidad hasta la parte más alta de una loma. Mientras tanto los pocos clientes, principalmente chicos, esperaban que arranque el telesquí.

Ya era tiempo de regresar a Villa La Angostura y el jefe de la patrulla nos agradeció la visita con un mate de despedida.

El mate de  despedida.

Después de ese encuentro con una cultura distinta a la nuestra, volvíamos a la realidad, pensando llegar a tiempo al Cerro Bayo para el pisado y preparación de las pistas.

Nuestra temporada invernal 2003 fue un éxito. No faltó la nieve, las pistas estaban bien mantenidas y los medios de elevaciones funcionaban bien. La nueva telesilla Lenga fue apreciada por nuestros esquiadores expertos, ofreciendo al Cerro Bayo el prestigio que le faltaba.

Los organizadores de una competencia de Esquí-Cross habían pedido a Blaise que les acumule grandes lomas de nieve para ofrecer varios saltos a los competidores que ofrecieron un impresionante espectáculo.

Agosto 2003, Primer Esquí-Cross en el Cerro Bayo.
 
Jean-Pierre con la Escuela de Esquí 2003.

Todos ayudaban.

Édouard con sus compañeros de la patrulla y la pala.
Nuestro ingeniero Pablo Secul y nuestro futuro ingeniero Paul Raemdonck.

A fin de julio, habíamos festejado el fin de la temporada alta. A partir de 2004 esta fiesta iba a ser la fiesta de los silleros, en reconocimiento al trabajo ingrato de ayudar a la gente en las telesillas y en los telesquíes durante horas, con cualquier clima, siempre con cordialidad y sonrisa. Uno tiene que haber hecho este laburo para saber los sacrificios que exige.

Edouard y el sillero Leo Ruiz           Hélène y el sillero Isaías.

La gran fiesta era la de fin de temporada con la presencia de todo el personal permanente y temporario. Un total de 50 personas.

La gran fiesta de fin de temporada invernal 2003.

Apenas terminada la temporada, empezábamos los preparativos para la próxima temporada. El taller de la base quedaba chico. Carlitos, hombre muy hábil, tomó la dirección de la construcción del nuevo taller al lado de la casa que ocupaba con su familia.

Carlitos en plena obra.

Yo regresaba a Suiza para conseguir un potente telesquí que íbamos a transformar en una pequeña telesilla mono plaza. El precio era de un franco suizo simbólico, con la condición de desarmarlo. Nicolás Trombert con sus dos fieles amigos que ya me habían ayudado en Charmey y en Villars aportaron sus preciosas ayudas.

En el momento de la puesta en contenedor, llegó Paul de ayudante. Recién había terminado su último año de Ingeniero Electrónico.

Paul en el contenedor, con mameluco del ejército  suizo conseguido en el depósito militar de Sion.

Después de nuestros días de cargamento, pasábamos excelentes atardeceres con suculentas cenas y buenos vinos, invitados de lujo en la casa de Renée y Claude con un departamento a nuestra disposición. Nunca olvidaremos la cálida hospitalidad de Claude y Renée.

Renée vestida con su sombrero y poncho argentinos.

A los pocos días de nuestra fecha de regreso a Argentina, Paul Glassey nos avisó que en el Centro de Esquí de FINHAUT, situado entre Martigny y Chamonix, nos ofrecían un telesquí con la condición de desarmarlo. Como ya no nos quedaba el tiempo para desarmarlo, Nicolás aceptó de ponerlo en un contenedor. Estábamos seguros que nos iba a servir como lo pondrán constatar en un próximo capítulo.

A principio del mes de noviembre, aparecía en Andalué un matrimonio suizo, cuyo hijo había trabajado de patrullero en el Cerro Bayo y que me habían invitado a alojar en su casa en Villars. Era Marc Antoine Grec, músico apasionado del cuerno de los Alpes. Como no había podido traer un cuerno verdadero de madera de una sola pieza, había traído en su valija uno telescópico de aluminio.

Marc-Antoine en Los Tres Mosqueteros, en Andalué, en Cumelén y en Puerto Manzano.

Fue la primera vez que resonaba entre nuestras montañas, melodías suizas que el eco nos devolvía. Estos cuernos de los Alpes fueron los medios de comunicaciones utilizados en muchas regiones montañosas. De hace siglos, los montañeses se mandaban mensajes por el medio de varias melodías. Uno para avisar un fallecimiento, otro avisando que había perdido su vaca, etc. Lo increíble es que en los Andes, en  Perú y otras montañas de la Cordillera, se usaban cuernos similares. Triste que hoy nuestros  teléfonos celulares no tienen el mismo encanto.

Retrato dibujado por Sylvette Badessich, de un pastor de la Provincia de Salta con su Cuerno.

En noviembre del 2003, organizamos en el Cerro Bayo, con el Club Andino de Villa La Angostura, un nuevo Enduro en el cual participaba Édouard ayudado por sus dos familias: la nuestra y la de los Bomberos.

Hélène, …, Édouard, Juan-Pablo, Walter y Pedro.

En diciembre del 2003, Édouard con sus experiencias de bombero, patrullero y piloto de motocross, se convertía en actor con el rol de David Copperfield en una representación teatral organizada por su escuela de inglés.

En el Centro, Édouard en el rol de David Copperfield.

En fin de año 2003, Hélène, acompañada de sus amigas Rebeca y Constanza, salían a trabajar al Centro de Esquí de Andorra.

En víspera de Navidad, tuvimos el honor de recibir la visita de Don Francisco Capraro (Don Pancho como lo llamamos todos) que con sus 95 años, había decidido conocer las instalaciones del Cerro Bayo. No quería morir antes de ver lo que habíamos realizado. Hijo del gran Pionero que fue su padre, nadie conocía tan bien la historia de la zona. Era un placer para nosotros recibirlo y llevarlo con su secretaria en telesilla, para tomar un té en el Balcón del Bayo, donde Raúl Marengo hizo lo posible para atenderlo como lo atendían su personal del Hotel Correntoso. Hotel que había sido la primera piedra del turismo angosturense cuando lo construyó su padre en 1917, totalmente de madera, bajo el nombre de pensión Doña Rosa. Don francisco lo reconstruyó con mampostería y lo atendió con su familia durante muchos años atendiendo pescadores con mosca de todas partes del mundo. Hoy el hotel sigue con la misma calidad de servicio, bajo la dirección de Alejandro Laurence y su esposa.

Don Francisco Capraro en diciembre 2003
Pensión Doña Rosa en 1917.
Hotel Correntoso actualmente
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