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La historia de Jean Pierre: el sueño del teleférico y la construcción de la telesilla monoplaza

En esta entrega, el pionero cuenta el proyecto que finalmente no se concretó y como se pensaron y construyeron otros.
16/10/2021
La historia  de Jean Pierre: el sueño del teleférico y la construcción de la telesilla monoplaza

A principios del año 2004, Hélène y sus amigas habían ido a trabajar en el Principado de Andorra. Esta pequeña nación soberana europea, de solamente 468 kilómetros cuadrados, atascada entre Francia y España, que se permite el lujo de recibir diez millones de turistas por año. Como el principado no tiene más de 90.000 habitantes, para atender tanta gente, llama a jóvenes, de nuestro hemisferio, como profesores de esquí, conductores de máquinas, mozos, etc. Es así que varios empleados del Cerro Bayo tuvieron la oportunidad de trabajar en Andorra. Sin contar que varios patrulleros de Andorra vinieron a trabajar en el Cerro Bayo, dejando sus conocimientos.  Una excelente hermandad.

Toda la familia, incluida Mamy, se encontraba en Andalué menos Hélène. Como invitados, teníamos a Paul y Antoinette Glassey, nuestros socios suizos en el Cerro Bayo. Ellos compartían nuestro entusiasmo en su desarrollo y nos traían sus buenos consejos. Un día, decidimos visitar con ellos, la condesa de Chateaubriand en su chalet situado a 200 metros más arriba de Andalué. 

Antoinette, Paul, la Condesa y Mamy.

Recientemente, su esposo, el conde André de Chateaubriand había fallecido y la donación de las tres hectáreas de tierra que nos había cedido en la cumbre del Cerro Bayo caducaba, ya que no había sido firmado delante de un escribano. La condesa nos dijo que ella fue testigo de esta donación y que iba a hacer lo necesario a su regreso a Buenos Aires para que su escribano transfiera las tres hectáreas a nombre de la Sociedad Anónima “Cerro Bayo”. Ella nos aseguró que no iba a negar el convenio ni el plano del agrimensor firmado por su marido.

 

Desgraciadamente la condesa falleció, sin haber hecho lo necesario y su sobrina, heredera de André de Chateaubriand, se opuso a entregar las hectáreas de la cumbre del Cerro. Nosotros, en ese momento, confiados en la palabra de la Condesa, aprovechamos la presencia de Paul Glassey para empezar el proyecto de unir la llegada de la telesilla Lenga con la cumbre del Cerro Bayo por medio de un pequeño teleférico que se iba a llamar Teleférico André de Chateaubriand, en reconocimiento por su donación. El proyecto había sido el objeto de numerosas reflexiones y estudio sobre el terreno. Lo cual fue en gran parte, la razón principal del viaje de Paul y Antoinette para evitar cualquier equivocación.

Un magnífico proyecto que incluía una confitería en la llegada del teleférico con un panorama visual de 360 grados, único en el hemisferio sud americano. La frutilla que le faltaba a la torta Cerro Bayo.

Paul Glassey en la cumbre, proyectando y admirando la vista panorámica

Desde septiembre del 2003 juntábamos materiales para el proyecto, en el depósito del hermano de Paul Glassey en Martigny. Ya nos faltaba poco para completar los materiales necesarios.

Las cabinas, el reductor y otros materiales en el depósito de Albert Glassey.

Su construcción era un verdadero desafío. Con la telesilla Lenga subíamos: ripio, hierros, cemento, encofrados etc., hasta el nivel 1700 donde íbamos a instalar nuestro teleférico de servicio para subir los materiales hasta la cumbre. Un helicóptero hubiera sido lo ideal. El más difícil iba a ser de subir el reductor de cinco toneladas. Como siempre solucionábamos un problema a la vez, dejando el próximo para después.

 
La Construcción de los cimientos del teleférico a la cumbre.

Teníamos previsto la inauguración del Teleférico “Pendelbahn” (su nombre en Suizo Alemán) para el año 2006. Desgraciadamente, unos eventos imprevistos a partir del año 2005 nos obligaron a interrumpir este ambicioso proyecto que iba a permitir el uso total de la montaña, tanto para apreciar el hermoso panorama desde la cumbre como el acceso a las pistas provinciales, donde en este caso, no iba a ser necesario instalar medios de elevaciones, salvando su aspecto natural de fuera de pista que hacía su encanto.

Las Pistas Provinciales.

Es con mucha tristeza, que tan cerca de la cumbre, tuvimos que abandonar ese valioso proyecto que habíamos soñado.

Pero el destino nos obligó a aceptar las circunstancias, lo que van a poder constatar en los próximos capítulos.       

Los cimientos de la futura Estación Motor del Teleférico André de Chateaubriand  en marzo 2004.

Además de desarrollar el proyecto del Teleférico, estábamos aprovechando el verano con varias obras: 

La ampliación del refugio Chaltén en la base.
La terminación de la estación de llegada de la telesilla Lenga.

 

 

 

 

 

La construcción de la “Sillita”. 

Y la construcción de la telesilla “Sillita”  de una plaza entre el lugar donde se encontraba en su epoca la torre 9 del Poma y el nivel 1500. Un lugar estratégico para los esquiadores cuando falta nieve en la parte inferior de la montaña.

En la base, Carlitos había terminado la construcción del nuevo taller y fabricaba las sillas de una plaza para este nuevo medio de elevación. Cerro Bayo se estaba transformando en una pequeña fábrica de elementos de montaña que no existía en el país. 

Carlitos con su producción en serie de sillas.

Durante su estadía, Paul y Antoinette me acompañaban aportando sus buenos consejos.

Paul Glassey durante la implantación de la estación de retorno de la “Sillita”.

Poco antes del retorno a Suiza de Paul y Antoinette, aprovechamos su presencia para tomar algunos días de vacaciones con ellos en la  casa rodante. Fuimos hasta el Bolsón donde cenamos con Tom y Cristina en el “Camping Suizo” de nuestros amigos Miguel y Úrsula. De regreso del Bolsón, pasamos a almorzar en el restaurante giratorio de Cerro Otto antes de despedirnos de ellos en el aeropuerto de Bariloche.

Nuestro verano siguió, lleno de actividades. Paul y Édouard me ayudaban en el cerro, mientras que Bernadette, además de la oficina y del hogar, seguía ocupándose de la obra para discapacitados “Traulén”, donde como en todas obras filantrópicas había que juntar fondos y aprovechar de la “Fiesta de los Jardines” para vender sándwiches, alfajores, y gaseosas. 

Por suerte estaba Mamy, colaborando con los alfajores caseros.

Durante nuestros trabajos de construcciones, aparecían a visitar las obras, numerosos amigos y socios de la Asociación Cerro Bayo.

Patricia y Félix Steverlinck.
El doctor Juan Cruz Derqui.

Juan Cruz nos ayudó a redactar un pequeño libro, explicando la colaboración del Country Club Cumelén con la Asociación Cerro Bayo durante la primera etapa del desarrollo del Centro. 

 

Todos nos apoyaban y proyectaban sus próximas vacaciones de invierno. Mientras progresaba nuestra empresa, seguiamos aprendiendo el “Como Hacer”, Paul con los tableros eléctricos de los medios de elevaciones, Édouard con el manejo del camión grúa y otras prácticas como de rescate y de primer auxilio, sin pensar que con el tiempo iba a ser su profesión.

Édouard y sus compañeros durante una práctica de primeros auxilios

Nuestras primeras instalaciones eléctricas tenían muchas fallas, hasta que el destino nos hizo encontrar un verdadero electricista en la persona de Jorge Cotos, un verdadero maestro con mucha experiencia y una verdadera pasión para las instalaciones bien hechas. 

La estación transformador de la sillita, armada por Jorge.

El verano había sido tan seco que el 2 de abril, Bernadette escribe: “Hace tres días que llueve sin parar. Era necesario, porque el arroyo que nos alimenta de agua, estaba casi seco. (Por suerte, nunca nos dejó sin agua). Después de tres meses sin lluvia, nos tenemos que re acostumbrar, son verdaderos baldes de agua que nos caen. Mañana, Hélène, Édouard y Pedro salen a Neuquén para participar en un enduro”.

En este enduro, Édouard tuvo la mala suerte de romper el cable de embrague y tuvo que abandonar. La casualidad que apareció Paul, llegando de Córdoba, que no había llegado a tiempo para alcanzar el colectivo para Villa La Angostura y se vino con ellos.  

El 18 de junio del 2004, el Club Andino de  Villa la Angostura festejaba su 30° aniversario. La Comisión Directiva del Club editó una linda revista, contando la historia del Club, con los nombres de los primeros asociados y cómo había nacido esta unión en el amor a las montañas a partir de la construcción del Refugio “El Yeti” sobre el Cerro Bayo. 

 

En la revista figuraban varios buenos artículos relatando los principios del Club, como entre otros:

 

A principios de julio del 2004, pocos días antes de la abertura del Centro, nos dimos cuenta que un rodamiento de la rueda de retorno de la telesilla principal hacía un ruido anormal. Este rodamiento arriesgaba romperse en plena temporada y decidimos reemplazarlo. Para eso había que aflojar el cable para sacarlo de la rueda y bajarla al piso para sacar el rodamiento con una prensa hidráulica, pedir el rodamiento a Buenos Aires y rearmar todo en las reglas del arte. 

Con Pablo Secul, Cristian, Édouard y Daniel.

Todo se hizo en un tiempo record y terminamos la reparación antes de la abertura de la temporada invernal.

La nieve del invierno 2004 no fue abundante. Por suerte los cañones de nieve en la base y las nuevas “Girondas” colocadas durante el verano en la parte superior del Cerro nos ayudaron.

La ayuda de los cañones y de las “Girondas” en el principio del invierno 2004.
Poca nieve y gran afluencia durante las vacaciones de julio del 2004.
Con falta de nieve abajo de 1400 m, se inauguró con éxito la nueva sillita mono plaza.

El primero de agosto, Bernadette escribía a su hermano: “La temporada fue relativamente buena, pero con muy poca nieve. El tiempo fue anormalmente caluroso. Ahora tuvimos que cerrar algunas pistas por falta de nieve y esperemos que nieve para mantener el centro abierto. Jean-Marie tuvo mucho trabajo y se encuentra muy cansado. Édouard y Hélène también trabajaron en el cerro y lunes empiezan las clases. Paul terminó su último examen el 29 de julio y ahora está con nosotros.

La familia reunida en julio 2004.

Jean Pierre saldrá para Suiza a fin de agosto, donde quedará hasta principio de octubre. Tiene previsto cargar varios contenedores. Paul llegará a Suiza alrededor del 20 de septiembre y después se quedará en Bélgica hasta el 10 de diciembre. Aprovechará su viaje para hacer una pequeña investigación en cuanto a su futuro.

Como lo anticipaba Bernadette, a fin de agosto 2004, salí como cada año a Suiza a buscar materiales para el Cerro Bayo.

Pero esta vez, no salía solo. Durante una comida en el Cerro Bayo, nuestro electricista Jorge Cotos y nuestro mecánico de medios de elevaciones Daniel Braun me habían hecho la observación que yo tenía mucha suerte de viajar a Suiza cada año. Es así que les ofrecí acompañarme para ayudarme y darse cuenta del trabajo que  representa el desarme y puesta en contenedores de todo este material. Lo que aceptaron y es así que viaje bien acompañado para un nuevo desafío que consistía en desarmar y poner en contenedores dos telesillas del Centro de Esquí de Champéry. 

Aterrizamos en Ginebra un viernes y el sábado, estábamos invitados al aniversario del Centro de Esquí Moléson de la familia Micheloud, con banda musical, almuerzo compartido con las autoridades del Cantón y visita de las instalaciones.

Desde la izq. a la der. : La Banda, Philippe Micheloud, Antoinette  Glassey, Daniel Braun, Jorge Cotos, Antoine Micheloud y Paul Glassey.

El domingo, estábamos invitados en el “Mayen” de la familia Glassey para comer una “Raclette”, después de un aperitivo en la cumbre del “Mont-Fort” a 3.328 metros de altitud. 

Aperitivo sobre el Mont-Fort y raclette en el Mayen.

El lunes: Cambio de programa, empezábamos el trabajo en Champéry.  En el mes de julio el amigo Gord me había avisado de la posibilidad de conseguir dos buenos medios de elevación contra su desarme. El negocio me había parecido interesante a condición que Gord pudiera ocuparse de enrollar los cables y bajar con helicóptero las torres y las estaciones. Nuestro trabajo consistía en colocar estos elementos, después de desarmarlos, en  contenedores pedidos a la empresa Jungen.   

Jorge y Daniel en plena acción con mates entre medio para recuperar fuerzas.

Jorge y Daniel encontraban todo eso muy interesante y apreciaban las buenas comidas y las numerosas invitaciones. Anne-Marie Trombert nos había prestado un confortable departamento y varias veces estábamos invitados a cenar. Los fines de semana recibíamos invitaciones que nos hacían descubrir las bellezas del país: Entre otros el pueblo de Gruyère.

Un día nos invitaron a navegar sobre el lago Léman. 

Navegando sobre el lago Léman, descubriendo el castillo de Chinon.
Daniel, Gord y Jorge, antes de subir al “Mont Blanc”

Gord nos ofreció una excursión inolvidable a Chamonix con ascensión al “Monte Blanco” y travesía en telecabina desde l’Aiguille du Midi (3800 m.) hasta Cervinia/Courmayeur en Italia.

L’Aiguille du midi.

Arriba del “Mont Blanc”, me di cuenta que nuestras realizaciones sobre el Cerro Bayo eran juegos de niños en comparación a las proezas de ingeniería realizadas en esta montaña de casi 4000 metros. Mis homenajes a los que tuvieron el coraje y la energía para emprender estas infraestructuras. En primer lugar al ingeniero italiano Dino Lora Totino que tuvo la idea que el “Mont Blanc” no debería separar Francia de Italia, sino unir los dos países, gracias a su cruce, por abajo, por un túnel y por arriba, con transporte por cable que Dino Lora Totino supo realizar. Otro domingo, con Paul Glassey visitamos un dique con sus turbinas y otro fin de semana el famoso Centro de Zermatt.

Zermatt, almorzando al pie del “Mont Cervin”.

Durante la semana trabajábamos de las 8 a las 18 horas con una hora para almorzar y algunos minutos de descanso con un mate amargo, lo que divertía  a los suizos. 

Con un mate amargo, el combustible argentino indispensable.

Un día, apareció una periodista para hacernos un reportaje. Es así que en octubre 2004 se editó en la revista “Le Vendredi” del Valais el siguiente artículo.

 

Cerca de nosotros trabajaba el equipo de montaje de la nueva telesilla de seis plazas que iba a reemplazar el medio que llevábamos. Cada dos minutos un helicóptero transportando el hormigón pasaba encima de nuestras cabezas. Mientras destornillábamos los miles de bulones, mis dos compañeros constataban la eficacia y la velocidad de estos montajes en suiza.

Misión cumplida, Jorge y Daniel terminando de cargar.

Después de haber hecho un buen trabajo, el 20 de septiembre, mis dos compañeros me dejaban. Paul llegó para ayudarme a terminar el cargamento. Nos faltaba agregar un lote de esquíes, repuestos para los pisanieves y otros elementos.

A principio de octubre viajamos a Bélgica para encontrarnos con Bernadette. Pasando por “Nivelet” un pequeño pueblo en las “Ardennes” belgas. Presenté a Paul, un amigo de infancia, Yves Déome, quien en lugar de poner vacas en su campo, almacenaba  ex camiones militares conseguidos en Alemania para exportarlos a África. Yves nos contaba como negociaba sus ventas con los presidentes y jefes militares africanos.

En Bruselas efectuamos las visitas habituales y Bernadette y yo salimos para un pequeño viaje en Suiza, antes de volar a Argentina.

Visitando un Museo del Esquí en Suiza.
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