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JUGUETE RABIOSO

Hoy compartimos “Grunds” de Daniel Risso Patrón

En la entrega 19 de la sección que cura Diego Reis, hoy un cuento  fantástico de DANIEL RISSO PATRÓN, escritor de Cinco Saltos (Río Negro) y asiduo visitante de nuestra ciudad.
25/02/2023
Hoy compartimos “Grunds” de Daniel Risso Patrón

GRUNDS/ Por Daniel Risso Patrón*

 

Información del Diario Río Negro del martes 26 de abril del 2016. El astrofísico Stephen Hawking ha apadrinado en Nueva York el programa más audaz de exploración espacial de las últimas décadas. El Proyecto Starshot, impulsado por el multimillonario ruso Yuri Milner, aspira a lanzar al espacio micronaves espaciales y equipadas con 'nano robots', con destino a la última frontera: el sistema estelar Alfa Centauri, a 40 billones de kilómetros de la Tierra.

 

“Si queremos sobrevivir como especie, debemos ir a las estrellas” (Stephen Hawking)

 

Alex Prot Meder, 62 años, “el hombre a cargo” hacía días que no dormía bien. Este proyecto le había consumido la vida, lo había apasionado, lo había decepcionado, lo había vuelto a levantar, había entregado todos sus días prácticamente al Proyecto Starshot. Y había llegado el momento, por fin.

Ahí estaba Luly, la pantalla de la Macro Bitácora de Silicio indicando la hora, los ojos fijos a la cámara única en red que proyectaban una imagen bastante difusa pero efectiva, la primera imagen de Alfa Centauro. Era uno de los primeros hombres que lo veía.

A dos estados de ahí en una ciudad especial, casi de cristal, un vientre tecnológico, seguía vivo Stephen Hawking: el cerebro. Lo conoció hace más de veinte años y ya estaba postrado. Hacía mucho tiempo que no lo veía pero ―al contario de la mayoría― no le caía bien, por más genio que fuera.

Meder era un ingeniero militar, especializado en nanotecnología, el nuevo chiche, la nueva cosa, decía él. Un técnico riguroso y efectivo. Una de sus características personales fuertes era un gran sentimiento de independencia, cosa que en más de una ocasión le había llevado a confrontar con las autoridades, pero, así mismo, tomar decisiones muy acertadas y oportunas en momentos críticos. Era temido y respetado por todos. No era condescendiente con nadie.

En las pocas reuniones en persona que tuvieron con “el cerebro” había notado una especie de ansiedad por invadir Alfa Centauro, en el fondo sospechaba que lo que pretendía ese hombrecito deforme, Hawking, era su propia inmortalidad, nada más.

De hecho, el 8 de enero próximo pasado había cumplido 104 años y su mente estaba cada vez más y más activa con este descubrimiento. Notaba su ansiedad por el proyecto más allá del interés científico, sospechaba.

También y al mismo tiempo, a kilómetros de allí, en Vladivostok, Rusia, el financista Yuri Miller, “el dinero” ―le decía el sarcásticamente― un ricachón caprichoso, como todo ricachón, según Meder, se arrellenaba en un sillón mirando una pantalla azul celeste que lo iba poniendo en situación.

Había llegado el momento: los nanos robots prenden sus ojos luego de diez años de viaje. Un éxito. Solo dos mil quedaron en el camino. Depositados al azar sobre el planeta cada uno transmite un concepto visual, Luly los junta en un solo centro emisor y así se arma la imagen.

Arriba a la derecha, en fluorescentes colores amarillos, refulgentes, el dato de la fecha y la hora de emisión destella un brillo obsesivo en los ojos de Meder, la confirmación del hecho histórico, ese número, ese dato, ese brillo.

 

 

DOMINGO 08 / MARZO / 2048

 

22:38 hs.

Se ve un suelo achaparrado, idéntico al de la tierra, piedras, arbustos, todo plano, evidentemente una llanura o una meseta. Hay plantas pequeñas, unas cuevas sobre pequeñas montañas, todo parece seco. Sin embargo allá al fondo hay algo que disminuye en su color naranja, el predominante, y se vuelve violeta, parece un río.  Prot Meder acerca la imagen y efectivamente cerca del desplazamiento violeta se logra distinguir lo que podría ser otro tipo de flora, más viva.

Prot tiembla. Su vida recobraba sentido. Esto era histórico. Podrían determinar si Alfa Centauro podría llegar a ser el nuevo hogar humano. Las borrosas imágenes indicaban que sí.

 

22:52 hs.

Primero le pareció. Tal vez los nervios del momento. Algo se había cruzado en la cámara. Estaba seguro, esperó. Nada.

 

23:07 hs.

Definitivamente hay algo. Sobre el visor se ve como si alguien o algo, un ser vivo, tapara el foco de Luly. Como cuando alguien se cruza frente a una cámara sin advertirlo y queda allí.

Tiene prohibida la comunicación con cualquier ser humano. Que no daría por llamar a su esposa o a sus hijos. O hasta al mismísimo Hawking, quien seguro, se removería nervioso en su súper silla cromada, allá a dos estados. Prohibido. Era un momento crucial y no podía derramarse ninguna información.

 

23:11 hs.

El objeto sigue frente a la cámara, balanceándose cada vez más agitado. Obtura ahora la visión. De pronto se corre y se vuelve a ver el paisaje de cuevas duras, achaparradas.

Meder empieza a desprenderse del miedo frente a ese paisaje naranja ―hilo a hilo, se desprende― y lo comienza a ganar una inquietante ansiedad, una feroz curiosidad. Se siente vivo.

 

23:15 hs.

Una silueta humanoide se acerca desde el fondo, gesticulando. Foco.  Meder no existe. Sólo este humanoide acercándose. ¿un Cro Magnon? ¿un Neandertal? ¿La Eva Mitocondrial? No puede ordenar su mente. Más foco.

―Medidas antropomórficas aproximadas, altura ―dijo.

―Seis metros ―contestó Luly. Seis metros replicó para sí. “Or Grund”! , dijo automáticamente, recordando una vieja historieta sobre seres primitivos. Los “Grunds”, los bautizó en su mente.

Acá, Prot Meder vivo. Allá a cuarenta billones de kilómetros de la Tierra, los Grunds, vivos.

 

23:19 hs.

El Grund se queda parado frente a la cámara gesticulando hacia uno de los lados. Como provocando a alguien, se rasca, se agita, muestra su boca monstruosa, una lengua bífida, dos hileras de dientes. Entre los ojos grisáceos, hostiles, parece tener o una protuberancia, ¿un tercer ojo? Lo demás es músculo y tensión. Es un monstruo primitivo. Desnudo.

Meder no puede racionalizar, todo ocurre rápido. No puede pensar.

De pronto otro Grund se le abalanza y se trenzan en una lucha despiadada. Uno de ellos le clava su dentadura en el cuello al otro y no lo suelta. No lo suelta, la bestia se derrama sobre las rocas y el otro allí, hasta que queda quieto todo otra vez. Luly registra el agitarse del Grund vivo. Otro color cubre lo naranja, sale del cuerpo del muerto. Es como un marrón difuso, liquido, ¿sangre?

Meder se cubre de horror a continuación, la bestia tiene sexo, o eso parece, con el cadáver y al mismo tiempo comienza a devorarlo. Todo se vuelve marrón naranja. Meder se descompone, vomita. No puede pensar.

¿Este es el mundo parecido a la Tierra? ¿Ahí habría que ir? ¿Toda creación humana o sub humana siempre es destrucción? ¿Serían muchos? ¿Habría que eliminarlos? ¿Más ejércitos, armas, exterminio? ¿Nunca terminaría? Se descompone, vomita. Se calma. Queda con los ojos fijos en la pantalla.

El Prot Meder familiar, buen vecino, se desvanece, vuelve la curiosidad. El técnico, el ingeniero militar experto queda tembloroso, curioso, siempre. Los ojos fijos en la pantalla.

El Grund se limpia la boca, satisfecho. Mira a la cámara. Serio. Muy serio.

La protuberancia entre las cejas de la bestia late lentamente. Parece que lo mirara, que se miraran. No puede ser, tampoco puede ser ¿lo mira?

Acá, Prot Meder vivo. Allá a cuarenta billones de kilómetros de la Tierra, los Grunds, vivos.

Una angustia le sube por la garganta, un perderse en un bosque, una soledad de niño lo afiebra, un miedo nuevo lo entumece, un nuevo nudo en la conciencia; entonces Prot llora y esto es nuevo, no recuerda su propio llanto.

Llora: la humanidad no tiene futuro.

 

 

23:23 hs.

El Grund sigue mirando fijo. Minutos así. Fijo.

La protuberancia en sus entrecejos late más rápido. En un movimiento apenas perceptible mueve sus pupilas verdosas. ¿Lo mira?.

Lentamente la mano de seis dedos, uno sobre el dorso, con uñas curvas, pedrosas, se acerca a la cámara, al nanorrobot. Lo agarra.

Una mano con seis dedos, piensa rápidamente Meder. Seis dedos y uno en la palma. Más largo. Asocia eso con una habilidad desconocida para nosotros. ¿Cómo hubiera sido si la humidad en vez de tener cinco, tuviera seis dedos?

Dice la antropología que la evolución humana fue a partir del mantenimiento del dedo gordo, como se dice que, sin esa protuberancia, sin el dedo gordo, no hubiéramos podido agarrar cosas. Como un arma, como una herramienta. No hubiéramos podido llegar acá. Ese extra―dedo, esa protuberancia, ese tercer ojo…

La visión se corre abruptamente, Luly reconfigura la imagen y se ve al Grund con el nano robot en la mano. Lo mira, lo huele, lo mordisquea. Mira a cámara otra vez. Toma otro. Lo estudia. Su garra es veloz y sutil, se desplaza, lo desarma, busca otro y vuelta a empezar. Velocidad hay.

 

23:27 hs.

No pasa nada más que eso. El Grund mirando los nanos robots. Su relieve entre las cejas se agita. Los ojos entrecerrados como en trance. Empieza a mover los labios. Como si hablara. No hay sonido, no hay sonido. ¿Habla?

Un nuevo tirón en la curiosidad del técnico, un nuevo impulso lo mueve del sillón y deja de lado lo ocurrido recién, esa masacre, esa orgía, ese canibalismo.

El Grund sigue moviendo los labios, cada tanto mira fijo a la cámara. Parece que cantara, se balanceara rítmicamente mientras observa esos objetos. Con uno de sus pies ¿marca un compás? ¿una métrica? ¿una armonía?, es decir ¿canta?

Meder ya es solo una cáscara quieta frente a la pantalla. Por suerte Luly va archivando todo. Él está devastado no alcanza a recomponerse que ya empieza una situación nueva. Años de búsqueda paciente, silenciosa, coordinando casi imposibles, y ahora quedaba reducido a un mero espectador de televisión.

Tiene que hacer algo, llamar a alguien. No se puede. Los protocolos de confidencialidad exigen que todo movimiento o reunión deba realizarse en presencia de todos los integrantes líderes del Proyecto Starshot. Antes de eso nadie puede comunicarse con nadie. Las alarmas ya han sido disparadas, en cualquier momento lo llaman para una reunión. Mero espectador.

 

23:31

El Grund sigue ensimismado observando el objeto y moviendo los labios, gira la cabeza y parece que hiciera un aullido.

No hay sonido, no hay sonido.

En 2023 se trabajó durante dos años con la idea de aplicar sonido a los nanos robots, Hawking determinó que no hacía falta, la aplicación atrasaría años al proyecto y así estábamos ahora. Adivinando.

Adivinando porque el Grund parecía que se comunicaba con alguien, con otros y efectivamente comenzaron a aparecer otros a amontonarse frente al ojo, en minutos eran diez, veinte, cincuenta, parecidos y diferentes entre sí. Meder enloquecía, no podía elaborar tanta información. Menos mal que Luly…

 

23:35

Uno de los Grunds empieza a agitarse más mientras parece que hablara a todos. El resto, primero se golpea las cabezas y se van sentando, empiezan a mover los labios, su tercer ojo, si lo fuera, esa cosa, esa turgencia se empieza a agitar en todos.

El líder señala la cámara. Todos miran, serios, sus ojos entrecerrados también. Miran por ese bulto móvil en sus entrecejos.

Meder advierte otra cosa. Lo de los cuatro minutos.

Una especie de cronología, cada cuatro minutos actúan. Lo confirma con Luly, efectivamente, volviendo en instantes las grabaciones hacia atrás verifica lo que sospechaba: cada cuatro minutos pasa algo, es el único momento racional, científico que alcanza a manotear en su mente perturbada y caótica.

Lo piensa otra vez: todo comenzó a las 22:38 hace casi solo una hora. ¿Esto será todo? ¿Qué seguirá? Fluctúa entre el científico soberbio y seguro de sí mismo y el niño perdido en el bosque.

 

23:39

Comienzan a hablar entre sí, directamente. Cada tanto uno u otro u otra ―no puede distinguir sexos― de aquellos gigantes miran a la cámara. Sus ojos del medio se agrandan cada vez más, como pequeños relámpagos.

De pronto entre la multitud ve antorchas, fuego, rápidamente aparecen armas, lanzas, algunos desaparecen del ojo y reaparecen con bestias, otras, diferentes, como vacas, asocia Meder, las deshollan, las cocinan en ese fuego nuevo y las comen.

Parece que rieran, asocia, parece que rieran, se estremece.

Otros siguen como bailando, como rezando, ya no se agreden.

Ahora se arropan, tejen, miran siempre al ojo con su ojo latiente. Cultivan. Cambian de objetos, parecen de hierro, parecen metal, ahora parece acero.

Cuatro minutos más.

Meder enloquece, su macro cerebro que diseñó miles de estructuras lógicas para correr al límite el conocimiento humano casi no puede más. No puede creer lo que ve, o peor, lo que sospecha: estos seres de quien no se sabía nada hasta casi una hora atrás ahora están evolucionando a una velocidad increíble, imposible.

Imposible no, allí lo está viendo. Lo están viendo. ¿Qué pensarán “el cerebro” con su pobre cuerpito y “el dinero” con sus pobres millones? ¿Llamará alguien? ¿Habría que romper el protocolo? Nadie llama, nadie lo llamará.

 

23:43 hs.

Los Grunds construyen refugios, dominan el agua violeta, arman estructuras de defensa, carros primigenios, trasladan cosas. Siempre hay varios mirando al ojo que los mira y como orando con su ojo relámpago. ¿Absorben información? ¿Es posible? Algo pasa.

Tienen vehículos, manejan la combustión, el carbón, el petróleo, en dos minutos más un Grund descubre la informática, la desarrollan, crean naves sofisticadas. ¡Meder no da más! Se desploma al piso, su cerebro parece q va a reventar, mira la pantalla otra vez, en minutos los Grunds han superado los cuatro millones de edad de los humanos de existencia.

¡Lo saben todo, malditos nano robots, maldito Stephen Hawking, y su cerebro, maldito Yuri Milner y su dinero!

Mira la pantalla por última vez: ahora es inconcebible lo que hacen, flotan en vehículos innombrables, haces de luz, ya no entiende nada.

Solo quiere caer al piso, a la tierra, ¿nadie llamara? ¿nadie?

 

Bzzzzzzzzzzzzzz… bzzzzzzzzzzzz… el teléfono suena. Si. Lo están llamando ¡lo están llamando!, se conecta el receptor, ¡hola hola!

―Alex Prot Meder, supongo ―dice una voz aplomada, civilizada, tranquilizadora.

―¡Sí! ¡sí! ¿quién? ¿Hawking?

―Hicieron muy mal en tratar de invadirnos Meder ―continuó elegante, refinada, y sensible, esa voz―. No se preocupe cómo ni por qué se su nombre.

Antes de que colguemos ya estarán llegando nuestras primeras naves. Toda preparación será inútil. No tienen tiempo.

A propósito, Alex, a todos nos gusta el nombre que nos ha adjudicado, los Grunds.

 

 

*DANIEL RISSO PATRÓN. Viví siempre en la Patagonia, entre San Martín de los Andes, Neuquén, Viedma; actualmente resido en Cinco Saltos. Trabajo como diseñador gráfico. En el año 2015 edité mi primer libro de cuentos cortos (o textos poéticos), que llamé Que al hombre que lo desvela. Mi segundo libro, Mesa, lo publiqué en el 2022. Participé en revistas culturales zonales y ediciones en conjunto con otros poetas.

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