“Algunos ejes a pensar las diferencias entre la histeria y la femeneidad”

No todas las mujeres son histéricas, es decir, aunque la estructura neurótica lo sea, no todas se enferman de histeria o padecen síntomas histéricos.
Como se dice hoy día vulgarmente “es una histérica, es un histérico”, en tanto se hace desear, pero no alcanzar nunca la satisfacción, podríamos pensar ese emparentamiento al hecho de que es el discurso el que debe histerizarse para entrar en análisis, es decir, hacerse una pregunta por el deseo y el goce.
Estos términos son también los que diferencian la pregunta freudiana ¿qué quiere una mujer? Respondida por la cuestión del amor; a diferencia de lo que plantea Lacan ¿cómo goza una mujer?, subvirtiendo la evidencia anatómica, ya que para ninguno de los sexos hay un órgano adecuado, siendo que se trata del falo como significante, es una cuestión simbólica.
En realidad lo que encontramos en la clínica y se suele atravesar en un análisis es el camino que va de la histeria a la femineidad.
De lo que la mujer goza no hay palabra, es un verdadero enigma en lo real, Es Otro goce, distinto al goce materno del hijo y también de lo que se puede gozar en la relación sexual, vía el órgano del hombre.
Dijimos en otras oportunidades que la histeria sostiene el deseo insatisfecho porque cree que si no se acabará, cuando en cuanto al deseo se trata de satisfacciones parciales, se tratará en un tratamiento entonces de poder no sólo soportar un poco de satisfacción si no de disfrutar de eso que se podría cumplir.
De la demanda al otro sobre lo que le falta a llevarse bien y ubicar la falta estructural como causa de deseo. De aceptar ser causa de deseo, goce y amor. Entrando al juego de los semblantes sin esperar que el otro la nombre con la última palabra, a diferencia de la necesidad de reconocimiento que hay en la histeria.
La mujer puede acceder a un no saber sobre el goce, en el recorrido de un análisis ya que siempre eso se escapa, sin embargo hay un saber hacer con ese vacío, luego de haber atravesado la demanda reivindicativa a la madre, o a sus parejas.
Hemos dado en llamar desde el Psicoanálisis relaciones estragantes, cuando alguien por dar un ejemplo queda sometido absolutamente a la voluntad del otro, se constata en la clínica de la violencia en algunos casos, o de diversas formas, donde una mujer puede quedar arrasada, en casos de histerias graves, o melancolizadas cuando no hay donde asirse.
En cambio, si no se tratara de dar todo por el otro, exigiendo la respuesta por el propio ser en el que cae la histeria, imposible de responder por estructura, en la posición femenina se preserva el vacío, lo que abre el espacio al deseo.
Continuaremos conversando con ustedes en la Radio, los esperamos!
Violeta Paolini, Psicoanalista Miembro EOL y AMP