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“Balances de fin de año y la búsqueda de la felicidad”

En su última entrega del 2016, la psicóloga Violeta Paolini explica porque “vale hacer una pausa en los tiempos que corren” y “jugar nuevas partidas posibilitando  el deseo como motor de la vida”. 
14/12/2016
“Balances de fin de año y la búsqueda de la felicidad”

 Siendo el último programa del año, difícil elegir un tema para concluír.

 De todas maneras nunca estará dicha la última palabra. Porque no la hay, entonces, habrá que inventar,  creativamente, con las salidas que proporciona el atravesar un análisis, un saber arreglárselas con lo que hay: el propio goce.

Sin embargo, se me ocurrió que simbólicamente sí hay finales, finales de año, entre otras cosas, comienzo de otras, están las que continúan, las que cambian, o no,  las que se pierden, las que estarán siempre, las que mejoran, las que no cesan de repetirse, hasta que se reiteran de otra forma, se  transforman, se reencausan, en fin…Cada uno sabrá, o tendrá que averiguarlo.

La gente en la clínica hace balances, y es también la posición analizante volver sobre los propios pasos, registrar lo que se dice, lo que no, lo que se siente, lo que se quiere, lo que se rechaza, por qué, para qué, para luego sentir los efectos y simplemente vivir… o vivir más simple, en el mejor de los casos, no sin dar los pasos necesarios, atravesando el camino que hay que recorrer. También hay satisfacción en el recorrido.

Vale hacer una pausa en “los tiempos que corren”, más en esta época del año, y como dice Miller, ir a contrapelo de la vorágine, no dejarse llevar, precisamente cuando todo va muy rápido. 

En relación a eso, había estado leyendo a Eric Laurent, que hablaba de la “felicidad”:

 “Actualmente, el discurso de la época impone que se debe ser creativo, tener medios y sobre todo conseguir resultados. La posición analítica deriva precisamente de tomar al discurso dominante como aquél al que los sujetos retornan o aquel en el que están inmersos – que es el ideal del período de tiempo en el cual viven. ¿Pero qué quieren realmente? Esto es, por encima y más allá del hecho de que tengan en cuenta su pedido, su queja en términos del discurso imperante en la época. Ellos dicen “Por favor ayúdeme a deshacerme de las dudas que me torturan acerca de mi esposa: ¿Es ella la persona indicada para mí? ¿Debería elegirla a ella o a mi amante? ¿Tiene razón ella? ¿Tengo razón yo?’ ”

“Aparentemente, ellos están pidiendo algo muy claro: ‘Dígame cómo hacer lo correcto con mi sufrimiento, con los conflictos que no puedo resolver. Deme la solución.’ Sin embargo en definitiva, lo que verdaderamente se está diciendo es, ‘Soy un fracaso en todo esto, ayúdeme a deshacerme de mí mismo.’ Si usted escucha el modo en el cual los sujetos articulan su sufrimiento, sus dificultades existenciales, siempre hay una tensión entre el aspecto específico, que está limitado a aquello de lo que quieren deshacerse y el deseo de una transformación completa – el deseo de ser alguien más, para vivir acorde a los ideales de su tiempo y para poder liberarse de todas las contradicciones que constituyen la historia personal de cada uno.

“La habilidad clínica del psicoanalista, en nuestro tiempo y en períodos anteriores, puede ubicarse en la decisión de responder de una manera precisa a los elementos limitados contenidos en la queja del sujeto. Algunas personas son capaces, a través de la pequeña ventana creada por su queja, de lograr el acceso a la compleja mixtura creada por su historia personal, mientras que otros no pueden. No hay un “talle único” que sirva para todos”.

  En “Mentiras de la felicidad”, trabaja el concepto de felicidad: del griego “eudaimonia”, es el objetivo de vivir la vida digna de ser vivida, según Aristóteles. Kant pone en duda este axioma aristotélico radicalmente y ubica la posición del canalla quien prefiere vivir en la vergüenza antes que no vivir.

Lacan retoma a Kant y plantea que el sujeto puede no morir de vergüenza, pero sí por su goce; y  opone goce a felicidad. Tal como lo trabaja en “Kant con Sade”, el sádico puede hacer de la muerte el objeto de su goce.

Para el Psicoanálisis, se trata de que el analizante esté bien con la vida, es decir, que ligue goce a la vida y no a la muerte, no hace falta ir muy lejos para advertir la Pulsión de Muerte en cada uno de nosotros, esto ya lo descubrió Freud, aunque escandalice y el mandato actual siga siendo “sea feliz!”, como si fuera una cuestión de voluntad o de respiración, o de psicofármacos que administra la industria farmacológica avalada por clasificaciones estándar sin tener en cuenta las singularidades.

Digamos entonces, de una posición más responsable y menos ingenua en cuanto a su goce, su modo de vivir. Lacan centra su discurso más allá del deseo, es decir, en el goce o pulsión de muerte, así es que lo que se espera de un análisis, es una sintonización más acorde con la vida. Con lo cual la idea de felicidad cambia antes y después de un análisis.

El goce hace obstáculo a cualquier definición común de felicidad. Es preciso un duelo de  eso que hacía gozar de una manera mortificante, para que esa satisfacción sintomática, pase a un entusiasmo que admita el encuentro con lo real como imposible, es decir, con la locura de cada uno.

Esa es nuestra orientación, es con esa piedra, con la que en vez de tropezar siempre de la misma manera, jugamos nuevas partidas, siendo a la vez, lo que se articula posibilitando  el deseo como motor de la vida.  

Entonces, ahora sí: Felicidades! Espero que hayan disfrutado de estos encuentros tanto como yo, va un brindis para que sigamos aprendiendo juntos, un abrazo lacaniano.

Muchas gracias. A Gonzalo, por interlocutor, a Mariana, por las imágenes de las notas; y a los oyentes y lectores atentos, por ayudarme a seguir pensando.

Hasta el año próximo!

Violeta Paolini. Psicoanalista.  Miembro de la EOL y AMP:

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