Trumpzilla

 Creo que todos hemos visto alguna vez algún fragmento de una película de Godzilla peleando con otro monstruo en alguna ciudad repleta de edificios en la que los mortales son simples espectadores de la devastación que causan. En general,  luego de una asegurada destrucción  total, los que sobreviven terminan vitoreando al “monstruoso héroe” quien, indiferente a todo, se da media vuelta y se va.  Llamativamente seguimos viendo remakes de este tipo de películas aun sabiendo que es lo que va a suceder.

¿Solo pasa en las películas?

Cuando Trump enfrenta a Xi Jinping, Presidente de la República Popular China,  nos encontramos con una situación casi idéntica a la de las películas; la diferencia es que el mundo es su escenario y los espectadores  somos nosotros.  Lejos de estar mirándolo en la comodidad de un sillón debemos entender que, en este caso, las consecuencias están a la vista. Así como no me lo imagino a Godzilla mirando donde pisa o como se mueve para evitar destruir un edificio o pisotear a un observador distraído tampoco me lo imagino a Trump.

(PIB es el Producto Bruto Interno y se refiere al  valor total de la  producción de bienes  y servicios dentro de un país)

Si pensamos que la política internacional del gobierno de Trump tiene en cuenta las consecuencias que acarrea sobre el resto de los países del mundo en su lucha comercial con China estamos siendo tan ingenuos, incautos y cortos de vista como el típico actor secundario que muere aplastado (mientras se acomoda sus anteojos) en la primer escena de una película de Godzilla.  Aun así creo que seguimos adoptando ese rol en  cada una de las nuevas versiones de la película.

Hace un tiempo, en una nota vinculada a la situación económica de nuestro país,  resaltaba la compleja decisión de emitir deuda a partir de financiamiento en el exterior.

  Claramente Trump  había anunciado, con  una estruendosa pisada, hacia adónde iba. La suba escalonada de tasas había marcado el camino  que elegía hacia el enfrentamiento con el monstruo de turno.

Mientras tanto nosotros permanecíamos inmóviles, en el medio de su camino, esperando nuestro inexorable destino. Por cuestiones de la providencia (para llamarlo de alguna manera) en esta versión del clásico film “Trumpzilla” no nos pisó y de ser un verdugo ahora pasa a ser nuestro salvador (¿?).

En este inesperado giro de la historia nos encontramos con que, pese a que nadie se lo cree, pasamos a ser aliados estratégicos del protagonista de la historia y nos termina ayudando indirectamente a reconstruir el edificio en donde vivíamos que, casualmente, ayudó a tirar en su camino hacia la pelea de fondo. Más allá de la historia principal sucede que en las versiones anteriores de la clásica película la casa en la que habitábamos  estaba realmente deteriorada. Con esto quiero decir que la culpa no es de de Trumpzilla,  el protagonista tiene el libreto escrito y lo actúa a la perfección, el tema es que nosotros siempre adoptamos el mismo rol y cada vez existe menos presupuesto para invertir en los actores secundarios.

Si por algún motivo el cine no es lo nuestro podemos hablar de deportes y un término muy habitual  en tenis es el “error no forzado”.  Muchas veces sucede que el jugador no pierde porque el contrincante juega mejor sino que la suma de errores que comete lo lleva a perder su saque, un set e incluso el partido. En estos casos trasladar la responsabilidad al otro jugador no sirve ni alcanza para explicar el resultado. No cabe duda que en  los deportes en equipo la responsabilidad por los errores cometidos se puede repartir  pero en los “juegos” donde el protagonista es un solo jugador o a lo sumo dos no existe esa posibilidad. Resulta sencillo generar comparaciones con el tenis por la importancia que adquiere cada punto jugado en el resultado de un partido.

 Personalmente considero que entre los primeros errores no forzados se encuentra  la modificación de metas inflacionarias que tomaron estado público el 28/12/17 y  la decisión de seguir emitiendo deuda pública a partir del financiamiento en el exterior pese a la suba de tasas previstas por el gobierno de Trump.

 Queda claro que el tenis es un deporte donde son muchas las variables que son determinantes: la superficie, el clima… lo psicológico.  Más allá de esto resulta importante tener en cuenta que  no se está jugando un partido entre amigos, cuando tomamos la decisión de  que el FMI oficie  como juez de línea nos enfrentamos a la obligación de jugar bajo sus reglas y obedecerlas.

Lamentablemente no se trata de una película ni un partido de tenis, hay muchas cuestiones en juego y resulta importante estar atentos a lo que sucede a nuestro alrededor.  En nuestro caso, además de otear el horizonte para evaluar la polvareda, es necesario prestar atención a un tal  Bolsonaro  (¿futuro líder de nuestro principal aliado en la región?) que viene acercándose a paso firme y resulta difícil interpretar cuáles son sus intenciones… 

Daniel Brito