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ESPECIAL PARA DIARIOANDINO

El Alerce Milenario

En su columna, el grupo ARBOL escribe sobre ésta especie.
10/06/2020
El Alerce Milenario

¿Qué tal si hoy hablamos de viejos Sabios?

¿Sabían que existen dos Parques Nacionales de Alerces?, cada uno con su emblemático Alerces Abuelos? 

El argentino, está en la provincia de Chubut, más al sur… Es una pena que para visitarlo, hay que cruzar el lago en lancha, pagando una tarifa bastante honerosa.

En cambio, el chileno, lo tenemos aquí cerquita, al otro lado de la frontera, a sólo 100 kms. al norte de Osorno. Tras un tramo de ripio, se llega a pie, a través de un hermoso y sombreado bosque. 

Es una visita ¡Imperdible! a sus tres mil setecientos años. O sea que ya existía, mientras se construían las pirámides en Egipto, es contemporáneo de Sronehenge en Irlanda. Crecía mientras el niñito Jesús nacía, mientras Colón navegaba hacia las Américas, y aún vive mientras los hombres llegan a la luna. Si hablara… cuantas historias tendría para contar!

Su tamaño es descomunal!  Se necesitan 7 personas para rodearlo con los brazos extendidos. 

Cuando llegué ante “Él”, caí de rodillas, no por cansancio, sino por reverencia. Su majestuosidad me impactó de tal manera, que un llanto emocionado me salpicó el rostro incrédulo de tal fascinación. Lástima que no lo dejaban acariciar, ya que hay una baranda que lo separa del balcón público, desde donde se lo contempla.

Un silencio húmedo de verdor lo envolvía, escondiéndolo entre los follajes de sus hermanos menores.

Intentar abrazarlo, sería algo así como si una libélula tratara de enrollar sus alitas al tobillo de un humano adulto. Sin exagerar, me sentí una molécula en el paraíso, ínfima, aunque formando parte de él. Por unos instantes, me convertí en tierra, fui su piel, sentí su savia latir en mí, mi alma se acopló a la suya, y fuimos firmamento.

Una llovizna  suave separó nuestros pechos. Me despedí agradecida, prometiéndole volver y alejé mis pasos sin darle la espalda, con las manos extendidas recibiendo su presencia que aún me regalaba, hasta que la distancia y la noche me ocultaron en el bosque circundante. Volví cuesta abajo, cantando con la paz de las estrellas, como sólo ellas saben cantar.

 De “SER LA VOZ”

 María Viegas.

 

 

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