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ECOLOGÍA | ESPECIAL PARA DIARIOANDINO

¿Agro tóxicos o Agroquímicos? ¿Qué comemos los argentinos?   

En esta entrega, el Ing. Rodolfo Herrero explica las consecuencias del uso de agrotoxicos en la producción de alimentos.
18/10/2019
¿Agro tóxicos o Agroquímicos? ¿Qué comemos los argentinos?    

 

Por Rodolfo Herrero*

A raíz de las declaraciones efectuadas por el Presidente  Mauricio Macri respecto del tema agroquímicos, se ha reavivado el debate respecto de la preocupación vinculada con los efectos que provocan los agroquímicos en nuestra salud y en el medio ambiente. Las posiciones entre sus defensores y detractores muy lejos de abordar un punto de equilibrio parecen cada vez más extremas. En este contexto sería impensable  que sucedan puntos de encuentro con acuerdos razonables.

 Macri consideró de “Irresponsable” un fallo en la Provincia de Entre Rios porque "pone en riesgo más del veinte por ciento de la capacidad productiva agroindustrial de la provincia", además de ser "un fallo absurdo que no se basa en ningún rigor científico". El gobernador Gustavo Bordet estableció por decreto la habilitación para fumigar a 100 metros de una escuela pero a fines de marzo un fallo judicial hizo lugar a una medida de amparo y declaró inconstitucional ese decreto, por lo que el gobierno provincial apeló la medida.

En enero de 2018, una docente rural había denunciado a un productor en Entre Ríos al que acusó de haber hecho una fumigación que afectó a la escuela en la que trabaja y a viviendas de la zona. Sin dudas la postura del Gobierno de Entre Ríos y las declaraciones del Presidente son por demás controversiales.

En primer lugar habría que recordar la denominación técnica de estos productos. Agroquímicos es un término genérico y muy abarcativo; el mismo incluye a todas las sustancias químicas ya sean naturales o de síntesis, solas o combinadas con otros productos que se utilizan en la agricultura. Al existir agroquímicos que se utilizan en otras situaciones no necesariamente en la producción agro alimentaria, se denominan con mayor amplitud  como “productos fitosanitarios”. 

Estos a su vez se los denomina en general como Plaguicidas, dentro de estos se clasifican de acuerdo a su objetivo terapéutico como: Insecticidas, acaricidas, nematicidas, fungicidas, bactericidas. También son fitosanitarios los herbicidas, fitohormonas, reguladores de crecimiento, fertilizantes, coadyuvantes, etc). 

La organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la agricultura, FAO (1986), define a los plaguicidas como “ Cualquier sustancia o mezcla de sustancias destinadas a prevenir, destruir o controlar cualquier plaga, incluyendo los vectores de enfermedades humanas o de los animales, las especies no deseadas de plantas o animales que causen perjuicio o que interfieran de cualquier otra forma en la producción, elaboración, almacenamiento, transporte o comercialización de alimentos, productos agrícolas, madera y subproductos o alimentos para animales, que pueden administrarse a los animales para combatir insectos , arácnidos u otras plagas en o sobre sus cuerpos”.

A su vez la Administración Nacional de Medicamentos y tecnología Médica de la Argentina (ANMAT), define a los productos Domisanitarios como aquellas sustancias destinadas a la limpieza, lavado, odorización, desodorización, higienización, desinfección o desinfectación, para su utilización en el hogar, y/o ambientes colectivos públicos y/o privados. 

La toxicidad es definida como la “capacidad de una sustancia de generar daños en un ser vivo”. Todas las sustancias existentes pueden llegar a ser tóxicas. Lo que difiere, en gran medida, es la dosis a la cual esa sustancia comienza a ser tóxica. 

Si bien los productos fitosanitarios son tóxicos, así como toda sustancia tiene el potencial de serlo dependiendo de la dosis. En nuestro país existen regulaciones que permitirían garantizar que los productos aprobados, utilizados de acuerdo a las recomendaciones de la etiqueta, no generen daños, ni a las personas ni al ambiente.

El SENASA es la autoridad que regula la clasificación y etiquetado de los productos fitosanitarios. Este clasifica los productos formulados e ingredientes activos de los productos fitosanitarios de acuerdo a los resultados de diversos estudios toxicológicos, siguiendo los criterios internacionales de la OMS. Esta clasificación divide a los productos fitosanitarios en 5 categorías:

Ia Extremadamente peligroso (Rojo)
Ib Altamente peligroso (Rojo)
II Moderadamente peligroso (Amarillo)
III Ligeramente peligroso (Azul)
IV productos que normalmente no presentan peligro (Verde)  

Esta clasificación figura en las etiquetas de los productos, junto a la banda de color que lo caracteriza. Rojo para la categoría I, amarillo para la categoría II, azul para la III y verde para la cuarta categoría. Los colores y las clases toxicológicas representan la toxicidad aguda (corto plazo) para los mamíferos, no así para el ambiente.

Los efectos generados por estos productos pueden ser agudos o crónicos. Los primeros son los más comunes, y los que más rápidamente se expresan mediante cuadros de vómitos, mareos, diarrea, alteraciones en la piel o convulsiones. En general los cuadros más graves están asociados a consumos accidentales. También se asocian a aplicaciones realizadas inadecuadamente, sin utilización del equipo de protección personal correcto o bajo condiciones climáticas no recomendadas, usualmente para los trabajadores. Por otro lado, los efectos crónicos pueden generar enfermedades a largo plazo y los mismos se deben a exposiciones repetidas de bajas dosis.

El término Agrotóxico engloba a todos los productos que se usan en la industria agroalimentaria (agroquímicos), es una denominación muy utilizada por la comunidad en general y en particular por los movimientos ambientalistas.Los especialistas aseguran que se trataría de un apelativo subjetivo. Tal es así que hace un par de años el INTA prohibió el uso de la palabra “agrotóxico” en sus materiales técnicos, científicos y de divulgación, debiendo emplear la termiología adecuada de “productos fitosanitarios” o “agroquímicos” en vez de “agrotóxicos” .

A partir de la denominada revolución verde que desembarcó a mediados de la década de los 70 en Argentina con un novedoso paquete tecnológico (básicamente: maquinaria, técnicas de cultivo, genética  y agroquímicos) la industria agroalimentaria se ha hecho cada vez más dependiente a estos productos. De acuerdo a lo que aseguran los productores, hoy en día sería absolutamente impensable e imposible la producción a escala prescindiendo de este paquete. 

A modo de resumen se pueden señalar las principales ventajas que indican sus defensores; en primer lugar aumenta la productividad de los cultivos, lo cual indican como sumamente importante puesto que solo de esta manera se podría mantener el actual modelo de producción alimentaria. Permiten controlar malezas, plagas y enfermedades que no serían posibles de controlar sin agroquímicos, retrasan el deterioro, permiten poner en góndola el estándar de calidad exigido por los consumidores. 

Por otra parte las desventajas de su uso se podrían resumir en función a los riesgos que entraña su manipulación sin la debida prescripción profesional y sin control; en tanto que no se respeten las medidas de seguridad adecuadas o se abuse de ellos, sin duda tienen el potencial de contaminar suelos, aguas, dañar flora y fauna y pueden provocar riesgos graves para la salud derivados de su uso indebido.

En el mes de Marzo de este año se presentó un informe ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en el cual dos de los mejores expertos a nivel internacional indicaron en Ginebra que “Es hora de derrumbar el mito de que los agroquímicos son necesarios para alimentar al mundo”, también denunciaron la “pasividad de los Gobiernos y organismos reguladores” y “el lobby empresarial” de la industria agroquímica.

Indicaron que “la producción agrícola se ha incrementado y que ello se ha logrado a costa de la salud humana y del medio ambiente, sin embargo el aumento de la producción no ha podido con el hambre en el mundo”. “La dependencia de plaguicidas es una solución a corto plazo que menoscaba el derecho a una alimentación adecuada y el derecho a la salud de las generaciones presentes y futuras”, afirma el informe.

Por otro lado, el trabajo desmiente  que sean necesarios químicos y transgénicos para acabar con el hambre, como suelen publicitar para justificarse la mayoría de las empresas: “Sin utilizar productos químicos tóxicos, o utilizando un mínimo de ellos, es posible producir alimentos más saludables y ricos en nutrientes, con mayores rendimientos a largo plazo, sin contaminar y sin agotar los recursos medioambientales”.

El trabajo confirma los efectos de los agroquímicos en la salud, hecho negado sistemáticamente por las empresas y periodistas del agro. Indican asimismo que “implican un costo considerable para los gobiernos y tienen consecuencias desastrosas para el medio ambiente, la salud humana y la sociedad en su conjunto, afectando a los derechos humanos”.

En 2015, la OMS anunció que el glifosato era un "probable cancerígeno”. Y recuerda que los estudios de toxicidad de las empresas “no analizan los múltiples efectos crónicos relacionados con la salud (solo abordan los efectos agudos, de corto plazo)”.

El informe precisa que tres empresas (Bayer-Monsanto, Dow-Dupont, Syngenta-ChemChina) aglutinan el 65 por ciento de las ventas mundiales de agroquímicos y el 61 por ciento del mercado de semillas. “Las transnacionales ejercen un extraordinario poder sobre la agenda regulatoria, las iniciativas legislativas y la investigación agroquímica a nivel mundial”, concluye la investigación.

En este sentido en nuestro país y de acuerdo a los informes realizados por SENASA en frutas y hortalizas comercializadas en el Mercado central de Buenos Aires, se indica que más de la mitad de la verdura que llega al Mercado queda descartada por exceso de agroquímicos, en otros casos se encuentran trazas de productos prohibidos en la Argentina. Las cifras son oficiales y alarmantes, mas del 60% de las verduras y un porcentaje mayor en el caso de los cítricos, contiene restos de pesticidas, herbicidas y fungicidas en niveles por encima de los LMR (Límites Máximos de Residuos) que fija la normativa vigente en la Argentina para este tipo de alimentos. Los laboratorios del Mercado Central detectan y quitan de circulación esa mercadería.

Asimismo se han detectado productos o mezcla de ellos prohibidos en la Argentina, como el Endosulfan (prohibido desde 2013) entre otros. 

"Más del 60% de las verduras y un porcentaje mayor en el caso de los cítricos, contiene restos de pesticidas"

Si tenemos en cuenta que solo una pequeña proporción del total de la producción de frutas y hortalizas pasa por los controles del Mercado central, la situación se torna grave ya que se comercializan mensualmente miles de toneladas en verdulerías de todo el país que llegan  a los hogares directamente de la huerta sin pasar por controles de mercados concentradores ni de ningún otro tipo de laboratorio.

De esta forma el término Agrotóxico lejos de ser una denominación subjetiva, en este contexto cobraría sentido y lógica puesto que el producto fitosanitario llega directamente de la huerta hasta nuestra mesa sin ningún tipo de control.

En este punto vale la pena destacar también que los productos fitosanitarios y domisanitarios se encuentran peligrosamente naturalizados en el uso cotidiano domiciliario, huerta, jardín parques etc. y lamentablemente descontrolado en su uso agropecuario.

Existe una apabullante evidencia respecto del descontrol absoluto que sucede en su venta libre, basta con ver como productos altamente peligrosos como rodenticidas, insecticidas y herbicidas se venden a diario en ferreterías, mercados de barrio, supermercados, viveros, casas de artículos de campo sin ningún tipo de restricción, peor aun es que esos productos son llevados al hogar y aplicados sin el debido asesoramiento y receta profesional. Mas grave resulta que las propias agropecuarias y veterinarias, que tienen un representante técnico profesional para operar, venden en muchos casos sin receta deslindándose de su posterior manipulación, aplicación, depósito, etc. 

Por otra parte existe un enorme Comercio ilegal de productos fitosanitarios y/o falsificados los cuales suponen un riesgo para la salud de las personas y el medioambiente, ya que se desconoce su origen y calidad. También pueden generar efectos adversos en los cultivos y provocar pérdidas económicas muy importantes.


Ahora bien, y de acuerdo a lo antedicho podríamos establecer cuando, la aplicación de un producto fitosanitario o Agroquímico se transformaría en un agrotóxico. En este sentido bien se podría hacer una analogía entre la industria Farmacéutica y su regulación con la industria Agroquímica. Presentan varias características comunes, una enorme regulación estatal, la participación de gigantes de la industria química internacional, de hecho ambos comparten varios laboratorios, muchos principios activos utilizados en medicamentos y agroquímicos comparten estructuras químicas similares; de acuerdo a lo que establecen las leyes que los regulan ambos productos debe ser obligatoriamente prescriptos por profesionales médicos en un caso e ingenieros Agrónomos en otro.

La legislación que existe en nuestro país es clara, adecuada y abundante; no solo a nivel Nacional sino a nivel Provincial. Asimismo confluyen en esta problemática una cantidad importante de entes y entidades gubernamentales. También existe un enorme plexo normativo, compuesto por Leyes, Decretos, resoluciones, disposiciones y Ordenanzas a escala Nacional, Provincial y Municipal. En todas se establece taxativamente la obligatoriedad tanto para su fabricación, distribución, almacenamiento, comercialización y desecho de sus envases, de la representación técnica por parte de un ingeniero agrónomo. Asimismo su venta y aplicación queda sujeta a una receta agronómica obligatoria (RAO). 

De acuerdo a todo lo expuesto es fácil advertir que el enorme marco regulatorio existente resultaría insuficiente para establecer un ordenamiento mínimo. Tan es así que la falta de controles en el cumplimiento de las recetas de aplicación y las aplicaciones sin respaldo profesional y por otra parte,  la venta libre, hace que el uso y manipulación de agroquímicos sea una práctica liberada en la que cualquier persona puede acceder a cualquier tipo de producto independientemente de su grado de peligrosidad y lo aplique en cualquier condición, ya sea en el hogar (plantas y animales, jardín, parque, huerta) o en la producción agropecuaria sin ningún tipo de resguardo o conocimiento.

Por último, resultaría sumamente importante al menos poder reflexionar sobre este asunto a fin de generar conciencia con un tema tan vital, como lo es la seguridad alimentaria, puesto que en definitiva al menos que nos impliquemos por procurar acceder a alimentos sanos, no tenemos forma de saber que estamos comiendo.

* Experto en Gestión Ambiental.

Fuentes:

http://www.senasa.gob.ar

https://inta.gob.ar

https://www.casafe.org/

http://www.fao.org/home/en/

https://rap-al.org/

http://www.biodiversidadla.org

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