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La Historia de Jean Pierre: el cambio de siglo

En el capitulo 38, el pionero narra cómo se pensó y colocaron nuevos medios de elevación y recuerda el incendio del refugio Deck 18.
11/09/2021
La Historia de Jean Pierre: el cambio de siglo

El 4 de junio  de 1999, Bernadette escribía: “Con noches y días fríos, tenemos buen tiempo. Hay muy poca nieve en la montaña. La luna cambió con buen tiempo. Los pronósticos se contradicen. 

Jean-Pierre tiene muchísimo trabajo. Ahora empieza a parar las obras, menos la del Museo/Locación que hay que terminar antes del invierno.

El 2 de junio, era el día de los bomberos. Édouard tuvo que asistir al izamiento de la Bandera en el cuartel, temprano en la mañana antes de ir a la escuela. Mañana sábado, hay un acto oficial con la nominación del personal que sube de grado. Édouard a partir de ahora será cadete.

Édouard nombrado Cadete entre los Bomberos.

Los bomberos, todos derechos como la letra i, Édouard aguantó en la misma posición, durante los discursos y la lectura de las diversas cartas de agradecimientos y felicitaciones, seguido de la entrega de las distinciones. Después del acta oficial, había un asado al cual estábamos invitados, pero Jean-Pierre me invitó al restaurante en honor de mi cumpleaños.

En los Bomberos todos lo llaman por su diminutivo: ”Dudu”.

En la escuela, Bernadette tuvo que insistir para que los docentes acepten de hacerle repetir su sexto grado de primaria. Édouard había madurado y aceptaba la situación. Era como si hubiera abandonado la corta etapa de la infancia. 

Nacido con los principios de la expansión de las computadoras, no tuvo problema para entenderlas, a veces con los consejos de Paul.

El juguete de mamá.
Édouard el día de su primera Comunión.

Mientras en Argentina se acercaban las vacaciones de invierno, en Bélgica se acercaban las vacaciones de verano y nuestro sobrino David preparaba su salida para ir a pasar sus vacaciones con sus primos argentinos. David llegó el 23 de junio y para aprovechar su estadía, el 24 de junio empezó a tomar clases de español con una excelente maestra, Beatriz Lamuedra.

David invitado al Bayo por Hélène y Paul.

Después de dos meses de vacaciones en Villa La Angostura, David nos dejaba un lindo mensaje: “60 días pasaron y ahora triste de dejar esta familia que me era desconocida. Les agradezco el calor con el cual me recibieron y con la promesa “OJALÁ” de un próximo viaje, muchísimas gracias”.

La nieve había llegado antes de las vacaciones y todos parecían felices por este regalo del cielo.

Édouard en compañía de sus padrinos.

En agosto de 1999, llegaban de Suiza nuestros amigos/socios, Paul y Antoinette Glassey, muy felices de venir a pasar sus vacaciones de verano con nosotros durante nuestro invierno.  Conversamos mucho de nuestros proyectos, aprovechando sus valiosos consejos.

Paul y Antoinette Glassey, en el nivel 1700 del Bayo.

El primer proyecto era la colocación de una telesilla entre el nivel 1500 y 1700 con prolongación de un pequeño teleférico para unir 1700 a la cumbre. Paul, gracias a su enorme experiencia en medios de elevaciones, colocados en Suiza y en varias partes del mundo (Argelia, China, Corea, Estados Unidos, etc.), rápidamente encontraba el mejor lugar para ese nuevo medio de elevación, colocado a continuación de la telesilla principal, que iba a llamarse: “Telesilla Lenga”. 

Esta temporada fue excelente en todo punto de vista y sus beneficios económicos nos iban a permitir terminar la telesilla de la base a 1200 y empezar los cimientos de la telesilla Lenga. Una vez terminada esta se iba a poder retirar el Telesquí T-BAR que presentaba riesgos de accidentes por la fuerte pendiente sobre la cual estaba colocado.

La pista N°3 para debutantes.

No hay duda que en presencia de la blancura de la nieve, el ser humano se transforma en un niño y esta alegría de la niñez se sentía en toda la montaña.

Desgraciadamente, como en cualquier empresa, todo no es siempre gratificante. Durante ese mes de agosto de 1999, en plena noche un corto circuito provocaba el incendio del refugio “Deck 18” de Jorge Belloni. Los bomberos subieron por medio de la telesilla, pero sin agua no pudieron hacer nada. En pocas horas, no quedaba nada.

 

Lo único que los bomberos pudieron hacer, fue de retirar los tubos de gas antes que exploten.

Para no pensar más en el incendio, llevé a Paul y Antoinette al Centro de Esquí de Antillanca, donde siempre, éramos recibidos con la simpática hospitalidad chilena. Para animar el atardecer, nuestro amigo Carlitos Borguez, cantor, guitarrista, con sus divertidos cuentos, nos acompañaba. Todavía no conocíamos los talentos de Paul con su repertorio de melodías folklóricas suizas por medio de su harmónica.  

Paul y Antoinette con Carlitos Borguez.

El día de la despedida de Paul y Antoinette, Carlitos, en reconocimiento de esta excursión a Antillanca, nos invitaba a su casa con un té bien surtido. Después de tomar un mate en el taller de Kitino, Paul y Antoinette nos dejaban con un excelente recuerdo de la hospitalidad latina Sudamericana.

Nuestra playa de Estacionamiento en el Cerro Bayo se hacía insuficiente, queríamos ampliarla, pero los dueños del terreno vecino no nos daban su aprobación  a pesar de la valorización que nuestra actividad había dado a su propiedad, que antes de la existencia del Centro valía muy poco. Nuestros clientes, a veces, tenían que dejar su vehículo a un kilómetro de la base. Además  era difícil mantener un cierto orden para evitar los atascos de tráfico y accidentes, manteniendo siempre una vía libre para la ambulancia así como la entrada y salida de los colectivos que venían a traer o buscar sus clientes. Eso nos exigía poner personal que no siempre se hacía respetar. Muchas veces tuve que ocuparme personalmente. Varios me ofrecían propinas para cuidar su auto, sin darse cuenta que éramos una pequeña empresa familiar en la cual cada miembro estaba siempre dispuesto a reemplazar un faltante. No imaginábamos que a partir de la próxima temporada apareciera un grupo de jóvenes dispuestos a ocuparse de ese trabajo. Los voluntarios para esta responsabilidad iban a ser a partir del año 2000, la Asociación Terapéutica “Programa Asumir”.  

Playa de Estacionamiento del Bayo (1999).

Las concesiones eran otro problema. Nuestros concesionarios defendían el Centro que les daba su sustento en invierno para algunos y durante todo el año para otros. El problema era que cada uno quería agrandar su local. Eduardo Bengoa, “Lalo”, quería agrandar su alquiler. Después de agrandarle su local en la base, le construimos una sucursal en el nivel 1500 que fue un éxito. Lalo era muy comerciante y nos representaba brillantemente en los seminarios de turismo en el país y en el extranjero. Lalo ponía el personal y la administración del Rental y nosotros los locales y los equipos conseguidos en Suiza. Era una sana y buena sociedad basada sobre el principio de “Una mano lava la otra y las dos lavan la cara”. En cuanto a la concesión de la escuela de esquí se trataba de un porcentaje de sus recaudaciones que el director de la escuela nos entregaba a final de temporada. 

Lalo en Esquel, durante el III° Seminario Internacional de turismo receptivo en la Patagonia del 8 al 10 de abril de 1999. 

Otros concesionarios eran los de los restaurantes y refugios. Entre los cuales los hermanos Mirta y Roberto Schulz, en su restaurante “Tronador”, bien ubicado en el nivel 1500. Su concesión por doce años  dio como beneficio la construcción del refugio efectuado totalmente por ellos. Mirta y Roberto daban un buen servicio que daba prestigio al Centro. 

Mirta, en la caja del Refugio Tronador.

El Refugio Base con alojamientos y restaurante estaba en manos de Jordi y Viviana Sonntag. Ellos con sus dos hijos vivían allí durante todo el año, ofreciendo una amable acogida en la entrada del Cerro con comidas típicas, entre las cuales el famoso “Goulash” de Jordi, la especialidad del refugio. 

Jordi y familia.

En su juventud, Jordi había ayudado su hermano Carlos, guía de montaña, muy conocido y famoso andinista, que atendía el refugio del Cerro López. En recuerdo de la ascensión de su hermano a la cumbre del Cerro Chaltén en la Provincia  de Santa Cruz, Jordi bautizó el Refugio Base con el nombre “El Chaltén”.

A mitad de septiembre de 1999, después de sacar una foto de Édouard, apasionado futuro bombero, me embarcaba por mi 12° viaje a Suiza. Esta vez del lado de Villars, donde me habían ofrecido una espléndida telesilla “Städeli” y un telesquí, a cambio de sus desarmes. 

Un orgulloso futuro bombero.

En Villars, mis dos compañeros del año anterior no me habían esperado para empezar a desarmar estos medios de elevación. 

 

Con una carretilla a motor, sobre orugas, transportaban sus herramientas de una torre a la otra.

Cuando terminamos de desarmar los balancines, pasarelas, etc., el amigo Gord pidió a un conocido, piloto de helicóptero de la firma “AIR-GLACIER”, venir el próximo sábado para trasladar las torres. Gord, también había convocado los ayudantes necesarios para ese operativo, durante el cual el helicóptero no puede esperar, porque cada minuto cuesta mucho. 

 

En menos de tres horas, todas las torres se encontraban en una cantera vecina al Centro, donde la semana siguiente las íbamos a poder desarmar para ser transportadas por Claude Borloz, quien con su camión grúa nos iba a dejar todas las piezas en 4 contenedores en el depósito del transportista marítimo.

Después del  operativo, a las 12 horas exactas “Suizas”, nuestro equipo incluido el piloto del helicóptero, nos reuníamos para un copioso almuerzo en compañía de los albañiles que estaban haciendo los cimientos de la telesilla cuádruple que iba a reemplazar la telesilla doble que retirábamos.

Recuerdo de Villars, en buena compañía.

Muy agradecido, salí a pasar el fin de semana a Haute Nendaz con los Glassey que me recibían como un príncipe, con suculentos platos suizos preparados por Antoinette.

 

Toda la familia se preocupaba para mostrarme sus ocupaciones. En la mañana del domingo, François (uno de sus hijos) me llevaba a 3000 metros de altura, arriba del Montfort. Al medio día, me invitaban a una “Racleta” preparada por Paul en su “Mayen”, situado a pocos kilómetros de su Chalet/Estudio.

 

En el chalet, rodeado de árboles frutales, en la planta baja, se encuentra las oficinas. Paul no podía tener un mejor lugar para realizar sus proyectos distribuidos en Suiza y en muchas partes del mundo. (Ver página www.paulglassey.ch) A la mañana, François me había mostrado los esplendidos paisajes de los Alpes y en la tarde su hermano Étienne me presentaba sus caballos. 

 

El lunes, de vuelta a Villars, encontraba  mis dos colaboradores y Claude Borloz con su camión para desarmar y llevar todas las piezas al depósito del transportista marítimo Jungen.  

Claude con su grúa durante el cargamento de los contenedores.

Como en uno de los contenedores, quedaba lugar libre, compré en Sion una grúa de segunda mano para colocar sobre nuestro viejo camión Deutz y en el depósito militar compré un compresor con su martillo neumático para romper las piedras del camino panorámico. Claude, después de revisar la grúa, me la llevó al contenedor y Gord me llevó el compresor con su acoplado.

La Grúa.
Gord llevando el Compresor y sus accesorios.

En Les Crosets, Claude me cargó una camionada completa de esquíes que colocamos en los espacios libres en los contenedores.

Una vez los contenedores cerrados y los papeles en orden, me tomaba el avión en Ginebra con la paz del deber cumplido.

Apenas en Bariloche, me encontraba con nuestro despachante Paulo Llobet quién me había informado por FAX lo que podía importar y como había que hacer las facturas, visto que las leyes de aduana cambian continuamente.

La descarga de los contenedores en el Bayo.

Paulo Llobet consiguió que los aduaneros de Bariloche acepten de descargar y verificar los contenedores directamente en la playa de estacionamiento del Cerro Bayo, evitando así de descargar y recargar toda la mercadería en la Aduana de Bariloche, lo que exigía la reglamentación. No hubo problema. Era la ocasión de preparar un buen asado para todos, incluyendo principalmente a los aduaneros. Paulo Llobet, siempre cumplió con su trabajo en forma muy profesional y honesta. En todas las importaciones realizadas en Bariloche.

Un suculento asado en compañía de los Inspectores de Aduana.

Mamy había llegado a tiempo para las Fiestas Navideñas y para festejar, seis días después, la llegada del nuevo siglo. 

Navidad 1999 en Andalué.

Mamy  cuenta en nuestro libro como vivió este evento:

“1999-2000  Les cuento como pasé esta excepcional víspera en la montaña. Llegada a fin de diciembre, asistí a los últimos preparativos que hacía J-Pierre para inaugurar su museo en la ocasión del cambio de siglo. Después de la fiesta de Navidad, el tiempo nos acercaba al Nuevo Siglo. El 31 de diciembre, a las 19:30 hrs, nos reunimos con algunos amigos y vecinos a la base de la montaña, unos con vehículo y otros en telesilla, subimos el cerro. Yo acompañaba J-Pierre en su camioneta llevando una preciosa carga “La Torta de Año Nuevo” que arriesgaba en cada momento de saltar al techo de la camioneta si no la mantenía firmemente y llegamos al museo que fue bendecido por el Padre Héctor, empezando así la Víspera, seguida de una representación de diapositivas, acompañados de cantos regionales. Después hicimos un pequeño paseo hasta una terraza para asistir a la última puesta del sol del siglo XX.

 
 
 

Recuerdos de la inauguración del Museo 31/12/1999 – 01/01/2000

Foto 1: René con su violín y su equipo musical.  

Foto 2: Elena Ávila, Don Aguilar, hijo de Don Aguilar Fonseca, Bernadette y J-Pierre.

Foto 3: La cena del siglo nuevo.

Foto 4: El matrimonio Carlitos Borgues  con  J-Pierre y Kitino (Angel Dal Dosso) 

Después de ese emocionante momento volvimos al museo a cenar, esperando la hora fatídica para tomar el champagne con una mano y comer un pedazo de  torta con la otra. Ya estábamos en el año 2000, abrazos y buenos augurios y bajamos bajo un cielo estrellado como nunca había visto. Una verdadera maravilla”.

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