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Sylvette Badessich, una vida dedicada al arte y la cultura

Sylvette llegó a Villa la Angostura en 1962. En ese entonces su casa se transformó en el centro cultural del pueblo, exponiendo obras de autores como Goya o Picasso. Hoy quiere devolverle a la Villa un poco de la felicidad que le brindó de la forma que mejor sabe, con su arte. Por Melina Pariente.
15/12/2014
Sylvette Badessich, una vida dedicada al arte y la cultura

Fotos: Sebastian Oliwa
La espiritualidad

SYLVETTE: Una cosa importante de mi vida fue que yo me casé con una persona 35 años mayor que yo, que era un médico muy renombrado, pero además muy importante porque era un médico muy espiritual. Él tuvo una relación muy estrecha con Freud.

En cuanto a la espiritualidad, él era uno de los precursores en la Argentina de la medicina psicosomática. Él no estaba muy de acuerdo con ese término, porque habla de la unión de dos cosas. Y la realidad, tal como se la concibe o se la percibe ahora apoyada por la física, es una unidad total, absolutamente sin fronteras en la que todo interactúa sobre todo. De manera que no se puede dividir en partes. Antes de que se hablara de medicina holística, él ya tenía ese concepto de la unidad absoluta. No se puede tocar un punto sin que otro se resienta.

Yo me formé en ese ambiente, en esos pensamientos desde el principio y toda mi vida, la parte intelectual de ella, siempre estuvo ocupada en estos temas. Todavía hoy sigo intentando comprender lo incomprensible. Es un camino que creo que estoy transitando.

 

La llegada al Sur

SYLVETTE: Mi marido había trabajado mucho como médico y quiso cambiar completamente de vida. Él también era pintor y entonces decidimos venir acá al Sur.

¿Por qué Cumelén? Porque ya mis padres habían puesto un pie acá y nos había encantado este lugar.

Vivir acá con un niñito en aquella época era complicado, entonces vivíamos en Bariloche y veníamos acá a estar con nuestra familia, en donde mis padres tenían una casa. Ellos fueron los primeros en construir en Cumelén, fuera de lo que era la casa de Bustillo.

 

La Serena

SYLVETTE: En 1962, decidimos construir la casa para fines de semana o veraneo. No teníamos mucho dinero; si se la dábamos a un arquitecto nos iba a reducir mucho las posibilidades. Entonces, con mi preparación de escuela, sólo de buena alumna en geometría, hice los planos y en aquel entonces todo era muy fácil.

El intendente era un señor italiano y yo hice el plano, lo mejor posible, pero sin la técnica de un arquitecto. Cuando este señor desplegó el plano dijo que quería que se construya. Eran unos tiempos muy agradables. Además, la población acá era muy sencilla, muy buena. Era una mezcla de italianos, que habían venido alentados porque los gobiernos daban facilidades y terrenos a los que pudieran trabajar, y había gente Mapuche que ya vivía en este lugar y todos convivían de una manera muy pacífica.

La gente no tenía ningún resentimiento, aceptaban que una señora joven (yo tenía 27 años) los dirigiera. De manera que fue muy lindo hacer esta casa, fue una creación hecha sin ninguna traba.

Un Centro de Cultura

SYLVETTE: En esa época Cumelén era un centro social de gente muy culta, que no se destacaba por el dinero, si no por la cultura.

Entonces, cuando terminamos la casa la inauguramos organizando una exposición de pintura en la que pedimos que todas las personas que estaban en el club hicieran alguna obra y la expusieran acá.

Y así fue que llevamos materiales de dibujo y pintura a cada uno de los vecinos y se expuso lo que cada uno creó.

Nosotros, con mi marido, quisimos darle a esta casa un carácter de promoción cultural. A lo largo de los años, pudimos desarrollar muy bien este aspecto, sobre todo con una ayuda muy valiosa que fue un vecino que tenía una casa acá, un señor croata, que nadie sabía bien quién era. Era una persona bastante misteriosa. Él tenía una gran fortuna y una colección de grabados. Con el tiempo supimos que su colección privada era la más importante del mundo en materia de grabados. Cuando él la expuso en el Museo de Bellas Artes en 1956, ocupó toda la planta baja del museo. Tenía solamente primeras copias, las primeras impresiones de cada grabado.

Este señor dijo que quería colaborar, y durante muchos años trajo sus obras para exponerlas acá. La primera vez, por ejemplo, fueron grabados de Goya.

De manera que acá en la Patagonia, en 1962, teníamos exposiciones que eran de un nivel de  primera línea mundial. Era algo excepcional. No todo el mundo se dio cuenta. Otros años hubo obras de Picasso; muchos de los artistas más importantes estuvieron expuestos acá.

En otro tiempo hacíamos teatro leído, cualquier artista que tuviera algo interesante para contar, era invitado y todo el mundo venía de una manera informal, se escuchaban conferencias muy lindas. Por acá pasaba mucha gente interesante, gente que tenía realmente cosas para contar.

Ahora quizás lleguen también personas interesantes, pero no nos conocemos. Ya es una vida común a todo centro en donde hay un gran anonimato. Antes era diferente, en seguida se sabía quién venía y se lo invitaba.

 

Su concepción del arte 



SYLVETTE: Yo me formé en una escuela completamente clásica, Lenguas Vivas. En el tiempo de mi infancia era una escuela extraordinaria. Teníamos como profesores de dibujo a grandes artistas conocidos. Después, asistí a la Escuela Superior de Bellas Artes.

En un momento estuve dando clases, pero no tuve éxito. Actualmente hay muchísimas personas que pintan y toman la pintura como un entretenimiento; tienen todo el derecho de hacerlo, nadie discute eso. Pero yo siempre busqué enseñar la técnica. Si una persona crea una melodía bajo la ducha, esa melodía es linda, y después puede hacer una canción, eso está muy bien. Pero, de ahí a una sinfonía hay un enorme paso. Para hacer la sinfonía hay que estudiar años y años. En la pintura, como es algo fácil de ver, también se puede hacer algo que sea bonito, que guste, que se parezca. Como es un arte figurativo, si figura algo que es lindo, generalmente gusta. Pero en el arte no es el qué. Es el cómo.

Yo tengo una frase de Aristóteles que para mí define el sentido del arte: “La finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas. No el copiar su apariencia”. Esa es la definición más exacta que puede haber.

Pienso que lo clásico tanto en la música como en la pintura tiene una vigencia permanente. En la música se siguen escuchando sinfonías de Mozart o de Beethoven, así como se siguen exponiendo los cuadros de los viejos maestros de pintura; por ejemplo se sigue estudiando a Miguel Ángel y a Leonardo Da Vinci.

Esa es la esencia del arte para mí, el cómo se hace. Pienso que con los mismos elementos, los mismos modos conocidos, siempre se puede encontrar un modelo distinto, que para mí es más interesante. Personalmente, me parece original algo que resignifica.

 

La temática de su obra

SYLVETTE: Es difícil expresar una temática en particular. Yo pienso que cada arte es una forma de lenguaje que es exclusiva y es intransmisible.

El músico compone una melodía que habla por sí misma, habla por él. Cualquier cosa que se diga está de más. En el arte plástico pasa lo mismo.

Pero, un motivo de mis obras ha sido siempre la maternidad, la ternura, que se expresa en la actitud de la madre hacia el niño. Eso lo expresé en una cantidad de obras, en varias esculturas con el mismo tema.

El arte y la metafísica son mis dos ramas de interés.

Obras en el pueblo 

En el salón parroquial hay una pintura de Sylvette y en el Centro de Convenciones hay otra obra de ella, junto a una de su marido.

Además, donó una escultura que fue colocada en una plaza en 1994 y fue destruida al día siguiente de su inauguración.

SYLVETTE: Esa fue una situación muy traumática para mí. Ahora la estoy reparando.

La obra es de cemento y no era fácil la tarea porque el cemento no se puede remendar. Por suerte, ahora tengo una persona que se llama Marcelo Sola, que es un carpintero muy preparado que me está ayudando con la restauración. En el pasado, lo intenté dos veces y no pude lograrlo, porque tengo una afección cardíaca y no me fue bien. Pero haciéndolo de esta manera voy a ver si puedo concretarlo.

Mi familia y yo hemos sido muy felices viviendo acá.

Mi inquietud fue siempre devolver esta felicidad dando lo mejor que yo puedo dar, que son mis obras, para regalarle el pueblo.

 

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