“La satisfacción del síntoma”

Desde Freud sabemos que el síntoma es la satisfacción por sustitución de un afecto reprimido, teniendo en cuenta la vertiente del sentido y del goce del síntoma, y que hay un beneficio secundario de la enfermedad, inconsciente por supuesto.

Pero entonces ¿Qué se satisface en el síntoma?

Cuando un sujeto viene a consultarnos  es porque hay algo que lo aqueja, sufre, se angustia o algo que hasta ahora funcionaba le resulta insoportable.

La aparición de un síntoma abre la pregunta hacia qué quiere decir eso como manifestación del inconsciente y además la libido en el cuerpo conlleva un cierto tipo de satisfacción, aunque mortificante para el sujeto. Canalizada esa energía en el cuerpo, el ser hablante es portador de algo que le  perturba  y quiere resolver.

Aunque el síntoma en sí mismo es una solución en tanto es una transacción entre lo reprimido y lo que aparece en la vida de un paciente, en tanto no sería tolerable para la conciencia que se manifieste directamente.

Cuando el sujeto se pregunta qué tiene que ver él en eso que le aqueja, orientado en la transferencia, hablamos de síntoma analítico, puesto que si no puede pasar desapercibido o nunca llevar a alguien a que se dirija a un analista.

Se tratará vía el trabajo de análisis mediante las interpretaciones del analista, con el consentimiento del analizante, de movilizar, despejar y para que aparezca otra satisfacción, posibilitando un nuevo uso de eso que comandaba y hacía padecer.

Para ello y para que el síntoma no se desplace hacia otro síntoma y el análisis se torne interminable, hay que, lo que nosotros llamamos, tocar ese goce, construyendo una nueva modalidad, que tendrá que ver seguramente con un cambio de posición subjetiva, ya que de no ser así el problema se repetirá manifestándose de otra manera hasta poder ser leído.

La posición respecto del deseo, del goce y en las relaciones con los demás está determinada por el inconsciente de cada cual, será la cuestión de verificar eso que parece tan extraño y que sin embargo es lo más íntimo de uno mismo lo que habrá que circunscribir habiéndose hecho responsable de que quien lo provoca, sin quererlo, es el mismo ser hablante. “Se hace hacer”,  y no puede dejar de hacerlo. Ejemplo: “no puedo no hacer tal cosa”

Esa es la paradoja con la que se enfrenta quien ha decidido trabajar su padecimiento para transformar su vida. Los cambios subjetivos conllevan una apropiación de dicho giro en la propia posición, aún con la sorpresa de que “la cura viene por añadidura”

Tema muy interesante y siempre renovado en la clínica, que abre las vías para seguir conversando en la Radio con ustedes, los esperamos, gracias!

Violeta Paolini, Psicoanalista, Miembro de la EOL y AMP.