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Conrad Meier: entre profecías y legados

En esta nueva entrega de Archivos del Sur, Gerardo Ghioldi, cuenta la lucha del pionero por rescatar la identidad de La Angostura.
10/10/2021
Conrad Meier: entre profecías y legados

Lo conocí a Conrad en sus esforzadas y exitosas presentaciones, algo así como Instalaciones del pasado del Nahuel Huapi. Recuerdo aquella increíble exposición que organizó en el CPEM 17 en la década del ´90 en la cual, había logrado convencer a los pobladores de Villa La Angostura que cedan para exposición temporaria, elementos de la vida cotidiana del pasado, fotos, documentos y una asombrosa colección de postales de todos lados del mundo.

Ocurrió si la memoria no me falla, en un fin de semana, con gran participación de vecinos, recordemos que recién en los 90 con el asfaltado de la ruta a Bariloche y la llegada del gas domiciliario arribaba a Villa La Angostura una ola migratoria muy importante que no cede hasta nuestros días.

Fue aquella exposición la que permitió entrelazar el pasado que huía sin remedio a un presente de progreso que podía degenerar en la pérdida total de identidad de la pequeña y promocionada aldea cordillerana.

Las luchas de Conrad no solo fueron discursivas sino que nos alentó a seguirlo en la batalla quijotesca que se dio en el pueblo ya que algunos “adelantados” planteaban la locura de hidroaviones amerizando en la bahía Mansa del Puerto de Villa La Angostura, figura estúpida del progreso por el progreso mismo.

También fue uno de los avanzados en la No instalación en la zona del Puerto de la Villa del que hoy es, el Multifuero Judicial, que escondía la construcción de una serie de cabañas de lujo para altos jueces y magistrados.

Otra de las enseñanzas de Conrad fue la libertad de pensamiento y el seguir investigando las claves del pasado para entender el presente. Daba el ejemplo de Pucon, gran pueblo turístico de la cordillera chilena que estaba planteando retroceder en su progreso porque estaba matando a su esencia primaria, es decir, el atractivo primigenio y alertaba de no seguir el rumbo de Cancún o Villa Carlos Paz además del horrible espejo de la vecina Bariloche.

Decía una y otra vez que el entorno monumental del Parque Nacional Nahuel Huapi no bastaba, que había que hacer innumerables esfuerzos para que la especulación inmobiliaria y turística no nos arrastrasen al tacho de la identidad.

Hoy cuando salimos por las calles de la Villa vemos cuan cerca estamos de llegar a las profecías de Conrad.

Presentamos a continuación el final de aquella hermosa entrevista que le hicimos hace unos cuantos años, con sus memorias del prestigioso y mundialmente conocido Hotel Espejo de los Meier y  como nos dijo Conrad: cumplió su etapa y terminó.

El Hotel Espejo

¿Quién fue el arquitecto que hizo el hotel?

Cuando Parques hace el desarrollo de infraestructura,  hacen  cuatrocientos km de caminos en el Nahuel Huapi y había varias empresas contratadas. La que le tocó este tramo y el de Traful era Petersen, Thile y Cruz.  Cuando hicieron el  tramo del Espejo, el ingeniero Petersen que era el principal de la empresa alojaba en el hotel Correntoso y ellos le ofrecieron la construcción y Parques lo aprobó y la construyó esa empresa. Las piedras picadas que hoy quedan en las chimeneas y en los zócalos, eran croatas de Bariloche, son los que hicieron el Centro Cívico y todas las maravillas de piedra. Eran de oficio, lo aprendían de generación en generación.

Había una cantera. Igual que, por ejemplo,  se hizo la casa de Parques, la Usina donde hoy está el Museo. La cantera en Villa La Angostura estaba en la entrada a Cumelen que está tapada por la vegetación. Estos tipos iban y te buscaban algún paredón de roca, te la estudiaban, la tenían clarísima y allá en el Espejo (la cantera estaba) al lado del arroyo.  También se  empezó hacer bloques de arena volcánica, en Espejo. Años después, fue una forma de ganarse la vida, la explotación de la arena que se llevaba a Bariloche en esas épocas funcionaba, después Parques lo prohibió, había moldes. Tengo en el Museo bloques macizos de época, pero funcionaba, era aislante.

¿Quiénes eran los trabajadores más emblemáticos del Hotel?

Los clásicos eran los Cárdenas, que eran chilenos y mapuche, tengo fotos de ellos con rasgos bien marcados. Vivian en Ultima Esperanza que todavía está la población de la viejita Cárdenas, doña Luisa Queulo Cárdenas. Ese ciruelo (en el fondo de la casa de Conrad) lo plantó la viejita. Donde iba a vivir plantaba un árbol, era como un rito. Los hijos eran medios alcohólicos y la viejita pasaba hambre y mi abuela me mandaba los domingos. Yo iba a caballo a llevarles cosas, comida, me acuerdo de la viejita, nunca dejaba de darte algo, aunque sea una torta frita para agradecer.

Tejía, hacía unos tejidos maravillosos, con el telar mapuche. Antes era telar y punto, las medias tejidas, la lana y lo que me acuerdo siempre  que la viejita como otras señoras, tejía de noche a la luz del fogón con el calor pero no se veía nada, tejían medias y no se equivocaba las puntadas y charlaba con vos y seguía tejiendo, eran de oficio.

Después estaban los Colletti que era población que había traído Primo Capraro. Eran catorce Colletti, los hijos, me acuerdo de las marcaciones y las señaladas en el campo, eso también se perdió un poco, casi del todo. En esa época cada poblador se ponía de acuerdo y un fin de semana en primavera  hacían marcaciones y señalada de hacienda, y era todo un acontecimiento con asado, con torta, con todo, carreras de caballo, doma, tengo fotos de doma de novillos, toda esas cosas de campo que prácticamente no quedan. Por un lado estaba el turismo y por otro la vida de los pobladores, la vida rural, con los tiempos rurales, si no es hoy será pasado mañana, pero funcionaba.

¿Te acordas de anécdotas de pobladores?

Una medio trágica, no sé qué paso, en el año 50 pero se quemó entero el valle del Cuerno, que está al fondo del Espejo. Decían que por el asado que hizo para año nuevo, el dueño de Ruca Malen, no se sabe bien, ardió todo el mes de enero, venían las cuadrillas de Parques, no podían apagarlo. El año anterior en el 49 hubo , se secó la caña coligue que cada muchos años se seca en un proceso natural, entonces estaba el gran riesgo de incendios por la caña seca y había invasión de ratas, había de todos los tamaños, grandotas chiquitas, lauchitas y parece que  el grano le da sed a las ratas, se iban al lago y muchas de ahogaban, y me acuerdo la playa del espejo, te daba un poco de asco pero estaba llena de ratas muertas, me acuerdo que mi abuelo con los peones que trabajaban en el hotel juntaban un montón de ratas y las quemaban con kerosén, no quedaba otra y los chanchos que andaban sueltos y otros en corrales, me acuerdo verlos visto comer ratas, una imagen fea pero así es la naturaleza.

Había más gente que ahora, por ejemplo donde estaban los Quintupuray  (al fondo) estaban los Torres, un poquito más acá, hay unos álamos  y yo tenía que buscar corderos  ahí y eran bastante cotizados los corderos porque no tienen el gusto a neneo, el cordero de la estepa come neneo que es una planta que le da un gusto medio amargo, en cambio los corderos de cordillera, no.

Me acuerdo de las carneadas de chanchos en junio. Todo el verano se engordaban y se hacía jamones, embutido.

Había un ahumadero, para los alemanes era normal ahumar para conservar, la gente acá tenía la costumbre que era salar, no conocían el ahumadero, había una cosa graciosa, lo hacían con aserrín de ciprés, porque el de coihue le daba un gusto ácido y un día no quería  arder el aserrín y mi abuelo le hecho gasoil, en fin, imaginate el gustito del jamón. Se criaban patos, pavos y gallinas y una vez que la pata estaba clueca mi abuelo le puso huevos de pato a una gallina clueca, todo fenómeno hasta que nacieron los patitos, y cuando empezaron a caminar se fueron derecho al lago, y la pobre gallina desesperada, no entendía que sus pollitos se fueran al lago.

¿Cuando llegó el primer camión al Espejo?

Fue un Ford modelo 39 de mi padre. Tardó dos días en venir y era normal alojar  en Santa María, dormir ahí y seguir al otro día. Se pasaba la estancia de Jones por adentro, era todo mallín eso, con mucho trabajo lo fueron rellenando, ahora lo desviaron en Conevial, en el tramo 1, es un mallin gigante y se tardaba dos días.

Los turistas llegaban en tren de Buenos Aires, que tardaba dos días con coche dormitorio, con un lujo, un restaurant y me acuerdo que comentaban que en esa época tenías que ir de corbata al coche comedor sino no quedaba bien.

El Espejo tenía la playa que para mí es la más linda playa del Nahuel Huapi. El agua es calentita, por una razón que me explicaron: es un lago grande, el tercero en tamaño después del Nahuel Huapi y el Traful pero los ríos que entran y desaguan están en el norte del lago y el viento sopla del noroeste entonces el sol calienta las capas superficiales del agua y  así el agua caliente se viene hasta la playa del hotel, muchisima playa. (Los turistas) se bañaban, la pesca, mucho  montañismo, sobre todo el cerro Campana, que está al fondo, el Cerro La Mona que está en Ruca Malen esto daba trabajo a la gente, los Matus guiaban a los turistas, en Belvedere también, el Dormilón por supuesto. Los suizos eran muy de montaña, había botes a vela y remo, también natación, muchas cabalgatas, los Colletti tenían caballos y alquilaban, en una época hasta había una cancha de tenis, con polvo de ladrillo, el ping pong cuando llovía, había dos mesas.

Había una biblioteca interesante en el Espejo, también música. En fin no había tv ni internet pero se las rebuscaban de alguna forma y estaban un mes más o menos las familias, no era tan como ahora: estuve en un montón de lados y no conocí nada.

¿Cómo siguió la vida de don Guillermo cuando era más grande?

Mi abuela fue el alma de todo esto, ella falleció en el ´59 o ´60, mi madre era de Buenos Aires, ella se equivocó creo al casarse yo no puedo ser juez del pasado, no fueron felices, mi madre se fue a Buenos Aires, nosotros quedamos con una tía y una abuela, acá.

Se terminó fundiendo el hotel del lago Espejo, la abuela ya no podía, los viejos turistas dejaron de ir, no se modernizaron y la gente volvió a ir a Europa,

Hubo una época en verano que paraban los micros que iban para San Martin de los Andes a almorzar, esto fue importante porque cada micro eran 40 personas, con tres o cuatro eran un montón de almuerzos y la ventaja que todos los días se le daba la misma comida  porque eran diferentes los turistas

Cumplió su etapa y se terminó.

Después lo compraron los Salesianos, traían contingentes de chicos y al final lo vendieron a cinco familias que son los dueños actuales.

Nota: Los salesianos permitieron que don Guillermo finalizara sus días en su amado Espejo.

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