Grupo Árbol: El significado de los Jardines

Quizás falta mucho para la Fiesta de los Jardines, pero ya que estamos en tiempos de nieves blancas, podemos aprovechar para aprender un poquito de historias verdes.

¿Sabías cuál es el origen de los jardines?

Los cazadores-recolectores de la Edad de Piedra no cultivaban hierba delante de sus cuevas. No había un prado verde que diera la bienvenida a los visitantes de la Acrópolis ateniense, al Capitolio Romano o al templo de Jerusalén.

La idea de plantar un jardín con césped en la entrada de residencias privadas y edificios públicos nació en los castillos de los aristócratas franceses e ingleses en la Edad Media tardía. En la época moderna temprana, esta costumbre arraigó profundamente y se convirtió en la característica de la nobleza.

Los jardines bien cuidados requerían terreno y mucho trabajo, a cambio, no producían nada de valor. Ni siquiera se podían utilizar como terreno para animales, ya que éstos se comerían y pisotearían la hierba. Los pobres campesinos no podían permitirse el lujo de dedicar una tierra o un tiempo precioso a los jardines. Por lo tanto el pulcro prado a la entrada de los castillos era un símbolo de status que nadie podía falsificar. Proclamaba de manera llamativa a todo transeúnte: “Soy tan rico y poderoso, y poseo tantas hectáreas y siervos, que puedo permitirme esta extravagancia verde”. Si uno iba a visitar al duque y su césped no estaba cuidado, sabía que aquél estaba en problemas…

El valioso jardín era a menudo el marco de celebraciones y acontecimientos sociales importantes y en todas las demás ocasiones, era una zona estrictamente prohibida. Recuerden cuantos cartelitos de “NO pisar el césped”, ya han visto en su vida.

Palacios reales y castillos ducales convirtieron a los jardines en símbolo de autoridad.

Más tarde, cuando reyes y condes fueron guillotinados, los nuevos presidentes y primeros ministros conservaron los jardines. Parlamentos, cortes supremas, residencias presidenciales, universidades y cuanto edificios públicos se precie de tal, se construían proclamando su poder por medio de hileras tras otras de pulcras briznas verdes. O sea, que los humanos llegamos a identificar los jardines con el poder político, el nivel social y la opulencia económica.

Por lo tanto, no es de extrañar que ya en el siglo XIX la burguesía optó con entusiasmo por los jardines para sus residencias privadas.

Pero cuando la revolución industrial amplió la clase media, y el capitalismo inventó las máquinas de cortar césped y los aspersores automáticos, millones de familias pudieron permitirse un pequeño jardín en sus casas. En muchas zonas residenciales, pasó de ser un lujo a “una necesidad de consumo”.

Después de haber leído esta breve historia del jardín, cada cual es libre de hacerse la casa de sus sueños, pero también es libre de desprenderse de la pesada carga cultural que le han legado duques europeos, magnates capitalistas o los Simpson, e imaginar un espacio más respetuoso con la Naturaleza y con el ambiente donde vive, es decir, el bosque andino patagónico, o sea, el legado originario de nuestra querida Villa La Angostura, donde cada Febrero “festejamos” la Fiesta de los Jardines.

Sería bueno entonces, replantearnos cuánto queremos homenajear ese legado, manteniendo plantas autóctonas en nuestros nuevos hábitats, haciendo de los nuevos jardines, réplicas del bosque, donde árboles nativos, aves, insectos, abejas y animalitos puedan volver a recuperar sus vidas.

Para esto sirve ver un poco la historia, para desprendernos de pasados ya pasados e imaginar destinos alternativos, más acordes con el mundo que vivimos o al que aspiramos a llegar a vivir…  si los generosos árboles nos siguen otorgando el aire que respiramos…

Quizás entonces, para la próxima entrega, debamos repasar un poco de biología elemental!

(Algunos párrafos extraídos del libro “Homo Deus” de Yuval Noah Harari)

                                                      Escribió María Viegas para Grupo Arbol Vla

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