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“¿Cómo se relacionan las parejas”?

La Psicóloga Violeta Paolini explica de qué hace “que uno elija a otro” y el rol de analista en las terapias de pareja. Su columna a partir de las 12:00 por FM Andina.
15/07/2020
“¿Cómo se relacionan las parejas”?

En el programa anterior surgió esta pregunta que me recordó un artículo que escribí hace unos años, en relación a la clínica, del cual retomaré algunas cuestiones.

El entretejido que encontramos cuando escuchamos a cada singularidad en la relación, da cuenta de lo que hace que elijamos al partenaire. Por eso me parece importante ir hacia ese punto, ¿qué hace que uno elija a otro?   Se trata de dos saberes inconscientes que no se recubren, dirá Lacan, es decir que allí confluyen otras  particularidades en relación al propio inconsciente, y así se entrelazan amor, deseo y goce. 

Cuando llegan a la consulta parejas con dificultades en la relación, en general, es alguna de las partes que hace el pedido de tratamiento. A veces uno de los dos, o ambos, partenaires, ya tiene su propio espacio, o no,  sin embargo, se requiere de un tercer espacio y de un éxtimo, un tercero, el analista, que localice los inconscientes de cada uno y el modo de “enganche” que hasta un momento funcionó de determinada manera, y que, al momento del pedido de consulta, una forma de vivir la relación que hasta ese entonces andaba, más o menos bien, ya no funciona como antes.

Algún cambio en la posición de alguno de ellos, un acontecimiento en la vida que implique la entrada de otro miembro de la familia, síntomas de que algo no marcha, en fin… vicisitudes  y giros a lo largo de la vida de ambos, o de alguno.

Pero lo que más comúnmente aparece es una cierta confusión o mezcla, que no siempre es necesariamente es amor, o al menos no un amor que respete las singularidades, al presentarse como por ejemplo el: “nosotros”, a lo que el analista interviene despejando lo de cada uno. Se trata de escuchar cuál es la parte de responsabilidad de cada uno y desde qué posición se está en una pareja. Cuestión muy fácil de deslizarse en el cotidiano convivir, además de perderse lo singular de cada quien, si no se está advertido.  Así como los padres pueden perder sus funciones como hombre y como mujer cuando aparecen los hijos, y se desorientan en cuanto a los propios deseos, los de la pareja y recae el peso sobre los hijos con la idea de que “La familia” abarca y engloba homogéneamente todo.

Entonces, lejos de que el analista se convierta en un testigo de las diferencias o discusiones de una pareja que viene a la consulta, rescatará, circunscribirá lo más singular de cada uno allí, para que luego puedan trabajarse las cuestiones más singulares en los espacios  terapéuticos individuales, si hace falta. Esto tiene por función evitar, sin embargo, a diferencia del temor que suele traer hablar de los problemas que existen en cualquier relación, que se proyecten historias singulares en el otro. Y requiere mucho cuidado, ya que no se trata de sacar “trapitos al sol”, ni mucho menos, sino de que puedan escucharse respetuosamente.

Hay algo en Psicoanálisis que llamamos “partenaire síntoma”, y eso es el verdadero tema con el que se tendrá que enfrentar cada parte, el sujeto con sus propios síntomas y fantasmas, el goce propio. La cuestión es que el ser hablante necesita un partenaire de carne y hueso para ubicarse desde un determinado lugar en una relación, inconsciente, desde luego, y eso hace  que el partenaire a veces, le venga como anillo al dedo para sostener cierto tipo de posición, con lo cual, se entiende que no se trata de separase de la otra persona, si había allí una situación patológica, si no de la propia manera de “hacerse tratar” por quien se ponga en ese lugar, desde uno mismo, hasta por sus parejas sintomáticas.

Así es que la cuestión será ubicar  en las entrevistas de Pareja, por llamarlo de alguna manera de tratar el modo sintomático de funcionamiento de cada pareja, no sin hacerse cargo de lo de cada uno, o al menos asumir que hay un trabajo que hacer allí.

El analista reenvía a cada uno a su síntoma, a su responsabilidad en el modo en que consiente a que la relación se arme con esa modalidad. De nada serviría creer que se trata de las personas únicamente, por ejemplo, si a alguien le pasa lo mismo con todas las parejas que forma, habrá que detenerse en esa repetición, lo mismo que si alguien nunca puede hacer pareja, que no es lo mismo que quien decide estar solo, la soltería es otra posición.

 Aunque a veces claro que cuando alguien decide dejar de ubicarse en un lugar dañino puede producirse además una separación en la realidad, lo  importante a despejar es esa manera de estar con el otro, lo demás serán consecuencias y decisiones a tomar por cada uno. Aunque la mayoría de las veces, basta que alguno cambie de posición para que las cosas se reubiquen de una manera nueva y se relance el deseo y el amor, si hubo una variación en el goce que mortificaba. En realidad se separan muchas menos parejas de gente que está en análisis, por cuanto la cosa no se dirime solamente en que el problema es el otro, o con el otro, si no el funcionamiento singular.

Una de los efectos más interesantes y productivos que creo que aparecen es el poder desarmar malentendidos, desenrollar ovillos muy enredados que traen las parejas en crisis, angustias, dolores, enojos, para poder escucharse y escuchar al otro desde otra sintonía, con otras resonancias que se aprenden a tener en cuenta, considerando lo que plantea el otro como diferente, lo que siente, lo que necesita, y , en los casos favorables, hacerse escuchar de otra manera, para que lo mismo, no se repita siempre igual.

Violeta Paolini, Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.

 

 

 

 

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