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Un aula a cielo abierto.

El Grupo Árbol plantea que vivir en un Parque Nacional no sólo es un privilegio, sino una oportunidad experimentar lo que nos cuentan los libros o en internet. Su columna a las 12 por FM Andina.
16/11/2021
Un aula a cielo abierto.

Siguiendo las huellas de la nota de Adriana Matar sobre la importancia de los parques nacionales en la conservación de la biodiversidad, les proponemos redescubrir algunas particularidades del Parque Nacional Nahuel Huapi (PNNH) y, a la vez,  compartir algunos conceptos que escuchamos a menudo, al hablar de conservación.

Para ello, queremos invitarlos a un viaje imaginario… desde la Cordillera de Los Andes al mar, cruzando nuestra Patagonia a lo ancho…

En un descenso escalonado y por momentos imperceptible, pasamos de las altas cumbres cubiertas todavía de nieve a más de 3000 metros sobre el nivel del mar (msnm), que circundan profundos lagos con sus laderas tapizadas de selva en algunos sitios y bosque en otros, a la extensa meseta que llega hasta las costas, perdiéndose en las arenas de las playas y  finalmente… el mar.

 

Uno de los rasgos más relevantes de nuestro parque es este marcado gradiente de altura que va disminuyendo de oeste a este, con cumbres que oscilan entre los 1800 y 2500 msnm, siendo el Cerro Tronador el más alto dentro del parque con sus 3554 msnm, hasta los 500 msnm de las mesetas y planicies.

 

Coincidentemente, los vientos predominantes en nuestra región son los vientos húmedos provenientes del Océano Pacífico, que ascienden la cordillera y a su paso, de oeste a este, van descargando la humedad en forma de nieve y lluvia, llegando a la meseta casi secos.

  

Esta relación entre el relieve y las precipitaciones, estas diferencias de altura sobre el nivel del mar, la mayor o menor humedad debido a que los vientos que llevan lluvias precipitan  más en un lugar que en otro, sumado a los distintos tipos de suelos y diferencias de temperatura determinan la presencia de un mosaico de variados ambientes con características muy distintivas, que favorecen el desarrollo de las diferentes especies de flora, fauna y otros organismos.

Dentro de nuestro parque y sin la necesidad de recorrer muchos kilómetros ni cruzar toda la Patagonia… tan sólo saliendo de Villa La Angostura hacia Bariloche, mates de por medio, es posible visualizar cómo el paisaje va cambiando…va transformándose. Las altas montañas van esfumándose hasta desaparecer y los árboles de los bosques dan paso a un manto de vegetación bajita,  achaparrada y en muchos casos espinosa, característica de la estepa patagónica.

Esta transición en el relieve entre las altas cumbres y la meseta y en el tipo de vegetación, entre la selva, el bosque y la estepa ocurre en tan sólo 60 kilómetros a vuelo de pájaro. Y es en esta particularidad en la que radica el valor ecológico del Parque Nacional Nahuel Huapi.

Estos ambientes bien diferenciados que alberga el parque son: la alta montaña o alto andino, sectores con ingresiones de especies representativas de selva valdiviana, bosque húmedo, bosque de transición o ecotono y estepa arbustiva

 

   

                                          

Bien al oeste del parque,  la zona de Puerto Blest es la más húmeda y donde se registra la mayor cantidad de precipitaciones: entre 3500 y 4000 mm anuales. Es por ello, que allí puede desarrollarse un tipo de vegetación más espesa, donde conviven gran variedad de especies arbóreas sin la predominancia de ninguna, como el alerce, ciprés de las guaitecas, mañiu macho, mañiu hembra junto con lianas, trepadoras, helechos, líquenes, musgos y hongos, conocida como selva valdiviana.

          

 

A medida que avanzamos hacia el este, el nivel de humedad es menor y la cantidad de lluvia también. Por ejemplo,  en Villa La Angostura llueven aproximadamente 2000/2500 mm al año. Esto hace que la selva dé paso al bosque, en el que sí predominan ciertas especies como las lengas, coihues y ñires, y bajo ellos un variado sotobosque en el que podemos encontrar, según las condiciones del lugar, caña colihue, aljaba, chaura, chaurilla, maqui, michay, calfate, canelo, taique, corcolén, mutisias, arvejillas, amancay y hasta orquídeas, entre muchas otras.

 

    

Pero aquí no termina nuestro viaje. Si continuamos nuestro camino hacia el este, sin darnos cuenta del lugar exacto, la fisonomía del bosque cambia. Ya no es tan alto y cerrado y aparecen el ciprés de la cordillera, el radal, el notro y el maitén. Entramos al ecotono o bosque de transición entre el bosque húmedo y la estepa arbustiva.

A pocos kilómetros, cercanos al cruce de rutas hacia Bariloche y Neuquén, hacia los costados y a nuestro frente, la aparente deshabitada estepa. Es como si como por arte de magia, el bosque hubiera desaparecido.

En realidad no es magia, sino que allí los vientos que soplan del oeste llegan prácticamente secos, entonces los árboles son reemplazados por otro tipo de vegetación no menos atractiva, con bellísimas flores para atraer a sus polinizadores y además, especialmente adaptada a la falta de agua y grandes amplitudes térmicas entre el día y la noche.

Palo piche, paramela, chacay, retamo, neneo, coirón, por citar las más conocidas conforman el hábitat de innumerables especies de mamíferos, aves, reptiles, insectos y roedores.

 

La conservación de, al menos, una muestra representativa de estos ambientes es uno de los principales objetivos del PNNH.

Cuidarlos contribuye a resguardar su valiosa biodiversidad y a favorecer la continuidad de los procesos naturales de evolución y co-evolución entre las especies entre sí y entre ellas con el ambiente, los cuales vienen sucediendo hace millones de años y son la base de la vida sobre la tierra tal como la conocemos.

Entonces podemos decir que el ambiente está conformado por elementos o componentes que tienen vida (seres vivos de diferentes especies) que llamaremos componentes bióticos y otros que no, denominados abióticos, sumado a las relaciones entre ellos.

 

Los seres vivos, los individuos de cada especie necesitan un sitio específico donde vivir y desarrollarse, con las condiciones propicias para crecer, reproducirse, alimentarse, protegerse y subsistir.

A ese lugar donde residen, donde habitan lo denominamos HÁBITAT y puede ser compartido por varias especies.

Tomemos el caso de un ave majestuosa y emblemática del ambiente alto andino: el cóndor andino (Vultus gryphus)

 

Su hábitat se exiende a lo largo de la Cordillera de los Andes, en la alta montaña, denominado ambiente alto andino, desde Venezuela a Tierra del Fuego y lo comparte con otras especies de animales y plantas especialmente adaptadas a condicones de clima y vida muy rigurosos.

Todos los seres vivos se relacionan, interactuando con otras especies y con su entorno y de esta interrelación dependen la buena salud y el equilibrio de los hábitats que forman los ecosistemas.

Todas las especies, de las más grandes hasta los organismos microscópicos, ocupan un lugar dentro de ese ecosistema y tienen una función, un trabajo o profesión específico. El cómo viven, cómo se ganan la vida, qué tarea particular desempeñan es lo que conocemos como NICHO ECOLÓGICO.

En este sentido, el cóndor se alimenta de carroña, por lo que cumple un rol invaluable en los ecosistemas. Al consumir animales muertos evita la proliferación de bacterias que pueden generar enfermedades en los humanos. Además, ayuda a controlar la población de otras especies carroñeras y así contribuye a mantener el equilibrio del ecosistema.

"Patagonia… llevó más de 400  millones de años hacer algo así de maravilloso".

Preguntas como por ejemplo: qué tipo de ave es el cóndor, de qué se alimenta, cómo atrapa a sus presas, si conviven con otros animales o comparten sus hábitos, cuál es trabajo o función del cóndor en la naturaleza, qué características especiales tiene el cóndor para desarrollar esta forma de vida y sus respectivos por qués… encuentran sus respuestas en dos extraordinarios procesos naturales que llevan millones de años sucediendo… la evolución y la co-evolución. De ellos, derivan las adaptaciones que les permiten ser exitosos en su hábitat y las relaciones que mantienen con otras especies, tales como predador-presa, mutualismo, parasitismo, competencia, etc.

Como dijimos anteriormente, en un mismo hábitat pueden convivir diferentes especies y cada una de ellas tendrá un nicho ecológico distinto.

¿Qué les parece si el nicho de dos especies es similar?,  es decir que cumplen roles similares, tienen hábitos de caza parecidos o se alimentan con dietas similares. Entonces, se desencadenarán relaciones de competencia entre las especies. Pero en los ecosistemas nativos, esas relaciones están reguladas gracias que esas especies nativas han evolucionado juntas.

Pero ¿qué ocurre si traemos especies de otros lugares? La introducción de especies exóticas produce un desequilibrio en este sistema natural, ya que muchas veces éstas comienzan a competir por el mismo nicho ecológico con las especies nativas, al punto tal que las exóticas logran desplazar  a las autóctonas.

 

Escribió Claudia Atencio para el grupo Árbol.

 

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