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“Vecinos hartos” solo identifican algunos hechos de violencia e ignoran el genocidio cometido con los pueblos patagónicos”

27/10/2022
“Vecinos hartos” solo identifican algunos hechos de violencia e ignoran el genocidio cometido con los pueblos patagónicos”

Días pasados circuló un comunicado con el título de “Basta de la mentira de ‘ancestrales mapuches’. Una historia con muchas contradicciones y una sola verdad” que nos resulta necesario abordar.

En primer término, enuncia que presentará “datos históricos con rigor científico”; en su desarrollo, sin embargo, evidencia un profundo desconocimiento sobre cómo se construye el rigor científico. Este texto nos deja con la necesidad de recurrir a diferentes fuentes documentales con las que se ha trabajado y que los autodenominados “vecinos hartos de VLA” desconocen. Invitamos a consultar el Expediente 118, Lote Nro. 9-José María Paichil e Ignacio Antriao, Parte de campaña del ejército de Villegas, Memorias del avance militar, Correspondencia entre el Estado Nacional y los Sres. Paichil y Antriao, como así también diferentes investigaciones de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, de la Universidad Nacional de Comahue, y de la Universidad Nacional de Río Negro, que aparentemente desconocen.

En segundo lugar, en lo referente a la ignorancia sobre el pasado de la Región del Gran Lago, les informamos que la Historia es extensa. En la segunda mitad del Siglo XVIII ya existen registros del asentamiento de una misión religiosa con el objeto de evangelizar a la población local. Las primeras incursiones realizadas a partir de 1902 (momento en el que la región pasa a ser reconocida como parte del territorio nacional) surgen referencias a las costas densamente pobladas por indígenas. De los documentos del Estado Nacional se desprende que tanto Paichil como Antriao están radicados en las costas del margen norte del Nahuel Huapi desde inicios de la década de 1890. En 1932, momento en el que se produce la mensura de Villa La Angostura, el Sr. Ignacio Antriao se niega a firmar su consentimiento ya que habían avanzado sobre su dominio territorial. Claramente la Lof estaba en este paraje desde antes que existiera el ejido municipal. Los invitamos a refutar estos puntos con los testimonios referidos de los “primeros pobladores”; por nuestra parte, los testimonios de Primo Capraro y la documentación mencionada confirman lo aquí expuesto.

En tercer término, y con respecto a la afirmación de que “los Paicil y Antriao fueron beneficiados por la entrega en propiedad de Tierras por el Estado”, les informamos que el boleto de cesión de dominio sobre el Lote Nro. 9, del año 1902, lejos de ser un obsequio del Estado Nacional argentino, fue una maniobra del Sr. Julio A. Roca orientada a limitar la extensión territorial de las comunidades Paichil y Antriao que ocupaban todo el margen norte desde el Correntoso hasta el paraje que hoy conocemos como Paso Coihue. Haber pertenecido a la “indiada” de Namuncurá y el Capitanejo Platero, encuadra a Don José María Paichil dentro de los mapuche a quienes les respetaron extensiones territoriales desde la llegada europea a estos suelos. Fue el Estado Nacional quien los corrió, los arrinconó, los expropió, y los redujo a la marginalidad y la pobreza, construyendo en una sola generación mano de obra subordinada a los intereses de estancias extranjeras sobre las que los “vecinos hartos de VLA” nada dicen.

Les informamos, además, que la llegada de Parques Nacionales en 1935 es requerida por los propietarios de las grandes estancias, que en solo treinta años agotaron los suelos; demostrando mayores niveles de cuidado y respeto por el ambiente los otrora Sres. de la Patagonia, y no así los gringos civilizados.

En cuarto lugar, con respecto a la mención de “discursos perimidos y viles”, les informamos que las diferentes Universidades Nacionales, ya mencionadas, han refutado ampliamente la construcción de una identidad mapuche de origen chileno. Como se desprende de lo anteriormente expuesto, podrán darse cuenta de que no se podía ser argentino o chileno en un suelo que era reconocido como América Indígena Independiente, en el que no existían ni Argentina ni Chile. Los territorios nacionales solo logran instalarse con un proceso genocida que por expresiones como las vertidas por Uds., aún continúa. Intentar determinar la identidad del otro a partir de “verdades” reiteradas como mantra solo puede ser aceptado por una mente violenta anclada en la más profunda ignorancia.

En el enunciado que realizan Uds. de los episodios de violencia recorriendo momentos sangrientos de nuestra Historia como país, ignoran las consecuencias de la Patagonia trágica, y los delitos de lesa humanidad cometidos por la última dictadura cívico-militar. Es llamativo que Uds. solo identifican algunos hechos de violencia e ignoran o deciden no mencionar el genocidio cometido con los pueblos patagónicos a los que se masacró, se encerró en campos de concentración, se les privó la identidad a las infancias, se redujo a la servidumbre a contingentes enteros reasentados en los márgenes de excepción, se los invisibilizó, y a los que aún no se les ha pedido perdón.

Por lo expuesto, consideramos necesario que se presenten las supuestas pruebas, enunciadas pero no citadas en el comunicado. Caso contrario, es menester un pedido de disculpas a las personas mencionadas, con el objeto de evitar construcciones discursivas producto del desvarío irreal y que solo conducen al odio, ya que el odio solo produce violencia.

Ma Alejandra Perez

Antropología, FFyL- UBA/  UNAJ

 

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