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JUGUETE RABIOSO / SEGUNDA TEMPORADA

Hoy compartimos “Sobre el piano una fotografía”, de Juan Silvino Mendoza

En la última entrega de la sección que cura Diego Reis, un cuento del escritor correntino
27/04/2024
Hoy compartimos “Sobre el piano una fotografía”, de Juan Silvino Mendoza

Sobre el piano una fotografía   

               

Mi más sentido pésame, don José. Lo acompaño en el sentimiento. No somos nada. Qué le vamos a hacer. Hoy estamos mañana no estamos. Dios lo tenga en la gloria. Se nos fue nomás. Quién hubiera dicho, si regalaba salud. Uno a uno, los habitué del bar "El Recreo” daban las condolencias a Don José, su propietario. Hasta el intendente se hizo un tiempo para pasar por el velorio, ya que era su costumbre asistir a todo acontecimiento que convocara un número considerable de asistentes. En esta oportunidad convocó al cura párroco y al comisario, para que lo acompañen. Cuando consideró que había un número considerable de asistentes, dio paso a su otra costumbre, decir unas breves palabras, que de breves no tenían nada. Era muy hábil improvisando. Previamente fue recolectando datos que le permitieran armar una pieza oratoria destacable.

Del difunto se sabía que había venido de España escapando de Franco, siendo un gran conocedor de caballos, que una vez instalado en el país se dedicó a ellos, su tropilla era muy conocida en el ambiente de la jineteada; a pesar de que no logró reunir demasiado datos, arrancó igual con su discurso. Con pocas palabras trazó una semblanza del difunto, para así dar paso a lo que era su verdadera intención, resaltar lo que su gobierno había conseguido, con su conocido latiguillo: “somos dueños de nuestra realidad”, expuso lo que esperaba para un seguro segundo mandato. El cura párroco y el comisario no hacían más que tragar saliva. Don José lo miraba a él y lo miraba al difunto. Seguidamente hizo lo propio el cura párroco, quien no tuvo más que elogios para con la persona de Don Hidalgo, que en la misa de 10 de los domingos siempre lo veía ocupar puntualmente el banco que había donado, costumbre que trajo de España y que las familias más pudientes para no ser menos adoptaron y en poco tiempo se contó con todos los bancos necesarios. También recordó que cuando un rayo destrozó el campanario, el mayor aporte para su reparación provino de él. Para cerrar con ese improvisado homenaje, el comisario destacó sus virtudes ciudadanas, resaltando su colaboración en la lucha contra el cuatrerismo. Terminada su intervención se cuadro haciendo sonar sus tacos y con voz de mando dijo ¡saludo uno!, lo que descolocó a los asistentes; el silencio que siguió fue quebrado por un grito que provenía del fondo: “a la mierda, volvieron los milicos!!” Otro asistente que iba por su segunda ginebra acompañó con un ¡Viva la patria carajo! El intendente, rápido de reflejos, le indicó al comisario que mandara refuerzos para que el velorio transitara por sus cauces normales.

¿Cómo fue que Don José se convirtió en el destinatario de todas las condolencias? se preguntaba más de uno. Todos coincidían en la misma conclusión; Don Hidalgo no tenía familia y Don José era su hermano de la vida, como le gustaba decir a ambos. Siempre se los veía conversando muy animadamente. Don Hidalgo tenía dos pasiones, la ópera y el Real Madrid. No necesariamente en ese orden, y a fuerza de machacar y machacar, porque no era otra cosa más que eso. Don José se fue convirtiendo en un amante de la música clásica y en un hincha fanático del Real.

Don José para que no extrañara le había construido un rincón madrileño en un sector del patio interno de su almacén de ramos generales y bar.

Qué viejo que se está poniendo Don José, lo pensaba y lo decía Don Hidalgo y por única respuesta recibía un “solo mi rancho se llueve” y reían a carcajadas.

Un día de esos en que todo es color de rosa a pesar de que el local estaba lleno, Hidalgo alcanzó a escuchar de su amigo, “tengo grandes novedades”. Cuando mermó el movimiento, salieron a caminar, y con pelos y señales le contó lo que estaba viviendo con una señora que había enviudado hace poco más que un año, esto no tiene que alterar nuestra amistad, le dijo, “para nada” recibió como respuesta. Yo también estoy pasando por lo mismo, desde hace unos dos meses. Pero mira que habías sido un viejo escondedor, exclamó José.

Hace dos días que no pasa por el bar, le habrá pasado algo o está de viaje, que le costaba avisar, se decía Don José. Ante tanta incertidumbre, se propuso que después de cerrar se iba a dar una vuelta por la casa de su amigo para ver qué pasaba. Golpeo y golpeo y nada. Fue entonces que recordó que para casos de emergencia había una llave escondida en una maceta. Entró y lo que vio lo va a acompañar durante lo que le queda de vida. Aparentemente había resbalado en el baño, dando su nuca contra el filo del inodoro, desnucándose. Luego de llorar un buen rato la pérdida de su amigo, llamó a la comisaría y de inmediato todo se pobló de patrulleros, ambulancias y curiosos. Concluido el trabajo de los peritos, el Fiscal de turno le indicó al comisario que lo hiciera pasar a la sala para ponerlo al tanto de las medidas procesales ordenadas.

Ya adentro, vio sobre el piano la fotografía de una mujer. No pudo contenerse y estalló en una crisis de llanto.

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* JUAN SILVINO MENDOZA nació en la ciudad de Monte Caseros, provincia de Corrientes, en el año 1958. Desde que era alumno del Colegio Nacional de su pueblo natal, fue incansable lector, siendo su proveedor su vecino, quien a través de la medianera le surtía material de lectura. Ya estando en el 2do. año del Nacional, con el acompañamiento de la profesora de Francés, fundó la biblioteca de textos en francés. Luego vinieron la vida universitaria y laboral. Ya instalado en Villa la Angostura, volvió a surgir con fuerza su pasión por la escritura. Participó en un taller literario que se llevaba a cabo en la biblioteca con el auspicio de la rama de adultos mayores y la conducción de Naná Molina y Laura García Rodríguez. De esa época data su primer cuento: “Lulu”, que tuvo la suerte de representar a Villa la Angostura en un concurso provincial.  De la mano de Naná llegó a la radio como colaborador en el programa “Cruza el amor “en la FM 97.7, y de la mano de Laura recaló en el grupo literario “Alamberse”, que actualmente integra. También se destaca como fervoroso lector de Martin Heidegger, Marcel Proust y Roberto Artl.

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