Hoy compartimos “El pueblo de los dos cementerios”, de Santiago Iturbe

El pueblo de los dos cementerios

Por la entrada al pueblo, a la izquierda, está el cementerio, si bien esto es llamativo, su visión al entrar no es nada, sabemos que en todo pueblo que se precie hay un cementerio. Lo que si es por lo menos anecdótico realmente es que en el mismo sentido y a unos mil metros hay otro cementerio, el cual dicen ya no se usa porque es muy dura la tierra y un par de cuestiones más que ya les contaré.

En el pueblo de los dos cementerios, el almacenero pesa las frutas y las verduras todas juntas y busca un preció intermedio, se promedia la banana, con un tomate, una ciruela y un zapallito, no sé de verduras y frutas,  pero es equitativo, cuando me despide me dice:

-Pibe te sobra un peso!

-Esta bien, no hay problema por el cambio.

Me responde:

-No piiibeee, Un peso vale! Toma!

Además fuma en la caja, es su negocio, sus ojos tras el humo del cigarro son brillosos y su voz es majestuosa: “Un peso vale pibe”, está enseñando algo, nunca me vio en la vida y como que  sabe algo de mí.

Regreso, voy a cocinar, prendo la radio del lugar y hablan de las tormentas. Aquí -dice alguien- la gente se cuida de las tormentas y especialmente de los rayos y de las centellas, estás las centellas son más terribles, “ es una electricidad escapada” y además “escarba” , así es, puede escarbar hasta un metro veinticinco, la centella es “traicionera” que no te caiga una porque te destruye. Ahora el rayo es otra cosa, igual terrible, “el rayo corta por derecho”. Si, trae menos carga, “el rayo es como que corre” de arriba abajo , de abajo a arriba. Esto le dice Cachito al conductor de la radio, la radio tiene un nombre de flores de cementerio, de los que hay dos en el pueblo.

Francotirador

Hace quince días comenzó la cuarentena, el aislamiento social, para evitar la propagación del covid-19, virus surgido en WAN, una ciudad de China,  en Noviembre del 2019.

 Voy a fumar un cigarrillo a una de las ventanas de la cocina y hay un francotirador en el techo del edificio de enfrente, está con su arma cargada y apuntando, listo para disparar, una luz diminuta roja se posa en mi pecho. Dispara y caigo muerto. 

Fue azaroso que vaya a esa ventana a fumar un cigarrillo, podría haber ido al patio o no haber fumado o varias alternativas más. Lo que rompió las reglas del azar fue el franco tirador, yo y el disparo. 

Una opción, al tipo le pagaron para que me mate y planeó, observó y estudió mis costumbres y sabe que algunas veces voy a fumar a la ventana.

Otra opción, el francotirador esta practicando y fortuitamente me encuentro en la ventana y en su mira telescópica y por ende víctima del disparo mortal.

Es un instante es donde confluyen todos los elementos, espacio y tiempo.

Pensemos que es un plan predeterminado y yo no voy a la ventana y salgo por el paredón del patio del vecino y escapó; para esto debía conocer de antemano sus planes, debía tener un indicio, un supuesto. De todas formas el francotirador debía elegir entre dos ventanas, derecha o izquierda y además todos los demás lugares para fumar, 7 – 8 – infinitos.

Voy a la ventana de la derecha, porque un rayo de sol cálido ingresa por allí y para ver las calles del barrio, tomo una de las tantas opciones y coincido así con el francotirador, son infinitas las posibilidades. ¿Dónde está ahora tu francotirador? ¿Lo sabés? ¿Coinciden? ¿Importa eso?

* SANTIAGO ITURBE, de Roca, Patagonia Argentina, a días de cumplir 60 años, 28/03, me convocaron a escribir en el ´81 en Propuestas, Alternativa de Rock, luego, el Centro de Escritores y la lectura y tres hijos y un sueño y los amigos y los lectores y hacer un mundo mejor o escribirlo.

Libros publicados: El hombre de traje blanco (Novela colectiva, Centro de Escritores de General Roca, PubliFadecs), Relatos 1 (Kuruf Ediciones), Haz que llueva, historia de escuelas, revistas y diarios y paredes (Kuruf Ediciones). De próxima aparición: De invenciones y una de amor patagónico.