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EPET Nº 28 y la Inteligencia Artificial: “hay que enseñar a pensar y no permitir que otros, o peor aun, otra cosa, piense por nosotros”

08/06/2023
EPET Nº 28 y la Inteligencia Artificial: “hay que enseñar a pensar y no permitir que otros, o peor aun, otra cosa, piense por nosotros”

Tengo el orgullo y la responsabilidad de formar parte de la comunidad educativa de la recién nacida EPET N° 28 de nuestra ciudad.

En dicha institución conformamos uno de los últimos bastiones en la defensa del aprendizaje a través de la acción, el descubrimiento, la corporeidad y el aprendizaje significativo, e incluso constituimos un refugio donde aún resiste y persiste la felicidad y asombro que provee el mundo de los hechos y las cosas, del conocimiento en su estado más vibrante: “el hacer”

Paradójicamente y quizás aprovechando la inercia del “discurso” tecnológico, algunas autoridades declararon que la nueva educación técnica debía tender, entre otras cosas, al desarrollo de inteligencia artificial (IA), hermanando en sus dichos a la IA con la tecnología y las fuentes laborales. Aquí es donde pretendo abrir el debate:

Tan solo la asociación de estos términos y su tan venerada paridad (inteligencia/artificial) debería de convocar a la rebelión de cualquier persona con vocación docente.

Con toda impunidad las formas más egoístas y limitadoras del legítimo acceso y dominio de las artes, capacidades y procesos de transformación que por definición constituyen a la tecnología, operan desde la pasividad, sacan provecho de sus sobrevaluadas virtudes e incluso de sus efectos fisiológicos. La “alta” tecnología, sus dispositivos, aplicaciones y objetivos constituyen uno de los ejemplos más claros del “resultado por sobre los procesos”, sobre todo cuando se infiltran indiscriminadamente en aéreas sensibles como la educación. Nos explota como usuarios satisfechos de una manufactura que no incita al cuestionamiento y mantiene a la “bestia” del saber acurrucada en el conformismo.

Nuestra responsabilidad como educadores para la tecnología es mostrar el “camino”, los “secretos”, es hacer justicia en la distribución del capital intelectual, comenzando por ofrecer estímulos de calidad. Para ello hay que enseñar a pensar y no permitir que otros, o peor aun, otra cosa, piense por nosotros.

Para esta misión, ineludiblemente debemos recurrir a herramientas concretas para adquirir aquellas destrezas que permitan transformar el mundo material de forma creativa y desde la experiencia sensomotora, corpórea y real, con la premisa de no subestimar ningún paso, etapa o proceso, pues la ausencia de los mismos forma huecos que debilitan la estructura del saber.

La educación técnica debe recuperar el pensamiento científico sin perder la inocencia, sin despojarse de su arista más humana: la creatividad y el juego. Debemos restaurar las herramientas que ya traemos de “fabrica” para una cognición encarnada, en la que por ejemplo, arrastrar un icono en una pantalla táctil sea menos interesante, valioso y ponderado que aquellas experiencias supuestamente más “sencillas” y rudimentarias de la interacción con el mundo de los objetos.

Galetti Guillermo. DNI 30170611

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