Vecinas revivieron la tradición de colgar Cintas Amarillas en los árboles y al otro día, se las quitaron

La tradición de colocar cintas amarillas en los árboles tiene una larga historia. ¿Te acuerdas del hit discográfico de los  ́70: “Ata una cinta amarilla al viejo roble”? La tradición de colocar una cinta amarilla comienza con un preso que al obtener su libertad tras años en la cárcel, le pide en una carta a su mujer que si le ha sido fiel, coloque una cinta de ese color en el árbol que se encuentra frente a la puerta de su casa, un viejo roble. Así él sabría si podía retornar a ese hogar, o, con toda su pena, seguir de largo.

Esa costumbre se hizo extensiva a los soldados y seres queridos que regresaban de guerras lejanas, convirtiéndose en una tradición que simboliza la lealtad. Utilizada hasta el día de hoy en los más diversos lugares del mundo y con significados específicos, la esencia de una cinta amarilla atada a un árbol es siempre la solidaridad, la empatía y la lealtad.

Ese pequeño gesto de atar una cinta amarilla al tronco de un árbol, fue lo que hicimos en la tarde del domingo en la Avenida Arrayanes, desde la Avda 7 Lagos hasta Pascotto, en ambas aceras y en el bulevar central. Solidaridad, empatía y lealtad hacia los mismos árboles, que día a día desaparecen en cada barrio de Villa La Angostura. Al mismo tiempo que realizábamos nuestra humilde ofrenda, tuvimos la grata sorpresa de un montón de gente que, curiosa y sorprendida, nos preguntaba por qué y para qué estábamos haciéndolo. Ante la sencilla y contundente explicación, recibíamos su apoyo y comentarios de su dolor ante la impotencia de ver la desaparición de los árboles en cada región.

Al día siguiente, encontramos que se habían retirado todas las cintas amarillas.

Lo nuestro fue un humilde acto de amor y solidaridad con los árboles. Nos preguntamos ¿por qué las habrán retirado? ¿Porque conocen el significado? ¿Por una cuestión estética? ¿Y qué podemos decir de la mutilación de 6 árboles el año pasado que provocó que hoy se encuentren completamente secos? ¿Alguien se preocupó de reemplazarlos, y en lo posible con especies nativas? Y los árboles utilizados como meros postes inertes para enrollar cables, ¿eso no molesta? ¿Y qué podemos decir acerca de una nueva esquina sin ningún árbol o planta y decorada con hojas de plástico? ¿Eso es más estético?

En un mundo en emergencia climática, seguimos perdiendo día a día nuestros bosques.

También estamos perdiendo nuestro arbolado urbano. Y con ellos nuestro paisaje y nuestra identidad.

“Si la duración de un mandato electoral es demasiado breve para permitir a los electos ocuparse de los árboles con la exquisita paciencia que hace falta, ¿sería necesario crear una estructura competente y estable, consagrada a los árboles en la ciudad?” escribe Francis Hallé, en su libro De la buena gestión de los árboles.

Los árboles necesitan de nuestra humildad y nuestro cuidado.

 Ata una cinta amarilla.

Maria Viegas y Liliana Gelman